31°

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Lizzie.

Me desperté algo cansada. No dormí demasiado, pero creo que fue lo suficiente como para poder levantarme sin quejas.

Claro, es que si hubiese dormido tres horas, ni siquiera una lluvia de rocas me habría hecho ponerme en pie.

Ayer por la noche, Robbie ha tenido la increíble idea de quedarnos hasta el amanecer viéndolo. Estaba desanimada y sinceramente no tenía muchas ganas, pero luego pensé en lo estúpida que me siento dejando ir oportunidades en la vida que quizá solo estarán allí una vez. ¿Volveré a tener veinte años? ¡No! ¿Volveré a vivir una experiencia de estas? ¡Jamás!

Ha sido divertido. Él y yo observando el cielo mientras mil ideas ocurrían en nuestras mentes, y de hecho, fue agradable compartirlo con él.

Me puse de pie y me metí a la ducha aún recordando las risas que provocó el pelinegro. Realmente me gustaría darle una oportunidad a Robbie, pero no me he pasado la vida entera detrás de un hombre para dedicarle lo demás a otro... No puedo, simplemente no me da la gana.

Trato de no hacerme demasiado la cabeza con eso, porque lo aprecio, me parece interesante, pero noto sus intenciones y aunque es divertido decirle que es guapo y ver su rostro sonrojarse, no quiero estar con él.

Además ya me gusta alguien.

¡Ah! Es tan abrumador gustar de una mujer como ella. Es difícil, porque ni siquiera sé que... que... ¡Lo que le gusta! ¿No sería más fácil que a todo mundo nos gustara todo el mundo? Me ahorraría el torturarme pensando en lo heterosexual que puede ser, porque se ve. Ella jamás ha hablado de una mujer incluso si me confundo casa vez que me ve fijamente a los ojos. Jamás podría tomarme en serio y ya no sé como meterlo en mi cabeza. Porque cada vez que sus ojos se fijan en los míos siento que ella sabe que me debe algo y sólo debería cobrarlo... ¡Es una mujer con rostro de karma! Ese es el asunto.

¿Fue incómodo decirle sobre Aubrey? Algo, no voy a mentir. Sentí que de alguna manera le incomodaba, pero quiso darme el espacio de confiarle lo ocurrido. ¡Agh! Johansson no tiene ni un solo defecto. Bueno, ha de tenerlos, e incluso si al inicio me parecía pomposa y desagradable, creo que es increíble, y eso me aterra mucho más. No debería interesarme después de todo, pero allí está aquello, y no se va, aunque lo intente.

¿He visto a la maestra Plaza? No, no creo que la vea, nos estamos evitando, casi nos cruzamos y ella huyó. Creo que también se arrepiente... Es decir, yo no me arrepiento, es sólo que... ¡Me siento mal! He tenido sexo con ella pensando en alguien más, me he ido antes de que despertase y siento que cometí un crimen cada vez que lo recuerdo. Como si el hecho de haberme escondido entre sus piernas para robar algo de su calor, me hubiese vuelto una ladrona o peor.

-¡Elizabeth!

Oí los golpes en mi puerta. La fuerza de Tom no dejaba de sorprenderme, podía oírle reír incluso.

No he hablado mucho con Tom. No desde su declaración.

-¡Lizzie, abre ya!

-¿Qué diablos ocurre contigo? - pregunté molesta para encontrarme con una sorpresa.

Agradable.

James se encontraba junto a Tom. Ambos sonrientes. Mi hermano trae un presente entre las manos y Tom no deja de palmear su espalda.

-¿Hola?

-Hola, cariño. Te he extrañado, estaba de paso, acompañaré a Tom hasta la ciudad, su auto se averió.

-¿Y eso en qué me involucra?

-En nada. Solo venía a dejarte esto.

Extendió hasta mí un libro dorado de letras oscuras. Lo observé con detenimiento, pues me parecía lindo.

Laguna negra |Scarzzie|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora