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A ESTA ALTURA, ESTOY SEGURA QUE PODRÍA CALIFICAR COMO CORREDORA PROFESIONAL. Debería anotarme a alguna maratón.
Estábamos exhaustos, pero no podíamos detenernos. Rachel nos mantenía alejados de las trampas, pero nos movíamos sin otro objetivo que alejarnos de aquella siniestra montaña y del rugido de Cronos.
Nos detuvimos en un túnel de roca blanca y húmeda que parecía formar parte de una cueva natural. No oía que nos siguiera nadie, pero no por eso me sentía más seguro. Aún tenía presentes en mi imaginación aquellos ojos dorados y antinaturales en el rostro de Luke, y también la sensación de que mis miembros se iban petrificando poco a poco.
Pero lo que no podía borrar de mi mente, era la manera en que los ojos de Alessandra se suavizaron y me dio la oportunidad de escapar. Algo no encajaba.
—No puedo seguir —jadeó Rachel, llevándose las manos al pecho.
Annabeth no había cesado de llorar durante todo el trayecto. Se desplomó y escondió la cara entre las rodillas. El eco de sus sollozos rebotaba por todo el túnel. Nosotros nos sentamos juntos, dejando nuestras espadas en el suelo. Nico se acurrucó contra mí, tembloroso.
—¡Vaya mierda! —dijo, expresión que me pareció que resumía bastante bien la situación.
—¡Nos has salvado la vida! —dijo Percy.
Nico se limpió el polvo de la cara.
—Ya te dije que nunca dejaré a Dari sola si está en peligro —espetó—. Además, las chicas tampoco querían irse, es en lo único en lo que estaban de acuerdo: debíamos ir a ayudarte o acabarías fastidiándolo todo.
—Es agradable saber que confían tanto en mí. —Percy iluminó la cueva con la linterna. Caían gotas de las estalactitas, como una lluvia en cámara lenta—. Pero tú, Nico... te has delatado.
—¿Qué quieres decir?
—Hombre, esa columna de piedra... Ha sido impresionante.
—Si Cronos no sabía quién eras, ahora ya lo sabe... un hijo del inframundo —dije preocupada.
Nico frunció el ceño.
—¡Me da igual!
Decidí no insistir, aunque estaba haciendose el fuerte, sabía que estaba asustado. Sus manos no dejaban de temblar. No le faltaban motivos, la verdad.
Annabeth alzó la cara. Tenía los ojos irritados de tanto llorar.
