18°

2.5K 417 386
                                    

Scarlett.

Me desperté abrazada a la almohada. Como buen viernes, no tenía clase alguna y podía dedicarme a leer un libro de mi lista de pendientes, o repasar mis notas de algún texto visto en clases, sin embargo no lograba encontrar mi móvil, aquello no me preocupaba demasiado, pues aún era temprano y sólo debía usarlo por la noche.

Las persianas de color oscuro le daban un toque tétrico a mi extraña habitación. Ayer por la noche había dormido mejor, incluso aunque tuve esa discusión sin finalizar con Ryan...

Ryan... Ya no parecía ser mi adorado marido, mi santo marido... El amor de mi vida.

Ya no parecía aquél hombre que adoraba oírme presumir mis dotes en la literatura, o que solía repetir lo increíble e interesante que yo le parecía. No era el buen varón que me hizo el amor cada día de nuestra luna de miel, aquél joven muchacho con el que no salí de la habitación por los primeros tres días... Sé que el sexo no lo es todo, pero definitivamente ambos habíamos dejado de tener sexo y eso nos debilitó, ya no éramos uno, parecíamos extraños en el terreno corporal de su amante... O ex amante.

¿Realmente alguna vez conocimos todos los bordes que le pertenecían a la consistencia del otro?

Llegué hasta el baño, encendí un cigarrillo. Dejé de fumar cuando di a luz a Rose, no pude dejarlo cuando tuve a Elliot... Trabajaba demasiado.

Ryan me convenció de que con Rose podría abandonar el trabajo individual, me dediqué a lo nuestro, nuestro trabajo. Él y yo escribiendo juntos, parecíamos unidos, un poco al menos. Sinceramente siempre pensé que la llegada de la pequeña nos salvaría de mis temores... Pero... Nunca sabré si sólo era mi inseguridad o algo más, la duda existirá cada que analice mi vida.

Me di una ducha, relajante... A estas horas los estudiantes no ocupaban las duchas, por lo que el agua era mucho mejor que por las mañanas donde debía compartir la presión del agua.

Mientras acababa de acomodar mi ropa, oí que alguien golpeó la puerta.

—Un momento.

Acomodé mis aretes y luego fui directo a la entrada, al abrirla me encontré con Andrew, algo temeroso al verme.

—Hola... Andrew.

—Hola ¿Podemos charlar?

—Yo... — observé el pasillo vacío — ¿Dónde?

—No planeo quitarte demasiado tiempo, sólo quiero hablar un poco y me iré.

Asentí y observé el cuarto, estaba decente.

—Adelante.

Él se adentró en mi habitación y observó mis libros sobre el estante de la entrada.

—Buena lectora, reconozco ejemplares importantes — comentó —. ¿Lady Chatterley?

—Clásico. Últimamente me he dedicado a Shakespeare.

—¿Y qué opinas?

—Es Shakespeare, es importante dentro de lo literario, pero fuera de eso, no es nada apartado de lo que existe.

—Auch — tocó su pecho —. Fingiré que no has llamado soso a mi adorado William.

Sonreí.

—Existen mejores, no te mientas ni te ciegues por el fanatismo.

—¿Tu favorito es...?

—Sigo descubriendo si prefiero un buen escritor o un buen poeta. La poesía me fascina.

Él asintió y tomó uno de mis libros.

—¿Puedo?

—Adelante.

Laguna negra |Scarzzie|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora