Capitulo 18

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El amanecer vuelve a aparecer por los cristales, me incorporo de la cama en la que he pasado los últimos tres días.

No he salido de esta habitación en estos días, he intentado recuperar mi fuerza mental, además de asimilar que todo tiene que cambiar.

Debo intentar hacerle ver que colaboró con el, que solucionamos las cosas, necesito que otra vez me idolatre para colarme dentro de la mafia griega como deseo.

Y empezar a moverme cuanto antes, porque el tiempo corre demasiado deprisa, y yo no hago nada productivo aquí tumbada, viendo pasar los días y el  tomar más poder del que tiene.

Necesito ponerme en marcha, aunque mi cuerpo se resienta al levantarse de la gran cama, es momento de hacerlo, aunque mi salud no me acompañe en mis planes.

Aunque me tomé las pastillas, el reloj corre también en ese sentido y siento los efectos de no estar conectada a esa máquina que me alarga la vida, todo se está volviendo oscuro por esa camino.

Intento comer lo máximo que puedo, aunque luego lo vomité todo y me quedé sin fuerzas.

Pero lo intento, intento cuidarme porque se que vendrá épocas peores, en que no tenga el pleno control sobre este tema, lo intuyo.

Me veo en el espejo al fin después de estas horas de agonía que he pasado, veo que he perdido bastante peso en este tiempo, que mi cuerpo está empezando a cambiar de una manera muy drástica, estoy viendo las señales que tanto odio en mi.

Mi mirada se dirige hacia mi cuello totalmente desnudo, está prácticamente tomando un color verdoso, se notan todavía algunos moratones bastante nítidos.

Ha mejorado bastante, con el producto que me he estado aplicando estos días, cortesía de él griego para que las marcas se vayan de mi piel y quede de nuevo como una muñeca, sin un rasguño que no se provocado por el.

Suspiro mientras que mis dedos tocan lentamente esa zona, recordando ese momento a la perfección.

Mis pensamientos me llevan a él, que no ha aparecido por aquí en ningún momento, pero me ha puesto a su mayordomo, a mí completa disposición.

Aparece puntualmente con las comidas, igual que hace varios actos que se que son obra suya, como el hecho siempre pone música suave en toda la casa, haciendo que llegue a mis oidos por las rendijas de las puerta abierta, al igual que tiene todo impecablemente limpio y ordenado.

Habla demasiado poco cuando está a mi alrededor, y siempre está esperando alguna orden mía, demasiado correcto y sin errores.

Nunca me han gustado las personas así, porque se que detrás de tanta perfección esconden algo, y se que el seguramente es igual que su dueño.

No tengo ninguna duda, por eso cuido cada movimiento que hago en su presencia, está vez no voy a caer ante su generosidad y disposición.

Camino lentamente apoyándome en la pared hacia el baño, mis brazos se encuentran débiles al igual que cada célula de mi cuerpo, pero aún así no lo muestro, necesito intentar parecer algo más sana de lo que estoy.

Cojo mi móvil que se encuentra en mi chaqueta de cuero, la misma que lleve esa noche y que ahora me acompaña hasta aqui.

Cuando entro en el baño al fin después de unos minutos agónicos de sobreesfuerzo, cierro la puerta con seguro y me siento al borde de la bañera suspirando de alivio por poder descansar mi cuerpo en alguna parte.

Solamente vistiendo una camiseta blanca que me llega por las rodillas, con el pelo en un moño despeinado como siempre, me dispongo a leer otra vez sus dos últimos mensajes.

El sacrificio de la reina (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora