Capitulo 4

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Caminábamos uno al lado del otro, con pasos lentos pero seguros, el con su elegancia, emanando poder por cada poro de su piel y yo siendo yo.

Mirando a todos lados, sin mantener mi atención en el camino que pasamos, fijándome hasta en los cuadros nuevos que estaban en la mansión, absorbiendo cada detalle del entorno que me me hace calmar la ansiedad.

A cambiado bastante la mansión en algunos aspectos, su decoración es más renovada, pero conserva el mismo estilo que antes tenía.

Lleguemos hasta las puertas de la cocina, hay bastante gente rondando la casa a estas horas de la mañana, todos se separan del camino para dejarnos entrar.

Cuando nos ven aparecer a ambos juntos, todo el mundo se para como si hubiera visto un fantasma, el silencio se hace en el lugar, se deja de escuchar las conversaciones que antes se expandían por estas paredes, el ruido de los platos chocar ya no llega a mis oídos, es entonces cuando mi mirada se enfoca en todas las miradas que hay en mi, hasta llegar a una en concreto.

Solamente una persona habla sin poder creer que estoy aquí, rompiendo el silencio, murmurando en italiano sin dejar de mirarme como si fuera un espejismo.

Aparta a la gente que se ha quedado pasmada mirándonos, avanza a nosotros mientras que habla al fin dirigiéndose a mí.

—Mi niña—dice esa voz dulce que siempre me cantaba antes de irme a dormir según ella eso ahuyentaba mis malos sueños, aunque pocas veces lo conseguía, yo atesoraba esos momentos en mi interior.

Amaba su voz, igual que sus canciones que por unos momentos me transportaban a otro lugar, muy lejano donde podía conseguir la calma.

No puedo responderle cuando ya me tiene en sus brazos, me apretuja tanto que me hace daño pero aún así aguanto y correspondo al abrazo, pero aún así me mantengo callada, sintiendo sus brazos a mi alrededor.

Me coge la cara revisandome, como es constumbre en todas las personas que me quieren, analiza todo de mi, como si aún no se creyera que estoy aquí frente a ella.

Mi llegada a sido lo más silenciosa para que no se enterará la persona que ocupa mis pesadillas, aún así se enteró, casualmente solamente el.

Algo no hicimos bien o hay personas que están de su parte.

Los malditos traidores que siempre acechan las esquinas.

Mis pensamientos se callan cuando ella empieza a hablar de nuevo con rapidez  mientras que me toquetea todo el cuerpo.

—Estas muy pálida y delgada—dice mientras que me empieza a tocar los brazos y sus ojos se abren como platos al ver que ya no tengo masa muscular—Niña ¿tu cuando narices comes?—me regaña con esa dulzura que me transporta al pasado por momentos, aunque su mirada es severa al ver mi estado físico.

Y no solo me regaña a mí, sino arremete también con ala persona que está a mi lado que está bebiéndose un café tranquilamente hasta que toda la atención recae en el, sonrió lentamente al ver que también le cae su dosis de regalo.

—Tu señorito, como no me había enterado yo que mi niña estaba aquí —le dice haciendo que casi se atragante con el café ante la fuerza de su voz y sus ojos asesinos—y lo más importante me dijiste que estaba bien y estaba comiendo mejor, mírala como esta—me señala mientras que niega con la cabeza, contemplando de nuevo mi apariencia demostrando que sus palabras son ciertas.

Río lentamente al contemplar está escena, extrañaba tanto esto, pero a la vez me resulta amarga mi llegada.

Estos momentos no deberían pasar ahora cuando no estoy disfrutando de ellos, ya que se que se acabarán, y solamente seran pequeños flash en mi mente.

El sacrificio de la reina (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora