33°

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Lizzie.

—Tengo algo que comentarte.

—¿Es relevante?

—Creo. Algo así.

James levantó la mirada desde el sofá que había acomodado junto a mi ventana. Daba directamente al jardín, casi cerca de la laguna.

Esa laguna que nunca me detuve a ver más de un segundo entre lo que iba y venía por la habitación.

—¿Te estás limitando por algún factor en particular?

—No sé cómo responder a eso.

—Es una mujer. Es Johansson.

—No es ella — hablé de forma pausada —. Te he visto traerla.

—Mujer de pocas palabras. No comprendo demasiado su existencia.

—No debes comprender a todos. Los humanos somos mundos complicados, un punto y aparte, sobre todo los autores.

—¿Escribe?

—A veces. Me ha enseñado algo.

—Cuidado. Cortázar solía decir que enamorarse de alguien que escribe es peligroso.

—Cortázar no dijo eso.

—No exactamente. Dijo que debíamos tener cuidado...

—Deja de citar autores, no es un momento literario. Hablamos de mi vida.

—Es lindo romantizar tu vida a través de versos de extraños, ¿no te causa placer toparte con una frase, un personaje o un libro con el que empatizar o relacionarte? Es lindo. Menos soledad si tienes un libro.

—Decía Zweig que desde que existe el libro nadie está ya completamente solo.

—Es justo eso. Todo es literatura.

—Te odio.

—Fomento tu capital cultural.

Suspiré. Debería decírselo rápido, y así él me daría su consejo más sincero, o eso esperaba.

—Me acosté con Aubrey Plaza. La mujer que creías que me gustaba. Tuvimos sexo, y he huido de enfrentar la situación. No sé qué hacer.

James no dijo nada. Analizaba mi rostro, eso lo noté, pero no parecía querer hablar.

—¿Y bien?

—¿Johansson sabe?

—Fue la primera en saber.

—¿Qué dijo?

—No mucho. No es su área. Es heterosexual.

Él rió levemente y observó el resto de la habitación.

—Te dejaré un librero lo suficientemente grande como para que puedas acomodar lo que desees — cambió de tema.

—Te he dicho algo.

—Y seguramente cambiaré tu cama. No me gusta, me parece poco cómoda, espero estés de acuerdo en eso. Tendrás un buen espacio, aunque no puedo remover la inútil mesa del centro de la habitación. Lamento eso.

Observé el mueble mencionado. La mesa atornillada en la mitad de la habitación. Sin ser útil.

—¿No oíste lo que dije?

—Iré por las cosas, mañana regresaré, te quedarás conmigo esta semana, mientras mejoran tu cuarto. Te traeré a las clases temprano.

—¡James!

—Quieres a Johansson. No hay más en lo que pensar.

—Pero...

—Mañana hablamos.

Laguna negra |Scarzzie|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora