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Scarlett.

Desperté cuando Elizabeth se levantó para ir al baño, eran las cinco de la mañana, la luz se colaba por las persianas de la habitación y me dejaba ver unos pocos rayos del sol.

Vi a la rubia salir del baño bastante aturdida y molesta por estar despierta. Reí internamente, la vi meterse en la cama, tomé su cintura y me permití inhalar el aroma de su cuello. Me gusta como huele, Elizabeth realmente siempre tiene un olor delicioso, no es empalagoso como la mitad de mis perfumes, es más bien... Un perfume imponente, no sé explicarlo, no sé de perfumes.

—¿Ya estás despierta? —preguntó y asentí — ¿Quieres ver el cielo conmigo en el balcón?

—Te enfermarás... —murmuré. Ella negó.

Se puso de pie, la vi acercar su ropa y lanzar la mía a la cama. Sonreí.

La seguí fuera sintiendo que era una pésima idea, pero en cuanto bajé las escaleras y vi la puerta abierta, pero a Elizabeth preparando té, me sentí complacida, es una manera de despertar que jamás imaginé. Beber té a las cinco de la mañana mientras veo el amanecer con un cachorro yendo y viniendo por el jardín.

—Dejé una manta grande en el columpio —mencionó. Su hermano y su novio colgaron una especie de banca que va de un lado a otro.

—¿Necesitas ayuda con algo?

—¿Luzco como alguien que necesita ayuda? —preguntó con arrogancia.

—Luces como una joven adulta malhumorada por la hora.

—No me gusta despertar sin que mi tanque esté lleno, no es personal... —murmuró y acercó un plato delgado —. Son galletas de arroz, no me gustan demasiado pero le di una mirada rápida a las cosas que tu nutricionista dice que puedes comer y compré algunas mientras esperabas a Ryan ayer.

No dije nada, pero tomé el plato y observé su rostro inexpresivo. Me detuve a su lado y besé su mejilla.

—Gracias por el detalle, amor —susurré. Ella sonrió y estiró sus labios para recibir otro beso mientras una de mis manos tomaba su cintura.

—Me gusta cuando me llama amor —susurró contra mis labios, volví a besarla, pero esta vez con una pasión menos discreta, lamí su labio inferior y mi lengua acarició la suya mientras sentía su mano llegar desde mi cuello hasta mi mentón atrayéndome a ella.

Parecía una competencia de velocidad y necesidad, pero en realidad solo estábamos deseosas de que alguna tomara el poder.

Nos separamos, ella respiraba agitada, de la misma forma yo, dejé un corto beso en sus labios antes de salir de allí.

Me encontré viendo el cielo junto a Piolín y mis galletas de arroz, mientras la chica más encantadora que he conocido en mi vida me preparaba el té.

—¿Sabes algo? Podría acostumbrarme a esto... —dije al cachorro quien se sentó en mi regazo escondiendo su rostro allí — ¿compartirías a mamá conmigo?

—Si él no contesta, lo haré yo. Estaría encantada de despertarme para hacer tu desayuno —murmuró dejando el té delante.

—Te quiero... —dije besando sus labios una vez más.

[•••]

Lizzie.

Me recosté en la alfombra, Piolín acaba de dormirse. He salido a correr con él, pues Scarlett dijo que leería un rato y yo debía darle su paseo a mi cachorro.

Vi a la rubia en el sofá, centrada en su libro, con los pies descalzos y su linda ropa formal. Trae las gafas puestas, ¿acaso le he dicho lo mucho que me gusta verla con gafas?

Laguna negra |Scarzzie|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora