Capitulo 24

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Una noche más sin dormir hace que mi cuerpo cada vez le cueste más estar de pie.

Pero aún así reúno todas las fuerzas que me quedan para seguir adelante.

Me lavo otra vez la cara intentándolo disipar el cansancio, al igual que me miró al espejo por primera vez en muchas horas, mis ojeras cada vez son más grandes, mis labios están cada vez más agrietados, solamente soy una sombra de la chica que era.

Me incorporo mientras me seco con una toalla mi cara, intentando dejar atrás mi aparecía,mis manos trabajan sobre mi pelo pausadamente y llegó a hacerme una coleta alta,dejando al descubierto parte de mi piel.

Mis ojos vuelven al espejo, es entonces cuando veo en su totalidad las marcas que hay en mi cuello, las que tanto odio tener sobre mi y tanto deseo que desaparezcan.

Voy bajando mi mirada sobre mi piel, centímetro a centímetro hasta que  veo en mi cintura,  las marcas de sus dedos están ahí, obteniendo un color morado intenso, consiguendo que tenga el mismo efecto al verlas en mi.

Ver mi cuerpo así hace que empiece otra vez a odiar mi apariencia, me costó demasiado amar mi cuerpo después de todo lo que el hizo.

Y ahora estoy volviendo a tener sentimientos negativos hacia el,  me da rabia sentir esto y no poder controlarlo, el hecho que mi mente vuelva a hacerme tanto daño.

Intento calmar la crisis que se avecina, mis manos empiezan a temblar y eso no es bueno, los signos siempre son claros como siempre, alertandome de que mi cuerpo puede perder el control en cual momento.

Me conozco demasiado bien,años y años teniendo las mismas crisis, aunque hacia muchísimo tiempo que no eran tan seguidas, por eso sigo en mi mente las instrucciones que me dio Nikolai, según él funcionarían, si ponía empeño en alejar totalmente de mi esos moustros que surcan mi interior.

Varios minutos pasan en los que mi respiración apenas se calma, aunque lo intento con todas las ganas, no puedo conseguir parar la crisis que controla todo mi ser.

Miro hacia todos lados,  solamente veo lujo por cada centímetro de mi alrededor, no hay nada en lo que pueda centrar mi atención.

Miro hacia el espejo otra vez viendo como mis ojos se han teñido de rojo, pero aún así todavía queda el color que los caracteriza en pequeña parte pero está ahí, intentado centrarme en eso, en ver cómo el verde esmeralda que los ocupa sigue ahí, no se ha ido.

No se qué hago para que de un momento a otro, vaya mejorando la crisis hasta que solo queda el temblor de mi cuerpo, pero he vuelto al presente, mi respiración es totalmente normal.

Algo que agradezco en el fondo de mi, no puedo tener una crisis cerca de el, lo utilizaría en mi contra, es mejor así, mis demonios deben estar escondidos y haré todo lo necesario para que sigan donde están.

Cuando me encuentro un poco mejor, decido que es hora de empezar a moverme, me empiezo a vestir lentamente.

Los vaqueros se amoldan a mí cuerpo igual que la blusa de tirantes de seda roja, encaja perfectamente en mi cintura.

No me gusta esta ropa como siempre, pero es lo único que he podido entrar que se adaptará un mínimo a mis gustos.

Me pongo los tacones negros de cintas que he visto en un lateral del gran vestidor que hay y los ato cuidadosamente para no caerme.

Cómo esperaba no hay tampoco calzado cómodo, aunque no me guste llevar tacones, pienso que el llevarlos y caminar con seguridad, hará que me sienta segura de mi misma.

Aunque sea una mínima parte.

Por eso cuando me veo otra vez en el dichoso espejo, veo a alguien más o menos diferente físicamente, la ropa hacia milagros, pero el interior sigue siendo el mismo.

El sacrificio de la reina (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora