Capitulo 89

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Avanzamos entre los cuerpos sin vida que cubren todo el suelo empedrado del lugar mientras que intentamos alejarnos del campo de tiro que se encuentra a tan solo unos metros de nosotros.

Aguanto con fuerza la glock que llevo en mis manos, levantándola cada vez que vuelvo a disparar a un griego que se cruza en mi camino.

Debemos masacrarlos a todos, aunque me manche las manos por más muertes a mis espaldas, ahora mismo me da igual, solamente tengo un objetivo.

Armand camina unos pasos detrás mia, mientras que intenta tener el control de la situación, puedo notar su nerviosismo en sus ojos al estar en el campo de batalla y no en un centro de control donde el se sienta cómodo, donde puede controlar todo lo que está ocurriendo a nuestro alrededor.

Miro atentamente por unos segundos a una de las personas que más admiro, mientras que no dejo de avanzar, pero mis recuerdos me llevan hasta el momento que supe que tenia un hermano.

Recuerdo que a las pocas horas de llegar a este país, me sentía completamente agobiada al recibir tanta atención cuando en toda mi vida no la había recibido, ni si quiera la había conocido, solo había sentido la misericordia y pena por parte de desconocidos.

Mi padre intentaba hacer sentir cómoda con mi nueva vida, pero yo no sé lo ponía fácil al no poder controlar mi mente en esos instantes, todo era demasiado para mi.

Era tan solo una niña destrozada por la vida, totalmente rota, sin poder relacionarme con nadie porque el miedo me paraba en todo momento, no siquiera podían rozarme con una mano sin que entrara en pánico.

Reconozco que el entrenamiento que ellos me dieron borraron todo rastro de esta niña que llegó a este país, pero no consiguieron curar el mal que llevo dentro, el que me ha dejado completamente vacía a día de hoy.

Hicieron que supera mucho miedos, que me enfrentará a la vida, pero no lograron sanarme, aunque lo intentaron durante mucho tiempo, yo ya no tenía arreglo.

Todavía puedo recordar a la perfección a esa niña que era en un pasado,la que se escondía en los rincones más pequeños para pasar desapercibida y no tener contacto con nadie.

Al igual que por mi mente llega ese pequeño fragmento del recuerdo, de un niño más mayor que yo, que siempre me encontraba y se mantenía a mí lado, aunque yo no mostrará signos de querer relacionarme con el, el se buscaba cualquier tema para distraer mi mente y empezaba a hablar conmigo durante horas.

Yo solamente lo miraba, intentaba descifrar su actitud conmigo, sabía que era mi hermano pero yo nunca había tenido uno, no sabía cómo reaccionar ante esa relación que el estaba intentando crear.

Una hermandad.

Con el paso de las semanas, yo empecé a salir de esa coraza que tenía puesta, no pronunciaba ninguna palabra pero si mostraba interés por estar con el.

Iba a todos sitios con el, al igual que el me incluía en cada uno de sus planes, aunque tuviera que llevar a una niña pequeña muda agarrada de su mano a una salida con sus amigos, el me llevaba con orgullo, el nunca me oculto en ningún momento.

Pero nuestra relación se afianzó mucho más cuando él se dio cuenta de que por las noches me asaltan las pesadillas, aunque no gritará cuando despertaba, el logro saberlo al verme una noche con lágrimas en la cara mientras que mis manos temblaban incontrolablemente.

Se quedó conmigo hasta que volví a dormirme, sin ni siquiera tocarme o hablarme, solo estando conmigo hasta que mis ojos se cerraron, esa noche algo nos unió, un lazo más fuerte que el de hermanos.

Desde ese momento el siempre estuvo en cada pesadilla, colocaba una pequeña cámara cada noche en mi habitación, y en cuando captaba el movimiento de que yo despertaba bruscamente, el corría a mí habitación para estar conmigo.

El sacrificio de la reina (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora