Las próximas semanas fueron un caos; Mucho trabajo, una niña pequeña a la cuál cuidar y muy poco tiempo para seguir su relación.
Eso les pasaba a Betty y a Jughead. Se estaban quedando sin tiempo para ellos, su familia y hasta su propia hija.
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Betty estaba en su oficina, en la empresa, atendiendo un sinnúmero de llamadas telefónicas que tenían que ver con el trabajo, y también organizando y firmando muchos papeles. Últimamente su día consistía en estar muy ocupada, y para su esposo también.
—¿El lunes? Me parece perfecto. No... Gracias a usted— Hablaba Betty por teléfono. —De acuerdo, pase buenas tardes— Colgó.
Después de colgar aquella llamada, la rubia se sentó frente a su escritorio y soltó un profundo suspiro, cansada cuando el día apenas estaba empezando.
—¡Hola!— Saludó Verónica, entrando a la oficina de su mejor amiga con una sonrisa, en compañía de Toni.
—Valla... ¿A tí qué te pasa? Es temprano y ya te veo con los ánimos en el suelo— Dijo Toni, acercándose al escritorio de la rubia junto a la morocha.
Betty suspiró, mirándolas. —No tienen idea de todo el trabajo que tengo. Amo lo que hago, pero a veces es... Es abrumador—
—Entendemos, B— Aseguró Verónica, sentándose frente a ella y poniendo su mano sobre la de ella por encima de la mesa.
—A veces el estrés es bueno, pero no en exceso— Opinó Toni. —Y pensamos que si salías con nosotras hoy, tal vez olvidarás un poquito ese estrés—
—Chicas, me encantaría— Admitió Betty, mirándolas. —Pero tengo demasiadas cosas por hacer y creo que hoy no tendré tiempo, perdón—
—Descuida, habrá más días para salir de compras— Alegó Verónica, poniéndose de pie. —Mientras tanto, nos vemos después, B. Cuídate—
—Cuídate, hermosa— Le pidió también Toni, lanzándole un beso al aire.
—Las quiero— Se despidió Betty, sonriéndoles.
Las chicas se fueron entre risas y conversación de la oficina de su amiga, y Betty continuó ahogándose en ese mundo laboral de aquella oficina.
Había perdido la noción del tiempo hasta que alguien tocó a la puerta de su oficina, y era alguien que ella conocía casi tan bien como a ella misma.
Era Jughead, y llegó con un hermoso ramo de flores de girasol, sus favoritas.
—¿Qué haces aquí?— Le preguntó Betty al ojiazul, mirándolo con una sonrisa.
Jughead sonrió y se acercó a ella, dejando un beso en sus labios. —Se dice "hola mi amor, me alegra verte"—
Betty soltó una pequeña risa y besó sus labios con cariño. —Lo siento Juggie—
—Ésto es tuyo— Dijo Jughead, tendiéndole el ramo de flores. —He estado todo el día sin verte y te extrañaba—
Betty sonrió una vez más, tomando el ramo de flores y dejando otro beso en los labios de su esposo. —Están hermosas, te amo—
—Yo más, amor— Contestó el ojiazul. —¿Estás ocupada? Salgamos a caminar un rato, tomemos aire. Hemos trabajado mucho y nos lo merecemos—
—Tienes razón. Voy— Avisó, poniéndose de pie. De repente sufrió un mareo tan fuerte que tuvo que apoyarse sobre el escritorio.
—Wow— Dijo Jughead, acercándose y rodeándola con sus brazos. —¿Qué fue eso?—
—Nada, nada. Supongo que... Fue sólo un... Un mareo— Admitió, casi sin voz, abrazándose a Jughead.
Jughead la abrazó, asustado, viendo que ella se estaba desvaneciendo en sus brazos. —Betty... ¿Qué ocurre nena? Betty...
Ella se había quedado inconsciente en sus brazos, solo así. Acababa de desmayarse en sus brazos de repente y eso lo hizo entrar en pánico.
—Betty... Amor por favor escúchame, reacciona— Le habló, moviéndola para despertarla, pero fue inútil.
Ella no reaccionaba y su respiración era muy débil. El ojiazul no perdió tiempo y la cargó, la sacó del edificio y la subió al auto para conducir de inmediato al hospital, sin darle explicaciones a nadie.
Condujo lo más rápido que pudo hacia el hospital, la llevó a emergencias y unos enfermeros se la llevaron. No le quedó más opción que esperar, y esperar era lo que más odiaba en el mundo.
No tenía ni la menor idea de lo que estaba pasando, y eso lo preocupaba todavía más. Perdió la noción del tiempo cuando la doctora salió a su encuentro.
—¿Familiares de Elizabeth Jones?— Preguntó la doctora por el apellido de casada de la rubia.
—Soy su esposo, doc— Dijo Jughead, poniéndose rápidamente de pie y acercándose. —¿Qué le pasó? ¿Ella se encuentra bien?—
La doctora sonrió. —Ella ya está bien. Pase a verla—
Jughead dió un pequeño salto de la felicidad, y siguió a la doctora hasta la habitación en la que estaba su esposa. Ella estaba sobre una camilla y se veía cansada, pero estaba consciente.
—Juggie...— Murmuró Betty en voz baja, sonriendo al verlo.
Jughead se acercó a ella y besó su frente, sentándose a su lado. —Amor... ¿Cómo te sientes?—
—Sólo un poquito mareada— Confesó, mirando a su alrededor, confundida. —¿Dónde estoy? ¿Mi hija está cerca?—
—Emma está con tus padres, recuerda que se la dejamos por hoy. Te desmayaste en tu oficina cuando te llevé unas flores y no sabes cómo me asusté— Admitió Jughead, acariciando su mejilla.
—Hola Elizabeth— La saludó la doctora, acercándose con una sonrisa. —¿Te sientes mejor?—
—Un poco mareada pero... ¿Qué ocurre? ¿Es malo?— Preguntó la rubia, preocupada.
La doctora negó, con una sonrisa. —Tu presión bajó de golpe y eso provocó el desmayo, pero ya estás bien— Sonrió una vez más. —Pero ocurre algo más—
—¿Qué ocurre?— Preguntó Jughead, asustado.
—¿Es malo?— Preguntó Betty, con miedo.
La doctora negó. —Es sólo que estás embarazada, Elizabeth—
Betty quedó atónita. Abrió los ojos como platos y miró a su esposo, quien reaccionó igual.
—Dios... Estoy... Embarazada de nuevo— Admitió, aún sin poder creerlo, mirando a Jughead.
Jughead empezó a reír de repente y a llenarle la cara de besos a su esposa. —Mi amor... ¿Embarazada otra vez y no me dices nada?—
—Es que yo no sabía— Contestó Betty, emocionada, abrazando a su esposo mientras lloraba de la felicidad. —Tendremos otro bebé...
Jughead la abrazó más fuerte mientras le llenaba la cara de besos. —Te amo hermosa—
Otro bebé 😍👶❤️
Samy ❤️
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°Dulce Matrimonio° 'Bughead'
Fanfiction¿Qué pasaría si tuvieras que casarte por conveniencia?