45°

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Scarlett.

—¿De qué habla, maestra Johansson?

—Lo que le he dicho, necesito regresar a Madrid. Es por mis hijos, no puedo quedarme mucho más.

Cumberbatch estaba atónito. Él no se esperaba una petición como esta, menos recién acabando el primer semestre de evaluaciones.

—Maestra, sé que ser madre es su prioridad, pero los estudiantes con mejor rendimiento van a su clase. El maestro Scott no podrá encargarse de...

—Él podrá. Sé lo bueno que es. Ambos lo sabemos, Benedict. No tendrá problemas con eso.

El castaño suspiró peinando su cabello, y luego se acercó hasta mi contrato. Firmó la zona de renuncia aceptada y estiró una copia de los documentos hasta mí.

—Lamento mucho que tenga que tomar esta decisión. Si desea regresar, no dude en hacerlo, su puesto la estará esperando.

Asentí mientras me ponía de pie.

—Gracias por la oportunidad y compresión, señor Cumberbatch. Ha sido un placer formar parte del internado.

Él abrió la puerta de su habitación y salí de allí con agilidad. Necesito llegar al cuarto y ordenar las cosas de mis hijos y las mías.

Subí las escaleras y pensé en detenerme delante de la puerta de Lizzie. Quería... Hablar una última vez, pero... Necesitaba tanto con ella...

Seguí mi camino, me metí en mi habitación y noté que Ryan acababa de recostar a nuestros hijos. Él acababa de dejar el cuento en la estantería.

—Debemos hablar, Ryan.

—Te has arrepentido de tu actitud, ¿no? —preguntó acercándose a mí con los brazos extendidos.

Lo aparté con brusquedad.

—Al balcón.

Él me siguió extrañado de mi actitud distante. Jamás lo había tratado de esa manera, muchas veces no congeniamos, pero jamás alcé la voz o me atreví a negarme a su contacto, pero verlo me provocaba un rechazo que lograba que mi bilis subiera con agresividad.

—Lo siento... No comprendo qué...

Fue un impulso del cual me arrepiento, porque yo no soy de esta manera, pero mi mano se estampó con agresividad en su rostro.

Volteó la cara debido al impacto, sostuvo su mentón con una de sus manos y me observó espantado.

—¿S-Scarlett?

—¡Eres un hijo de puta! ¡Infiel, malagradecido, bastardo! ¡No eres capaz de amar a nadie más que a tu jodido pene de mierda! ¡Eres un estúpido! —grité — ¡¿No te da vergüenza dañar a una niña?! ¡Tenía diecisiete y tu veintisiete años! ¡Estabas casado y tenías dos hijos! —lo empujé y él se apoyó contra el balcón — ¡Me das asco!

—¡Ella no significó nada para mí, amor! ¡Tú eres la mujer de mi vida! Me casé contigo, porque...

Otra cachetada. Él tomó mi muñeca luego de eso y la jaló molesto.

—¡Basta, Scarlett, respetame!

—¡¿Disculpa?! ¡Todo nuestro puto matrimonio ha sido sobre ti faltando a tu palabra y el poco respeto que me tienes, Ryan Reynolds!

Con una fuerza que desconocía me solté de su agarre y él retrocedió unos pasos.

—Lamento... Yo...

—Me das asco, y te juro por mis hijos que llegando a Madrid, nos divorciaremos. No quiero seguir atada a ti y a esto. Eres absurdo.

Él tragó saliva.

Laguna negra |Scarzzie|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora