80°

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Scarlett.

El hospital me daba pánico. No vengo aquí desde que Ryan se abrió la cabeza en nuestra último aniversario, llegó ebrio e hizo un alboroto, lo que acabó en él y un hospital.

Vi a James con un cabestrillo de color oscuro y un saco roto sobre sus hombros, su camiseta estaba empapada de sangre.

—¡James! —llamé. El rubio se giró y noté en su rostro golpeado que no había dejado de llorar.

—Scarlett, Scarlett...

Aquel hombre de casi dos metros, y que conocía tanto sobre literatura, parecía no saber nada sobre la vida misma en este momento.

Me abrazó. Se pegó a mí, sollozando. Pedía disculpas entre lágrimas.

—Yo debí... Yo debía, yo...

Mis brazos lo rodearon a duras penas, porque realmente solo pensaba en Elizabeth. Quería encontrarme con ella, quería saber qué ocurría.

—¿Cómo está? —pregunté. Jake apareció tras nosotros, venía en una silla de ruedas con un cuello ortopédico.

—Scarlett...

—Jake, ¿qué ocurrió?

James no dejaba de llorar. Jake se levantó a duras penas y su novio fue hasta él.

—Fue un accidente... La neblina nos atrapó, de pronto avanzamos y... Me desmayé, soy asmático y... Tanta humedad lo provocó. James no veía bien por el polvo de la tormenta y....

—¿Cómo está ella?

—Salió del pabellón hace un par de horas —murmuró.

No dije nada. Observé el espacio. Estoy angustiada. No he hablado con Ryan desde que acabó la tormenta, Tom me envió un mensaje y manejé lo más rápido que pude hasta llegar aquí, y lo he logrado, llegué pronto.

—Las calles estaban colapsadas —mencioné y James se giró a verme otra vez.

—Gracias por venir aún así...

Un sollozo escapó desde mis labios y aparté la mirada buscando una luz de esperanza entre tanta ruina. Es como si una avalancha de nieve persiguiera a mi novia, un accidente de auto... Sé que se lastimó la pierna, pero no era solo aquella cirugía. Tom no contestó mis demás mensajes.

Levanté la mirada, y de pronto oí la voz de un doctor. Elizabeth Olsen, familiares de Elizabeth Olsen.

—Aquí —dije casi huyendo de la escena. Jake y James venían tras de mí.

—¿Usted es?

—Su prometida —mentí. El doctor asintió algo apenado.

—Pues... De momento, pueden verla. La perforación en su torso no perjudicó ningún órgano, pero ha roto tres cortillas y dejó una montada sobre otra, hemos solucionado aquello con cirugía. También hemos redirigido el trabajo en su pierna, no sabemos cómo se levantó luego del accidente, no había manera de hacerlo sin que todo se moviera de su sitio, pero ella lo hizo. Recibió tres cirugías en la pierna, le haremos una radiografía allí y en el torso en cuanto despierte...

—¿Ella está bien? —pregunté espantada. El doctor suspiró.

—Ha peleado como nadie. Es joven, y sufrió lesiones que si bien vemos en otros casos... Ella luchó con garras y dientes para salvar a todos allí, lo logró, no sabemos cómo no se desangró sin con tanto movimiento. Su cabeza no tiene más que contusiones leve, esperamos ver cómo ocurre...

Llevé mi mano hasta mi boca, intentaba no llorar delante de él. Me ofreció un pañuelo, lo tomé.

—¿Puedo verla?

Laguna negra |Scarzzie|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora