98°

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Lizzie.

—Hoy dirán quién gana el premio nobel —dijo Scarlett mientras me recostaba a su lado en la cama — ¿Tienes un favorito?

El tono de su voz emocionado me hizo lamentar no tener ni la menor idea sobre lo que decía.

—No, amor. No he tenido tiempo de...

Ella hizo un puchero y bajó su mirada otra vez hasta su libro.

—En serio lamento mucho no saber, querida. Te lo compensaré, leeré el libro de quien gane y lo discutiremos...

Ella asintió algo avergonzada. Yo debería avergonzarme, mi esposa es una mujer devora libros, como el Galactus de los libros.

—Mhm...

—¿Cuál es tu favorito? —pregunté besando su brazo desnudo debido a la forma de su pijama.

—No diría favorito, más bien creo que es en quien pienso que irá la decisión... —dijo apartando su libro.

—¿Entonces?

—Can Xue, o quizá Zurita, no lo sé —dijo emocionada —. Ya deseo saberlo.

Sonreí. Ella realmente adora el mundo literario, ama los libros, y yo la amo a ella.

—Te amo —murmuré, se sonrojó —. Es encantador ver como te emocionas igual que una niña pequeña al hablar sobre las cosas que disfrutas tanto...

—Oh, yo... ¿Se nota demasiado? —apartó sus ojos de los míos.

—Mucho... Es lindo.

Scarlett acomodó sus gafas de mejor manera. Está demasiado avergonzaba para admitirlo.

—Gracias por decirlo, es adorable que te guste lo que me gusta...

—A veces siento que no puedo llevarte el ritmo en lecturas, pero intentaré dar lo mejor de mí para entender la mayor parte de lo que te interesa y poder compartirlo juntas...

—Es la primera vez que alguien busca comprender mi amor por lo que leo, y por los libros...

—Es lo mínimo que una mente tan brillante como la tuya merece. Un poco de comprensión y esfuerzo.

—Gracias por ese mínimo, y por el máximo que sé que siempre das... —susurró tomando mi mano entre las suyas.

La sentí besar mis nudillos y dejé escapar un suspiro.

—Sé que deseas una gran boda, pero definitivamente quiero escaparme contigo y tener la boda más privada y rápida de todas, solo para poder llamarte mi esposa.

Scarlett se recostó sobre mi pecho, rodeándome con sus brazos, observé la habitación mientras pensaba en algo para decirle, sin embargo nada se me ocurría.

Sé que el silencio no es incómodo entre ambas, nunca podría serlo, pero aún así deseaba tener algo para decir.

No tenía nada en mente, entonces mientras veía mi habitación, elegí simplemente callarme, mientras mis ojos recorrían todo lo que tenia frente a mí.

Las fotografías pequeñas ubicadas en ciertos lugares de la habitación, decoración muy suya –pues no soy la mejor decorando – y cosas muy mías.

—También quiero ser tu esposa —susurró ella —. Pero en serio no creo necesitar un papel para considerarme así...

Nuestros ojos se cruzaron.

—¿Entonces ya te consideras mi esposa?

—¿Quién más podría serlo? Solo consigues una mujer encantadora en tu vida... —susurró ella.

Laguna negra |Scarzzie|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora