20°

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Lizzie.

—¿Te encargaste de prepararlo con algo dulce? — pregunté y él negó.

—Tu paladar está roto. Seguro es la salsa cremosa.

Mi hermano levantó aquél pequeño recipiente blanco con salsa de un color casi amarillento.

—¿Hace cuánto cocinas tan bien?

Rió suavemente y peinó su bigote extravagante –según él, yo lo llamaría un hipster.

—Pues he tomado algunas lecciones de los libros que mamá regala al salir de casa.

—Yo no tengo de esos — me quejé.

—Pues cuando te independices los tendrás. Ashley tiene los suyos, hemos compartido algunos trucos.

—¡Oh, ya veo! De esto se trata la nueva hermandad y yo estoy fuera porque soy pequeña.

Él asintió.

—Justamente.

Solté un bufido mientras acababa mi comida. Estaba realmente delicioso.

Acaricié mi abdomen mientras veía su mesa de madera, realmente es lindo.

—¿Qué tal la maestra Plaza?

—Oh, ella está bien, la he visto hoy al irme — comenté mientras bebía de mi coca cola.

Él me observó en silencio. Examinaba mis acciones, podía notarlo. Conozco a mi hermano y su obsesión por ir un paso delante de la percepción del resto, eso debido a su obsesión con Sherlock Holmes y los libros de misterio.

—No me veas, se me ensucia la carita — me quejé haciendo puchero.

Él sonrió.

—Quiero saber... Y espero que no sientas presiones o algo, porque sabes bien que jamás querría presionarte a hablar o algo, pero...

—Pero vas a presionarme — dije rápidamente. Él entornaba su mirada en mi dirección, ¿cuál era su problema?

—No, preguntaré y eres libre de responder o no hacerlo, la libertad de expresión es importante, así como el silencio también.

—Esa frase es peligrosa.

—Sabes a qué me refiero.

—Que puedo no decirlo si no deseo hacerlo.

—Exactamente.

Suspiré y asentí mientras lo veía meditar sus palabras, sus manos se cruzaron mientras apoyaba su mentón sobre ellas.

—¿Ocurre algo entre esa maestra y tú?

—No.

Reí levemente. ¿Por qué todo mundo cree que la maestra Plaza y yo...? ¡Bah! Tonterías.

—¿Entonces a qué se debe tu llamado nocturno?

—Me sentía sola. No me gusta sentirme así, porque incluso antes del accidente, esa sensación dejó de formar parte de mi vida, y no deseo volver a sentirlo...

—Nunca estuviste sola...

—Sabes que no me refiero a un sola en casa, hablo de...

—La adolescencia...

—James, sé que la adolescencia es difícil, créeme. Tuve mi experiencia.

Sé que había sonado demasiado borde, él no acostumbra a que yo sea grosera. En general, nadie lo es en casa.

—Lamento haber sonado...

Antes de que acabara mi frase James se puso de pie, tomó su silla, la movió hasta quedar a mi lado. Sus manos suaves tomaron las mías y un beso fue depositado sobre mis nudillos.

Laguna negra |Scarzzie|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora