Capitulo 35

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Muevo mi mano con dificultad al tener otra vez la via puesta en mi brazo, pero aún así con la mínima fuerza que me queda alcanzo mis pastillas que están en la mesita que se encuentra a mi lado.

Han pasado varias horas, he conseguido bañarme con dificultad pero aún así lo he conseguido, sentía la necesidad de intentar quitarme la sensación de su manos en mi piel.

Aunque la verdad no ha servido de mucho, ya que me siento igual que antes, nada ha cambiado en mi mente no en las sensaciones que tengo, pero por lo menos parece que el baño me ha venido bien para las heridas que cubren mi piel.

He recorrido cada una de ellas, unas más graves que otras, molestarán durante un tiempo largo pero al final se curarán, dejando cicatrices que me recordarán la noche en la que me rompí por completo, pero de todas maneras mi cuerpo ya está acostumbrado a estar marcado así.

Miro mi muñeca derecha, lleva una venda nueva y no se ve ningún rastro de sangre, las he curado con tranquilidad, dejando solamente mis muñecas cubiertas por las vendas, en cambio en mi pecho no he vuelto a colocar nada, para poder sentirme menos agobiada y con más libertad de movimientos.

Después de haberme ocupado de mis heridas yo misma, ha aparecido el doctor al cabo de un rato para ver cómo me encontraba, al ver que yo había echo su trabajo solamente se ha dedicado a comprobar mis constantes y me ha puesto otra vez medicación, según él cuanto pasen unas horas me la quitará, estaré menos adolorida, aunque deberé tomarme analgésicos durante semanas, pero el dolor será más soportable.

Aunque no creo que pase eso, ya que el dolor no se va a disipar tan fácilmente como el doctor piensa, hay dolores que nunca se van a ir, como el que hay en mi interior mucho más fuerte que todos los demás.

Me tomo una pastilla saliendo de mis pensamientos de un momento a otro, mirando por un momento el bote en mis manos, sabiendo que también influye en mi estado de salud, la patología que ya tenía y que no para de avanzar.

Tomo un sorbo de agua mientras que miro la ventana con las cortinas corridas dejándome ver hacia el exterior, todo se ve tranquilo, veo como los pocos árboles que se ven se mueven con el aire en una suave brisa.

El todavía no ha llegado por eso el ambiente se siente así, en verdad lo agradezco necesito un tiempo más para mi, debo volver a ser yo de alguna manera.

Mis ojos se desvían un poco hasta que dan con sus ojos, totalmente fijos en mi, completamente calculadores pero con esa pizca de calma que hay siempre en ellos.

Marcell esta en el mismo sitio de siempre, solo ha salido un par de veces en todas estas horas, solamente porque le han llamado por teléfono, seguramente ha sido el para preguntar por mí.

Lo miro un par de segundos más hasta que suspiro y cierro un rato los ojos, sintiendo todavía su mirada en mi.

He tenido que recurrir a él para moverme, aunque no me guste el contacto, todavía no tengo las suficientes fuerzas para volver a tener la libertad de movimientos que quiero, y por alguna extraña razón, no tengo la sensación de peligro constante con el, aunque siempre estoy alerta, no es la misma sensación que he tenido con otros guardias del psicópata.

Suspiro una vez mas evadiendo las sensaciones que tengo, mientras que me recuesto en la cama sintiendo un pinchazo de dolor, haciendo que por un momento contraiga la cara de dolor.

Mi mente vuelve a ese momento, pero aún así dejo que pase, ya no lucho por apartar ese tipo de cosas, son parte de mi, de lo que he tenido que vivir para estar así.

Dejo que ese pensamiento se repita durante un buen rato, sin oponerme a reproducirlo una y otra vez en mi mente, no tengo fuerzas para pararlo hasta que otro recuerdo me asalta y creo que es peor que el anterior, ya que me deja totalmente paralizada por unos segundos, volviendo a repetir ese instante.

El sacrificio de la reina (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora