Capítulo 2

632 61 3
                                    

—¿Te gusta lo que ves, eh?

Sus ojos tenían un brillo especial mientras admiraban mi cuerpo desnudo balanceándose sobre él, ocupando mi diestra para acorralarlo sin posibilidad de escape, y dejando que mi zurda bombeara lentamente la erección que hasta hace pocos minutos mi bóxer sostenía.

—Tae...

—¿Mh?

Sus intentos vanos de cubrir su entrepierna con aquella camiseta, incrementaron mi deseo de por fin cogerme ese culo que ha estado negándome todo este tiempo. Me sostuve sobre mis rodillas ya posicionadas a la altura de sus muslos y sin esperar una señal suya, tomé el borde de aquel retazo de tela y con ayuda de mis dos manos, desgarré la costura con una brutalidad que desembocó sorpresa. Esa mierda no iba a privarme del grandioso panorama de esos muslos muy bien formados y deseables.

Si bien no rompí la prenda para quitársela, logré abrirla cinco centímetros sobre su tierno obligo, el cual dejaba en evidencia su agitada respiración tras observar lo sucedido. Aproveché su conmoción para separar sus piernas y recoger sus rodillas sobre su estómago. Una sonrisa se pintó en mis labios al hallar esa entrada cerradita entre sus nalgas, iba a romper las reglas, empezaría por el final. Él no me dejaría con las ganas jamás.


Jungkook levantaba su cabecita para poder alcanzar mis ojos, mas se dejaba vencer cuando la vergüenza le inundaba en sudor. No lo pensé mucho, de hecho recordé algunos de mis encuentros con otros chicos mientras conducía el glande sobre el borde de su entrada, sujetando mi pene desde la base. Intenté meterlo con fuerza y de un solo intento, sin embargo fue cosa imposible, él estaba muy estrecho como para lograrlo. Solté un soplido, Jungkook no era virgen, pero su culo lucía como tal.

Deslicé mis manos entre sus muslos y me detuve sobre ellos para sostenerlos en caso de que él tuviera planeado cerrar las piernas, y me acerqué sutilmente hacia el borde de su interior ansioso de dejar un rastro de saliva que por supuesto causó una reacción en él. El gemido chillón causado por la sorpresa me alentó a continuar la faena.

—T-tae n-no...

Escupí sobre el borde y dejé que mi diestra soltara aquella pierna, solo para que se ocupara de deslizar el fluido en su interior. Él se removió con un simple toque y su respiración se hizo más pesada, por ello escupí una vez más sobre el borde y metí mi dedo, internando la saliva hasta un rincón considerable, solo para disfrutar de aquella preciosa vista de Jungkook temblando y tan agitado sin razón respetable.

Me incorporé sobre mi sitio, repetí el monótono proceso de rozar el ápice de mi masculinidad por su entrada, dejando que lentamente él me aceptara a medida de mi ingreso. Moví la vista hacia su rostro, sus ojos se encontraban clavados en mí, no deshice el encuentro, sostuve su mirada con la mía mientras se la metía con menos dificultad.

Él en algún punto no pudo soportarlo, gimió agudo y dejó caer su cabeza sobre las sábanas, con los ojos muy bien cerrados. Agradecí su rendición


mucho antes de que observara mi expresión excitada y casi sorprendida al apreciar cuán estrecho se hallaba. Sus manos tomaron las sábanas y las sujetaron con una fuerza desgarradora, probablemente con la misma fuerza con la que yo terminé por metérsela. Suspiré de satisfacción y él gritó de dolor mezclado con placer, ¿cómo puede ser capaz de excitarme eso en esa situación?

—¡D-duele, ah!

Tomé su cadera y me impulsé de ella para embestir su interior sin remordimientos o con intenciones de parar. Sus manos dejaron de sostener las sábanas e intentaron empujarme por el estómago para que me detuviera, yo me llené de la desbordante sensación de placer al sentir esas ardientes paredes cerrándose con fuerza sobre mi erección y de esa visión enferma de su boca soltando gemidos de dolor combinados con sensualidad.

—Oh bebé...

—T-tae, e-espera.

Sus manos dejaron de intentar alejarme, retomaron su intenso agarre sobre las sábanas. Fueron las lágrimas las que intervinieron apoderándose de sus mejillas; no sabía que Jungkook podía gemir tan alto y agudo. Lo supe en ese momento e ingresé con más fuerza, con tanta que estaba seguro de que mínimo, Jungkook no podría sentarse bien en días. Esbocé una sonrisa al vernos en aquella situación, aunque una rabia contenida me invadiera, no entendí la razón, pero esa rabia me dio más fuerzas para cogérmelo como lo imaginé desde la primera vez que vi su culo.


No me negué la visión de su cuerpo ni un solo segundo, observé hasta el último rincón de piel visible. La manera en la que sus pezones eran expuestos tímidamente por la tela rota sobre su pecho. La manera en la que su cintura curvilínea me advertía cuán delicada podía ser al tacto. Sus gemidos, sus lágrimas, sus boca roja e hinchada dejando escapar chillidos a mi nombre. Él.

Me sentí ridículo al ponerme a pensar en eso en pleno acto, yo no iba por cursilerías, desvié la vista hacia abajo. Me concentré en la erótica visión de mi pene internándose en su entrada, desapareciendo tras enterrársela hasta el fondo, dejando de rastro un sonido morboso provocado por el choque de mi entrepierna y su trasero. Cerré los ojos, seguí embistiendo con la misma intensidad brutal que terminó por hacerle gritar de placer. Me sentí aliviado al no escuchar más sollozos, sino mi nombre en gritos erráticos.

Salí por completo diez minutos después, dejé que sus piernas cayeran a mis costados. Sus ojos de inmediato se abrieron tratando de adivinar qué sucedería después. Fui muy obvio al palmear su trasero en tanto intentaba mover su cadera indicándole que deseaba que se volteara, él asintió como un tonto y obediente niño. Tuve que ayudarle a girarse sobre sus rodillas, pues sus piernas se encontraban tan temblorosas que dudé de su capacidad de hacerlo solo.

La visión de su trasero desde esa posición era otra cosa, igual e incluso mejor que hacérselo con las piernas abiertas. Recogí sus rodillas sobre las sábanas y jalé su cintura hacia atrás, hasta que su culito volviera a impactar contra mi entrepierna. No esperé a que él estuviera listo, actué a medida de mi necesidad y me interné en su interior siguiendo el mismo ritmo veloz y certero del comienzo.


Por algún motivo recordé la línea de una canción que Yangmi escribió una vez sobre mi muñeca con tinta permanente: "Your skin makes me cry", de la cual no entendí el significado hasta este momento. Recorrí el cuerpo de Jungkook con la vista, admiré cuán delicado lucía a causa de los temblores incontrolables y su delgadez atractiva. Tiene una piel tan pura, como un lienzo en blanco siendo marcado por mis dedos. De pronto sentí melancolía y una paz a medias. No había notado que él estaba asustado, pero luchaba por ser valiente, porque se estaba entregando a mí...

Deslicé mis manos hasta su cintura para incorporar su cuerpo sobre sus rodillas, tuve que abrazarle con fuerza para mantener su espalda muy pegada contra mi pecho. Jungkook dejó caer su cabeza sobre mi hombro, dejándome la extensión de su cuello a total disposición, no dudé, comencé a besar su piel dejando rastros de saliva en donde seguramente quedarán marcas.

—T-tae... dios.

—Quedarás muy bien cogido, bebé. Eres mío.

—Tuyo... s-sí, ah, tuyo.

El intenso ritmo continuó y más tarde me vi obligado a cubrir su boca con una mano si es que quería evitar que la vieja de arriba viniera a joderme como siempre.

Le dejé caer con cuidado, tratando de cuidar de él. Solté un suspiro pesado al saber que no podría hacerlo por mucho. Salí de su interior solo para meter un par de dedos en el mismo lugar, admirando cuán abierto había quedado, él no podría fingir ser virgen jamás en su vida, desde ahora.


—Kookie.

—M-más...

Me removí dentro sin mucho interés, ignoré su pedido que más lucía como suplica, acompañada de movimientos desesperados hacia atrás para que me lo volviera a coger. Dejé que mis dedos ocuparan su espacio dentro y con mi mano libre conduje a mi pene de vuelta hacia el orificio. Ingresé con torpeza, tratando de abrirme espacio en el reducido sitio que mis dedos dejaron para lo demás.

Jungkook gritó con fuerza, tendría que ser paciente y abrirse un poco más. Supuse que el proceso fue doloroso, pues él volvió a tomar las sábanas con fuerza mientras sollozaba de vuelta. Aquello no evitó que lograra mi cometido e ingresara de nuevo y de lleno en su interior, tampoco evitó que yo me moviera dentro, embistiendo cada rincón y golpeando su próstata en diversas ocasiones. Una y muchas veces más, hasta perder la cuenta.

—Querías más, perrita.

—T-tae...

Ambos lo disfrutamos más tarde, cuando él humedeció las sábanas con su semen y yo me corrí en su interior, asegurándome de que mi esencia le marcara como propiedad mía. Aunque no entendiera muy bien todas las sensaciones en mi pecho y la extraña satisfacción de tenerlo entre mis brazos.

Es que Jungkook me gusta y me excita, y pienso que eso pasa con todos mis ligues. La diferencia está en que Jungkook es mi novio y... solo eso...


Cuando solté su cintura, se desplomó vilmente sobre las sábanas siendo incapaz de levantarse por sí mismo. Antes de ayudarle a limpiarse, contemplé el recorrido erótico de mi semen deslizándose por sus muslos junto a residuos rojos de sangre.

—Lo siento... —susurré despacio.

Jungkook se giró un poco solo para abrazar mis hombros con fuerza.

Cogerlo fue delicioso, tal y como lo imaginé, justo así.

—Tae... te amo —dijo con una firmeza que me hizo estremecer.

No supe qué decir, no podía simplemente mentirle, tampoco podía admitir que esto había sido diferente, no sé en qué sentido, pero lo fue. Así que callé su boca con un beso que selló un juramento que desconocíamos.

Nos besamos sin saber que forjábamos un destino.

Era el inicio de la noche y de nuestra "relación".

Solo era eso, una noche más. Pero se trataba de ella, se trataba de Yangmi. Las cosas con ella tendrían que ser diferentes, no se trataba de otro acostón más, pero lo sentí igual. No hay sentimientos de por medio, aunque desee tanto poder jurarle amor eterno al observar esa sonrisa radiante.

Deseaba un cigarrillo.

—¿Amor?

—¿Sí?


—¿Te gustó? ¿Lo hice bien? —Hay inocencia en su mirar y en la manera tímida en la que cubre su cuerpo con las sábanas.


—Claro que sí.

Bueno... fui yo el que hizo todo el trabajo, ella solo se dedicó a disfrutar y a gritar. Bufé, ¿de qué estaba hablando? Ella es la mujer de mi vida, ¿por qué comenzaba a juzgar?

Necesitaba un cigarrillo.

—Tú fuiste magnifico... —Lo sé.

No necesitaba observar su rostro para saber cuán sonrojada se encontraba.

—Gracias por el cumplido.

Tomó un marcador y comenzó a escribir sobre mi brazo, mientras Radiohead sonaba de fondo en su habitación. Su casa se encontraba vacía, su padre algún día se enteraría que me cogí a su hija en su propia casa y qué más daba. No me importó cuando admiré su bonita caligrafía plasmada sobre mi piel con la línea de la canción de fondo.

—Tae, te amo.

¡¿Dónde mierda está mi cigarrillo?!







Jungkook, el chico flor ➳taekook [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora