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Scarlett.

Elizabeth descansaba sobre la cama, no había dicho nada desde que regresamos de la enfermería.

Florence y Elliot nos acompañan, ambos juegan con mis pequeños en el suelo, e intentaron que la rubia se uniera, pero no estaba demasiado animada para hacerlo.

—¡He ganado otra vez!

Elliot festejó y mi pequeño se cruzó de brazos.

—¡Tramposo!

—¡Oh, vamos, sabes que ha sido un juego limpio! ¿Verdad, maestra?

—Sí, cariño —contesté. Mi pequeño parecía indignado.

—¡Él no es tu cariño, yo sí! —se quejó y Florence lo arropó en sus brazos.

—Elliot número dos deja a mi Elliot en paz —dijo la rubia regañando a su novio. Mi hijo sonrió.

Suspiré. Esto se tornará en una discusión más elevada.

—¿Cariño? —hablé y la rubia no se giró.

—¿Mhm?

—¿Podemos hablar?

De pronto oí a Florence hablarme.

—Iremos a la cafetería, ¿le molesta si nos llevamos a los pequeños? —preguntó. Negué.

—Les daré dinero...

—Yo invito —dijo Elliot —. Haremos las pases —señaló a mi hijo y suspiré.

—No se aprovechen de la bondad de Elliot.

Rose rápidamente tomó la mano del muchacho, pues ella parecía realmente obsesionada con él, por su parte Elliot estaba obsesionado con Florence. Cosa de hermanos, creo.

—Nos vemos, mami —dijeron mis pequeños al unísono.

Al verlos desaparecer tras la puerta, me giré a mi novia otra vez.

—¿Ahora podemos?

—Perdóname por ser terca... pero tenía razón.

—¿Qué viste?

—A Dakota y Óscar... —susurró. Se sentó en la cama, su mentón tembló un poco.

La estreché entre mis brazos imaginando el motivo y sintiendo culpa. ¿Por qué? No la lastimé yo, fue mi ex marido, y sé que no debería cargar con el daño que causó Ryan, pero... Dios, yo simplemente... No puedo evitar aquello, siento que necesito ayudarla esta vez a... a lograr algo con Dakota.

—Te amo tanto, preciosa —susurré —. Eres una persona increíble... Te ayudaré, no sé cómo o qué haremos, pero no permitiremos que nada malo ocurra con Dakota...

Ella asintió mientras buscaba refugio en mi cuello.

—Gracias, amor...

No lloró, esperaba que lo hiciera, pues sé que le estaba dando duro en una fibra sensible, pero allí estaba, solo aferrada a mí.

—¿Quieres hablar sobre lo que ocurrió allí abajo? —pregunté en un susurro. Ella se separó lentamente de mí.

—Dakota me vio, él no. Ambos parecen tener un amorío...

—Tal vez no es algo malo, es decir, quizá ella está de acuerdo...

—No, ella es lesbiana, me lo dijo.

—Yo era heterosexual, y de pronto entendí que no, que podía ser algo más.

Suspiré. Elizabeth se ve bastante estresada con todo esto.

Laguna negra |Scarzzie|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora