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Lizzie.

—Dios te ayude ahora que estarás lejos de nosotros. — dijo Florence tomando mi mano.

Sonreí mientras pasaba mi mano sobre la correa de mi bolso.

—Los veré en el receso.

—Sí, vendré por ti. — dijo Robbie rápidamente.

Asentí mientras seguía hasta mi salón, al ingresar me encontré con que la mayor parte de los estudiantes se encontraba allí. Puntuales.

Me senté en el final sin buscar otro asiento libre, aunque habían bastantes, muchos eran al final de todas formas. ¿Por qué todos aquí están tan emocionados de sentarse delante?

Mi mirada recayó en los árboles del patio. Es lindo, tanta vegetación incluso me hace sentir que el aire es más puro... y para ser una chica nacida y criada en la ciudad, es agradable encontrar consuelo entre un grupo de árboles y matorrales...

Los minutos pasaban y la maestra Johansson no llegaba. Algunos comenzaban a murmurar, otros estaban en el móvil, pero ninguno notaba que ya habían pasado los minutos necesarios para que una clase sea suspendida... ¿Qué? ¿Acaso nadie lee el reglamento?

—¡Buenos días! — la maestra Johansson hizo su entrada triunfal. Bastante agotada. — lamento la tardanza, tuve que hacer algunos llamados... ¡Ya saben! En este lugar es mejor hacer las cosas de forma independiente o nadie lo hará bien. — bromeó.

Todos rieron. Ella también.

¿Se ríe?

—¿Qué tal estuvo el resto de su día? — dijo tomando una tiza para escribir algunas cosas en el pizarrón.

—Agradable, pero ningún maestro fue tan divertido. — contestó una chica desde delante.

La oí reír nuevamente.

¿Se ríe en serio?

Traía una camisa a rayas y unos pantalones negros, ajustados y de tiro alto. Se viste realmente bien. Es gracioso que ni siquiera con tacones parezca muy alta.

—Bien, espero que pudiesen leer el texto que les he entregado el día de ayer. Hoy daremos un pequeño control con eso, no es difícil. La dificultad irá aumentando en la medida en que las clases avancen.

Todos acomodaron sus pupitres para dar un examen y sentí un sudor frío recorrerme la espalda. ¡No contaba con esto! Y no es que le diese una realmente buena impresión en un inicio como para ahora dar otra impresión de las mismas.

Los exámenes llegaron hasta mis manos e hice lo que cualquier persona que estuvo en coma un año y despertó para enfrentarse a la vida haría... Tomé el mío y dejé que los demás siguieran su camino.

¿Qué más podía hacer? No la conocía, no pretendía interrumpir su clase en medio de un examen cuando ella ya había llegado veinte minutos tardes. Nos tomarían muchos minutos de papeleo burocrático el confirmar que es mi clase y que en efecto, no estuve el día de ayer sino en otra, ya que su estúpi... Su sistema... Falló.

Los minutos siguieron, no sé cuánto les tomó acabar el bendito examen... Pero al finalizarlo, los llevaron hasta el escritorio de la maestra, luego de eso comenzaron a salir, por lo que me puse de pie.

Todos se despidieron de manera animada y ella respondió de igual forma. No ha de ser una amargada.

Me paré delante de su escritorio y ella se mantuvo firmando algunas cosas, hasta que decidió hablar.

—¿Necesitas algo? — preguntó sin apartar la mirada de su computadora.

¡Que genio!

—Sólo entregarle este examen. No pude contestar nada, porque no he leído el libro y...

Laguna negra |Scarzzie|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora