Todo a mi alrededor es demasiado lujoso y de un color blanco, lo cual me hace sentir extraña e incómoda, pero aún así no le demuestro.
Mi vista por una vez mas se dirige a la máquina que está conectada a mi cuerpo, veo como lentamente la sangre fluye por ese pequeño tubo que la limpia al completo, haciendo que suspire levemente al saber que eso es lo único que me mantiene estable en estos momentos.
Miro a todos los hombres que hay en la habitación, hay doce distribuidos por toda la parte frontal, todos armados hasta los dientes y con un solo objetivo.
Matar a quien pongo una mano encima de mi.
Mis ojos se desvían hacia mi izquierda, donde se encuentra Nikolai, apoyado en una ventana, de espaldas a mí mientras que fuma como de constumbre mirando atentamente a la ciudad.
Pero en esta ocasión lleva más de una caja en menos de tres horas, ahí es donde le noto el nerviosismo a ese hombre de acero, aunque se muestre tranquilo ante los demás a mí no me puede engañar.
Hemos convivido mucho juntos, además de que ha sido otra vez la persona que me ha salvado, nos conocemos a la perfección, así que se puedo descifrarlo en estos momentos.
Suspiro de nuevo mientras que desvío mi mirada, todo es tranquilidad a mí alrededor, mi cuerpo se está recuperando algo, mientras que mis sentidos han vuelto a estar más activos que nunca, algo que me indica que voy mejorando.
Mis ojos de un momento va hacia un extremo donde la puerta de la habitación es abierta, dejando entrar a mi hermano y al líder de la mafia negra, ambos con cara de pocos amigos y con esa seguridad que emanan solamente ellos mientras que caminan hacia mí.
Los veo examinar todo con la mirada, cuando ven que todo está como lo han dejado antes de irse, parecen relajarse por unos segundos y volver a caminar hacia mi los pasos que le quedaban.
Mi padre se acerca por mi lado derecho, hasta estar a unos centímetros de mi, donde empieza a acariciar el pelo mientras que no deja de mirarme atentamente.
Armand manda a todo el mundo afuera incluyendo a Nikolai al segundo después, mis ojos van hacia el ruso por unos segundos, el cual cumple sus órdenes al segundo pero antes me deja mis dagas a mis pies, sin pronunciar nada se va haciendo que todo este en silencio.
—¿Cómo te sientes?—me pregunta mi padre mientras que no deja de analizar todas las vías que tengo en el brazo, dándose cuenta de como mi piel se torna violeta al pasar tanto tiempo así.
Siempre ha sido así, mi piel es demasiado sensible y casi siempre ocurre esto ante los tratamientos que me suministran.
Por eso acostumbrado a llevar siempre mis brazos tapados, odio ver mi piel lastimada, es una de las principales razones en otras que me hacen cubrir mi piel en esa zona.
—Mejor—le digo mientras que mi mirada se dirige hacia la otra persona, que se ha sentado en el borde inferior de la cama, pero aún así alarga su mano y toma la mía como si fuera de cristal.
Asiente lentamente mientras que ambos no dejan de mirarme, sabiendo que me tienen que decir algo importante, hablo yo antes.
—No voy a cambiar de planes a pesar de lo que me digáis—digo hablando con sinceridad mirando sus caras, viendo como no les ha gustado mis palabras.
Los dos callan durante unos minutos hasta que empieza a hablar el líder de la mafia negra, una vez que ha dejado de acariciarme y se alejado hacia la ventana, donde se queda mirando hacia el exterior con sus manos en los bolsillos y sin dirigirme la mirada mientras que observa la ciudad con detenimiento, como si todo estuviera en calma, cuando se que hay afuera hay una guerra en estos momentos.
ESTÁS LEYENDO
El sacrificio de la reina (+21)
Ficção AdolescenteUna chica que luchó tanto para desvincularse de la mafia, que solo ansiaba la paz de las pequeñas cosas de la vida.. Quién le diría a ella que se sacrificaría por las personas que más amaba, que dejaría absolutamente todo para adentrarse en las fila...