50°

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Lizzie.

—Creo que lo justo sería que no intentaras nada —admití viendo a Elliot observando las cartas de Robbie —. Ha dicho que ya volvía, ¿en qué cambia que veas sus cartas además de que sabrás si ganas o no?

Él bufó. Robbie llegó y en la lejanía vi a Plaza. Recordé mi charla con Ashley luego de que James, ella y yo tuviésemos una noche de hermandad acompañada de revelaciones de toda índole.

Ella insistió en que debería hablar con Plaza en vez de seguir evitándola y viendo como ella me evita también, pues incluso si no podría corresponder sus sentimientos hasta que alguien borrara a Johansson de mi mente, acostarme con ella no es algo de lo que me arrepienta.

Me puse de pie dejando las cartas allí.

—¿A dónde vas? —preguntó Elliot y Robbie me vio extrañado.

—Denme cinco minutos.

—¿Uh? —preguntó el pelinegro, pues acababa de sentarse con nosotros y yo me iba.

Seguí mi camino ignorando sus miradas atentas, e intercepté a Plaza junto al baño.

—Aubrey, ¿podemos hablar? —hablé algo atropellada en mis palabras.

Ella se sonrojó casi de inmediato y me observó como si fuese un fantasma. ¿Es tan extraño que desee hablar con ella? Es decir, tuvimos sexo, no es algo de lo que debemos avergonzarnos, más allá de que es mi maestra, pero... ¡Tengo casi veintiún años!

—Hola, primero que todo —saludó y me sonrojé. Mierda —. Segundo... ¿Aquí? ¿Frente a todo mundo?

—No es todo mundo, son mis amigos —dije viendo que solo ese par nos observaba.

Ella negó y algo nerviosa retrocedió unos pasos alejándose de mí.

—Preferiría que fueses a mi habitación a la tarde, no quiero... Problemas por...

—De acuerdo. Allí estaré —dije rápidamente. Ella asintió, me alejé sin decir algo más.
Suspiré.

Volví al sitio en donde mis amigos se encontraban. Elliot lanzó mis cartas y Robbie se espantó al ver la rapidez de sus movimientos.

—¡Tramposo!

—¡Tenía que hacer algo! —se excusó.

—¡Robbie, no me defendiste!

—Estaba pendiente de Plaza y... —dijo observando tras de mí.

Me giré a ver y noté que ella seguía de pie allí, observando la nada y jugando con sus manos. Es como si un fantasma se hubiese detenido delante de ella, pero no. He sido solo yo.

—¿Todo bien? —Robbie insistió y asentí.

—Deja de hacerle escenas de celos a Lizzie, Roberto —se burló Elliot. Él bufó.

—No las hago. Somos amigos.

Robbie y yo compartimos una mirada extraña. Él acababa de dejar en claro nuestra situación, pero yo no soy idiota. Sé que le gusto, y sé que lo dice más para él que para mí, pero honestamente no puedo ofrecerle nada que vaya más allá de algo físico, porque mi corazón sigue de luto.

La diferencia entre este luto, y el único que había experimentado antes, es que... Ahora sé que puedo permitirme soltar y sanar esto como yo lo deseé, porque sé que no voy a morirme por extrañarla, y también sé que... Soy libre de hacer lo que desee, no le debo nada a Johansson, ni ella a mí, y es justo eso, todo gracias a nuestra charla previa a su huida perfecta.

—Tierra llamando a Lizzie, te hemos perdido en la base. Cambio —bromeó Robbie.

Reí al oírlo hacer un ruido de radio. Es gracioso.

Laguna negra |Scarzzie|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora