94°

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Scarlett.

Elizabeth no dejaba de moverse por la cocina, y podía distinguir entre sus pasos ansiosos, que lo arruiné.

Jennifer y las chicas intentaron ayudarme, intentaron convencerme y aunque creí que estaba lista con ello, no fue así.

—Lo siento... —murmuré mientras veía mi café y su vapor me pegaba en el mentón.

Ella no contestó. El agua comenzó a caer sobre el lavabo. Ella me evita.

—Elizabeth, estaba ansiosa. He hablado demasiado, y lo lamento.

—No me importa lo que dijeras, me importa lo que realmente piensas, y si crees que por alguna razón te debo madurez o no he demostrado estar comprometida con la situación, me gustaría saberlo, y que tomemos distancia, porque yo no necesito reproches por lo que tú percibes —dijo rápidamente —. Pero no planeo discutirlo contigo en ese estado, toma tu café, date un baño y ve a dormir. Acabaré con los platos sucios.

—Lizzie, por favor, en serio no quería que esto se tornaría en una discusión.

Ella se giró molesta.

—¿Entonces en qué planeabas que se transformara esto? —dijo —. Porque solamente veo que me alejas con excusas que no tienen algo que ver conmigo, ¿he dicho o hecho algo que demuestre que en cuanto vea a una mujer de veinte años correré a ella? Creo que no. Creo que he sido clara desde el primer momento contigo, me gustas. Me gustas como nadie y te amo, estoy enamorada de ti, quiero casarme contigo, quiero una vida a tu lado. Me gusta aprender de ti, y me gusta estar con tus hijos, me gusta esta vida, la que tengo contigo, y si crees que eso cambiará es porque no me conoces lo suficiente, y no es tan romántico el descubrirnos si se trata de que lo básico sea motivo de sobrepensar.

No dije nada. He sido una idiota.

—No me refería a... Lo siento, en serio, sé que suena estúpido culpar a al alcohol, pero me puse de lengua suelta y...

—Dijiste lo que piensas. Ese es el problema, no es que lo digas, es que sientes que yo...

—¡No, no! Yo... Estoy ansiosa, hablé con mis amigas sobre esto y créeme que mis propias conclusiones fueron diferentes a lo que dije ahora. En serio lamento... Que creas que yo no confío en lo que tenemos. Debí preguntar por esto en otro estado y... No supe manejar la...

—Okay...

—En serio, lo siento tanto. No quería una discusión o algo, yo simplemente me... Tuve pánico.

—¿Por qué?

—La boda.

Elizabeth dejó los platos y secó sus manos antes de sentarse delante mío. Observé el anillo de su dedo.

—¿Qué te aterra de algo que aún no materializamos? Puedes arrepentirte...

—No es lo que quiero. Me aterra... Toda la ilusión que me hace vivir siendo tu compañera, me aterra pensar que... Algo malo ocurra, y quizá no merecerlo, o que tu vida esté detinada a... Un camino lejos del mío —me sinceré —. Temo que no seamos la una para la otra, porque...

—Le temes al amor.

—Sí.

Lizzie suspiró.

—¿Por qué me dices esto cuando ya estamos compartiendo un hogar? Si no te sentías lista, lo más sano...

—No, no, no me entiendes —la detuve tomando sus manos —. Te amo, me encanta amarte, y me imagino lo lindo que será despertar a tu lado el resto de mis días, pero... Ya viví esto, la ilusión. Yo sé que tú no eres Ryan, tu jamás me dañarías haciéndome sentir inferior, y sé que jamás me engañarías, pero... Me asusta perderte, porque creo que... ¿y si no hay nada escrito? Suena absurdo...

Laguna negra |Scarzzie|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora