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—Lo que me ha costado que se duerma no es normal... — susurré aún meciendo a Rose en mis brazos.

Scarlett sonrió y estiró sus labios para besarme, pero viendo a sus hijos, se detuvo.

—Luego... — aclaró nerviosa. Asentí, me puse de pie dejando a la pequeña sobre mi cama.

—¿Quieres que los llevemos a tu cuarto o prefieres dormir aquí hoy?

Los ojos de Scarlett se abrieron demostrando su espanto ante mi comentario. No le veo lo malo.

—No, no, no puedo arrebartarte tu habitación.

—Dormiré en el sofá.

Ella negó rápidamente.

—En serio, no me molesta dormir allí, estuve en coma todo un año — bromeé y ella me pegó de forma suave en el brazo.

—Basta de eso, no es gracioso.

—Es mi manera de lidiar con eso... — susurré y ella dejó a Elliot junto a su hermanita antes sentarse a mi lado en el sofá.

Se apoyó contra mi pecho y dejó ir un suspiro que me erizó el alma por completo.

La forma en que Johansson me hace sentir incluso ahora que la tengo así de cerca es... Espeluznante, jamás creí que realmente volvería a sentirme así por alguien, pero aquí está ella... Existiendo.

Es gracioso, porque ni siquiera tengo claro que ocurre entre ambas, pero solo gustándome sin haberme besado... Ya sentía que mis sentidos se alteraban, y ahora que... Sus besos son para mí... Es esa sensación por diez.

—¿Está cansada?

—Fue agotador comer con ellos y encargarme de que no se ahogaran con comida cada dos minutos...

Reí.

—No eres muy de maternidad.

Ella suspiró.

—Creo que es cierto. No es mi cosa favorita en el mundo, pero a veces sí, creo que mi maternidad es mucho más realista que la que es romantizada, esa que existe en el mundo de las películas.

Asentí.

—Mi madre es aquella romantizada.

—¿Ah, sí? — susurró en voz baja.

—Ajá... Es una mujer que suele llorar si uno de sus hijos le dice lo mucho que la ama... O cuando encuentra fotografías que sabe que ha visto y recuerda exactamente cada momento de la imagen...

Bajé la mirada al no escucha respuesta y me encontré con los grandes ojos verdes de Johansson mirándome con profunda atención.

—No me vea de esa manera... — dije dejando escapar una risa de aquellas tontas y nerviosas.

No sabía cómo esconder la vergüenza que sentía cada vez que sus ojos se encontraban en mí.

—¿Por qué? Solo te presto atención.

—Ya, pero es demasiada atención de una mujer atractiva, no puedo con eso, siento que diré una palabra mal y me avergonzaré eternamente, mi rostro se pondrá rojo y explotaré.

Ella rió de forma suave y subió un almohadón del sofá a su regazo.

—Eres... Linda — comenzó observándome —. Y extraña, pero me gustas — concluyó bajando la mirada a sus manos.

—No es la primera vez que me llaman extraña, pero si es la primera vez que me siento halagada de serlo.

—Me alegra hacerte sentir cómoda con el término — dijo aún risueña, no tardó demasiado para que un bostezo escapara de sus labios.

Laguna negra |Scarzzie|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora