En dos meses pasaron bastantes cosas; Lo del bebé de Betty y Jughead se hizo público después de que sus amigos se enteraran y enloquecieran de felicidad. Jughead no faltó a ninguna de las citas prenatales de su esposa y estaba cada vez más sobreprotector, hasta llegar a cansarla a veces.
Los dos estaban esperando a su primer bebé con mucho amor y pronto iban a saber su sexo.
Esperaban que nadie se interpusiera, porque después de todo habían dejado fantasmas del pasado sueltos.
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Un lindo sábado en la mañana, Betty y Jughead quisieron caminar un rato por el parque, tomados de las manos, aprovechando su tiempo juntos porque hoy no estaban trabajando.
—El lunes vamos a saber el género de nuestro bebé— Recordó Betty, contenta, caminando con su novio tomado de manos en el parque.
—Yo siempre quise un niño— Admitió Jughead, caminando con su esposa y con una gran sonrisa. —Un varoncito que salga igualito a mi—
—O tal vez una nena. A mí no me importa lo que sea o a quien se parezca. Si se parece a su papá será muy apuesto o apuesta. Pero si se parece a mi, mucho mejor— Aseguró la ojiverde, presumida.
—Lo mejor será que sea un niño. Va a ser un niño— Sentenció Jughead, seguro.
Betty abrió su boca para protestar, hasta que vió a un señor vendiendo algodones de azúcar. —¡Juggie! ¡Algodones de azúcar! ¡Mira!— Chilló, emocionada.
Jughead rió y besó su mejilla. —Tranquila mi amor. Ya voy a comprarte uno— Dijo, sacando su billetera.
—¡Se va! ¡Alcánzalo Jug!— Exigió Betty.
—Ya voy mi amor. Espérame aquí y no te muevas— Le pidió, largándose a correr detrás del señor de los algodones de azúcar. —¡Hey! ¡Señor, detengase!—
Betty reía mientras veía a su esposo intentar detener al señor de los algodones de azúcar, y se sentó sobre una banca para seguir admirando el espectáculo hasta que alguien que ella no conocía se apareció.
—Hola— Saludó una chica rubia y delgada, mirándola.
Betty la miró y le sonrió amablemente. —Hola. ¿Nos conocemos?—
Ella negó. —No creo, soy Cora Cárter. Pero a quien sí conozco es a tu esposo—
—Mucho gusto, soy Elizabeth Cooper. ¿De dónde conoces a mi esposo?— Preguntó, extrañada.
—Fuimos cercanos, por así decirlo— Contestó Cora, fijándose en el vientre de casi cinco meses de la ojiverde. —Jughead ha estado ocupado, por lo que veo—
—Oh, estamos esperando a nuestro primer hijo. Tenemos un año y varios meses de casados— Anunció Betty, feliz, con una mano sobre su vientre.
—Jughead y yo éramos tan cercanos que había una química especial entre nosotros. ¿Sabes?— Le dijo Cora, cínicamente. —Pero de repente se alejó, y resulta que fue por casarse contigo—
—Perdón pero... ¿A qué quieres llegar con esto?— Le preguntó Betty a la chica, ya extrañada.
—Nada... A decirte que pienses si él de verdad te ama, porque el que se casaran de la noche a la mañana y lo alejaras así me parece raro— Opinó Cora, encogiéndose de hombros y alejándose.
Esas palabras dejaron a Betty confundida y pensativa, y con algunas dudas en su cabeza.
—Ya regresé, amor— Avisó Jughead, con un algodón de azúcar en mano. —Perdona la tardanza, ese señor quería robarme—
—Está bien— Contestó Betty, con la mirada baja.
Jughead la miró, extrañado, y se sentó a su lado. —Hey... ¿Qué tienes mi reina?—
—Nada— Negó, mirándolo. —¿Podemos irnos a casa?—
—Claro, aquí tienes tu algodón de azúcar mi amor— Le dijo, tendiéndole su algodón.
—No te molestes pero... Ya no lo quiero, tú cómetelo— Le pidió, poniéndose de pie.
—Pero mi amor... Perseguí a ese señor por todo el parque y discutí con él para complacerte con tus antojos. ¿Ahora por qué no lo quieres?— Le preguntó, extrañado.
—El bebé ya cambió de opinión— Respondió Betty, encogiéndose de hombros. —Por favor, vámonos a casa—
—Claro, nos vamos pero necesito una explicación, Betty— Exigió el ojiazul, poniéndose de pie frente a ella. —¿Qué pasó mientras estuve comprando el algodón de azúcar?—
—Nada, Jughead. Ahora vámonos a casa— Exigió Betty, enojada, empezando a caminar.
—Pero si nos vamos a casa, en casa me darás una explicación de lo que está pasando, Betty— Pidió Jughead, tomándola de la mano, deteniéndola. —Somos un matrimonio y debemos contarnos las cosas. No debemos ocultarnos nada. Eres mi esposa—
—¡Lo sé!— Contestó Betty, ya cansada, tomando aire para tranquilizarse. —Lo sé. Es sólo que... A veces me pregunto qué tan sólido es nuestro matrimonio—
Jughead la miró con una ceja alzada. —¿A qué te refieres?—
—A lo que sientes por mi. Pero no quiero hablar de eso— Se negó la ojiverde, dándole la espalda a su esposo.
—Betty— La llamó Jughead, firme. —Betty, vuelve aquí. Nadie se irá a ningún lado hasta que...
Dejó de hablar cuando en un abrir y cerrar de ojos pasó algo desgarrador; Justo cuando Betty iba alejándose, haciéndose la sorda ante el llamado de su esposo, un auto blanco entró al parque y la derribó.
Aquel auto la había atropellado, dejándola totalmente inconsciente en el suelo, sangrando.
Ahí el mundo de Jughead cayó.
—¡Betty!— Gritó, corriendo a ella para tomarla entre sus brazos, llorando de la desesperación. —Oh por Dios no... Mi amor por favor reacciona—
Ella no iba a reaccionar; Su cabeza y su nariz sangraban, y con un embarazo de casi cinco meses había demasiado en juego.
Jughead la tomó entre sus brazos y la llevó hacia su auto, que estaba estacionado frente al parque, para llevarla lo más rápido posible al hospital. Ni siquiera se detuvo a pensar quién había sido la persona que se metió al parque específicamente a atropellar a su esposa.
Ahora mismo sólo podía pensar en salvarla a ella y a su bebé.
Al llegar al hospital, se la llevaron a ella de inmediato y al ojiazul no le quedó más que esperar. Todo había pasado tan rápido que el aún no asimilaba lo que estaba pasando.
Que de repente la vida de su esposa y el bebé de ambos corriera peligro.
Lo siento, no me maten 🥲
¿Teorías sobre lo que pasó?
Samy ❤️
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°Dulce Matrimonio° 'Bughead'
Fanfiction¿Qué pasaría si tuvieras que casarte por conveniencia?