89°

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Scarlett.

—¿Por favor? —preguntó Lizzie y volvió a dejar un beso en mi cuello.

Mis manos pasaron por su espalda, dejé escapar un suspiro.

—¿Por qué quieres llevarme allí?

—Porque mi prima quiere conocerte, y me llevo bastantes veces como para pensar que podría gustarte.

Sonreí mientras mi mirada volvía a clavarse en mi libro.

Creía que estar con mis hijos me quitaba tiempo de lectura, pero Elizabeth no puede verme tomar un libro sin querer repetirme lo mucho que le gusto. No me malentiendan, los amo con locura, a los tres, pero en definitiva me quitan tiempo de lectura.

—¿Si acepto me dejarás acabar este libro?

—¿Cómo se llama?

—Mhm... Nada menos que todo un hombre.

—¿De quién es? Se ve interesante —insistió mientras sus manos recorrían mis muslos para lograr separar mis piernas.

Suspiré. Le permití acomodar su cadera en medio.

—Miguel de Unamuno.

—¿De dónde es?

—Bilbao. Es español.

Ella bufó, y enarqué una ceja.

—Mi prima definitivamente va a poder burlarse todo lo que quiera sobre mí cuando te conozca.

—¿Por eso desprecias mi preciada literatura española? —me quejé y ella negó.

—No, yo también quiero leer eso —dejó su cabeza en medio de las páginas impidiéndome la lectura.

Dios.

—¿Okay?

—Mi prima insiste en que aprenda a hablar español, pero juro que no puedo seguirle el paso. El español es demasiado para mí.

—Yo lo hablo bien.

—Viviste años en Madrid.

—Pero lo hablaba antes de irme. La práctica lo reafirmó, pero no es tan terrible como crees.

—Mhm... —se escondió en mi cuello y la sentí respirar pesado.

—¿Cuándo iríamos?

—Hoy mismo, o mañana. Como gustes. Lauren no se irá hasta conocerte, y si hay algo que destaco de ella, es su determinación. No bromea.

—También soy determinada. Iremos mañana. Le diré a mamá para ver si puede cuidar de los niños...

—O podemos dejarlos con mis padres, ya sabes...

—No, no me aprovecharé de tus lindos padres, amor. Han sido abuelos increíbles, y sé que los aprecian, pero mis padres tienen un deber biológico —bromeé —. Bueno, no así, pero ya sabes,  no quiero simplemente sentir que me aprovecho de mis suegros.

—Mamá estaría feliz...

—Y mis padres también lo estarán...

Ella despegó su rostro de mí y me observó fijamente.

—Mi madre te ama, no eres ninguna molestia, y tus hijos mucho menos. Papá jugó con ellos a las horas de conocerlos...

—Al menos... al menos déjame ser tu esposa para abusar de la confianza con ellos, ¿bien?

Ella sonrió. La besé por eso. La sonrisa de Elizabeth debería ser besada siempre.

—Te amo... Le diré a Lauren y luego tú leerás ese libro para mí —dijo saliendo de la habitación.

Laguna negra |Scarzzie|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora