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Scarlett.

—¡Buenos días, mami! ¡Buenos días!

Elliot saltaba sobre la cama, la emoción en su rostro no se podía disimular.

—Buen día, amor, ¿qué tal?

Estiré mis extremidades mientras me sentaba sobre la cama, Rose seguía durmiendo plácidamente. Ella realmente tiene el sueño pesado.

—¡Hoy será un gran día!

Elliot observó la ventana con adoración. El sol comenzaba a ser demasiado glorioso como para que la persiana detuviera aquellos rayos.

—¿Notas esa majestuosidad, amor? — pregunté y él giró un poco su cabeza.

—¿Qué es majestuo...Mejastu... Maje...sidad?

Sonreí. Despeiné sus cabellos dorados, él suspiró.

—Es algo magnánimo.

Asintió fingiendo que comprendía lo que dije, no preguntó más sobre eso.

—¿La señorita Elizabeth vendrá hoy?

Enarqué una ceja.

—¿Por qué, amor?

—Pues quiero verla. Ayer se ha quedado muy poco rato, me gustaría conocerla más.

La forma delicada y armoniosa en que mi pequeño intentaba marcar cada palabra de buena manera me hacía sentir orgullo. Soy una buena educadora y madre, sobre todo orgullosa.

—Creo que tal vez deberías decirle aquello cuando la veas.

Él asintió y luego se quedó en silencio total admirando sus manitas a contraluz. Me senté tras él abrazando su pequeño cuerpo y oliendo el dulce aroma que emanaba de su cabello. Esa mezcla de la colonia cara que traía en el bolso, su shampoo de coco y el sudor de niño pequeño...

Ese mismo niño pequeño que alguna vez estuvo en mi pecho, tomó leche de mis senos y me hizo sentir absoluta con un "mamá".

—¿Sabes? Estoy muy feliz de tenerlos aquí... Eras mi pequeño y de pronto, eres todo un niño grande...

—Es cierto, mami, ya soy grandecito — mencionó orgulloso — ya sé ir al baño sin cantar.

Sonreí.

—Recuerdo aquella canción... Oh, señor marinero...

—Señor marinero del pipí, no sea malo y déjeme ser feliz, yo solo quiero hacer pi-pííí — finalizó su canción entonando una perfecta nota.

—Dios, te amo tanto.

Mis besos en su cuello le provocaron cosquillas. Comenzamos a reír y aquello despertó a Rose quien se quejó de no estar incluida en los besos.

Elliot se acercó a ella para besarle el rostro con grandes besos. Me encanta la manera en que mis pequeños pueden quererse tanto, adoraría disfrutar de aquello con mis hermanos, sin embargo todos estamos tan grande que la adultez marcó una distancia entre nosotros, nos amamos, pero cada uno se encarga de lo suyo. Es todo.

—Iré a darme un baño, ¿estarán bien sin mí por quince minutos?

—¿Tienes algún cuento, mami?

Sonreí.

—Hay algunos en el estante junto al sofá...

Elliot corrió a buscarlos para luego lanzarse a la cama a leer junto a su hermanita. Les di una última mirada antes de meterme al baño y escuchar un ruido proveniente desde el otro lado.

Laguna negra |Scarzzie|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora