82°

2K 345 347
                                    

Scarlett.

—¿Cuánto te tomará traer a Diego?

Ryan sonrió.

—Luego de esto, no mucho. Gracias por hacerlo...

—No es por ti, el niño necesita que lo cuides y sé que harás un buen trabajo. Pero también debemos hablar sobre nuestros hijos...

Ryan señaló los asientos de la cafetería indicándome que podíamos sentarnos. Dejé mi cartera en el costado y sonreí al sentir el perfume de mi novia en la camisa que traigo.

Adoro usar la ropa de la rubia, sus camisas me quedan enormes, pero me hacen sentir mucho más linda de lo normal.

—¡Dos expressos! —pidió el castaño y levanté la mano.

—Un americano, por favor —corregí.

Él se giró a verme.

—¿Desde cuándo tomas americano?

—Desde que regresé aquí —murmuré, pero me retracté —. Desde siempre, en realidad.

Dejaron nuestros pedidos y el castaño rió.

—Es extraño todo lo que has cambiado y yo no lo noté.

—Realmente nunca notaste lo que me gustaba, Ryan. Seré sincera con eso, yo era una... Una mujer diferente a quien quería ser. Ahora soy quien quiero ser, y soy feliz con eso.

Él sonrió.

—Me alegra oírlo, Scar. Realmente me hace feliz saber que... Eres feliz ahora, y lamento no... Haber sido un buen esposo.

Notaba que él era sincero. Pocas veces lo fue, pero hoy que me reconozco haber sido ingenua, comprendo que él realmente pocas veces fue así de honesto, y hoy lo era.

—Supongo que agradezco la claridad en tus palabras.

—Es lo mínimo que podría hacer por ti después de tanto...

Ryan bebió de su café y sonreí observando su rostro.

Alguna vez estuve loca por él, y nada me gustaría más que decir que puedo perdonarlo en su totalidad y no solo mantener una relación cordial por la co-paternidad, pero sé que sería imposible que seamos amigos.

—Me gustaría tanto poder perdonarte, Ryan. Pero sé que es imposible —susurré.

Él suspiró.

—Yo sé... Pero agradezco que elegí muy bien a quien sería la madre de mis hijos... Al menos una vez, lo hice con una pinza y... Lo hice bien. Lamento... Todo lo que te hice, pero no me arrepiento de que hubieses...

—No aclares, porque oscurece —murmuré yo. Él sonrió.

—Muy cierto... entonces... ¿Qué deseabas hablar conmigo?

—Oh, sí. Es sobre Elliot y Rose, verás... Se acaba el año escolar, no planeo renovar un contrato aquí, pero seguramente buscarán un maestro de literatura o teatro, sé que tú... —mencioné, él abrió sus ojos extrañado —. Ya sabes, podrías, además, tener a Diego allí no sería malo.

—Okay, entiendo, siempre has sido muy buena, pero... Esto no tiene que ver con Elliot y Rose, porque imagino que no se quedarán aquí...

—Justo eso...

Él asintió, cabizbajo pues sé que no es de su agrado separarse tanto de ellos.

—Me quedaré en Los Ángeles, el contrato de mi departamento en Madrid expiró hace un mes, solo... Creo que sería bueno vender la casa.

Laguna negra |Scarzzie|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora