En el hospital, trasladaron a Betty y a la bebé a una habitación con la mayor comodidad posible, y Betty y Jughead no podían parar de admirar a su tercer y último retoño; Aunque ya habían procreado otros dos hijos, traer una nueva vida al mundo no dejaba de ser algo hermoso, un milagro, algo maravilloso, algo muy de ellos, de los dos.
Betty estaba sobre la camilla con la pequeña dormida entre sus brazos, poco después de haberla alimentado, y Jughead se acostó en la misma camilla, a su lado. Si algo era totalmente cierto, es que nunca, pero nunca la dejaba sola.
—Hola pequeña Chloe. Qué preciosa eres mi amor— Le habló Betty a la pequeña, besando su frente con cuidado.
—Chloe Jones Cooper... Eres la bebé de la casa. No te imaginas lo consentida que vas a ser, mi hermosa bebé. Te amo— Le dijo Jughead a su hija, tomando su pequeña mano y besándola.
—No quiero que la consientas de más, Jug— Advirtió Betty, divertida.
Jughead soltó una risa y besó su cabeza. —Amor... Te amo tanto... Tuve mucho miedo cuando te pusiste mal. Si algo te llega a pasar a ti o a la bebé...
—Juggie... Lo importante es que todo salió bien— Lo calmó ella, sonriéndole. —No nos pasó nada y aquí estamos, sanas y salvas—
—Ustedes son fuertes, son mis guerreras— Aseguró Jughead, con una sonrisa.
De repente la puerta de aquella habitación de hospital se abrió de par en par, revelando a unos abuelos muy contentos con globos color rosa de todas las formas.
—Sorpresa— Habló Fp en voz baja, acercándose a Betty y a la bebé y sonriéndoles. —Muchas felicidades hijos— Miró fijamente a la niña recién nacida. —Mi nieta...
—Se parece tanto a nuestro hijo que hasta da miedo— Admitió Gladys, acercándose a Betty y besando su frente, para luego mirar atentamente a la bebé. —Las dos son muy fuertes. Yo sabía que todo saldría bien—
Betty sonrió, mirando a sus suegros. —Gracias. ¿Dónde están mis otros hijos?—
—Sorpresa mamá— Habló Emma, entrando a la habitación con otro globo y un oso de peluche, mientras su hermano iba detrás de ella con otro peluche.
Betty sonrió ampliamente al ver a sus hijos mayores. —Niños... No saben el gusto que me da verlos por fin. Vengan a conocer a su hermana menor—
Emma fué la primera en acercarse a su madre y a su hermanita, y miró a la bebé con una sonrisa. —Es tan hermosa... ¿Cómo se llama?— Preguntó, mirando a ambos padres.
—Chloe Jones Cooper— Contestó Jughead, orgulloso, mirando también a su hijo, el cuál permanecía en silencio. —Ven a ver a tu hermana, hijo—
Cody tomó aire y se acercó a su madre y a la bebé, mirando especialmente a la bebé. La miró en silencio, como si estuviera inspeccionándola detenidamente.
—Es... Es muy pequeña— Admitió finalmente el niño, sin parar de mirarla. —Okey... Es bonita—
—Claro que lo es. Es nuestra hermana— Presumió Emma, divertida.
—¿Dónde está mi nueva nieta?— Preguntó Hall, entrando a la habitación con más globos y con una enorme sonrisa. —Hija... ¿Cómo te sientes?—
—No podría estar mejor— Aseguró Betty, con una sonrisa.
—El susto que nos diste, linda— Regañó Alice a su hija, entrando a la habitación. —¿Te sientes bien?—
—Estoy bien, ya no se preocupen— Pidió Betty, con una sonrisa. —Todo está bien—
—Tengo que admitir que no pusiste nada de tí en ésta niña, hija— Le dijo Alice a su hija, divertida.
Betty soltó una risa, mirando a su esposo y luego a su madre. —Tienes razón—
La bebé Chloe estaba rodeada de sus padres, sus abuelos, sus hermanos y después llegaron sus tíos y tías, los amigos de su hermana mayor y la amiga de su hermano Cody. Al igual que Emma y Cody, la bebé iba a estar rodeada de mucho amor.
Betty estuvo bajo observación las primeras cuarenta y ocho horas después del parto para que los doctores se aseguraran de que su presión no iba a subir o bajar otra vez. La bebé, por otro lado, estaba completamente sana, por suerte.
Después de esto Betty pudo regresar a casa con su familia, ahora con un nuevo miembro en ella; La bebé Chloe Jones Cooper, la niña que habían planeado hacer con tanto amor sus padres.
Betty estaba en la habitación, sobre su cama, amamantando a su hija mientras ésta iba quedándose dormida entre sus brazos. Ella sonreía, admirando a su último y más pequeño retoño. Sus dos hijos mayores estaban en sus escuelas y la casa estaba silenciosa. Milo ya no ladraba tanto porque ya era un perro algo mayor y prefería dormir todo el día.
Jughead entró en silencio a la habitación, sentándose al lado de Betty en la cama y besó su cabeza, al igual que la de la niña.
—¿Todo bien, amor?— Le preguntó Jughead en voz baja, mirándola atentamente.
Betty asintió, bostezando. —Estoy bien, un poco cansada, pero Chloe ya se durmió, o eso creo—
Jughead suspiró, mirando a la bebé ya dormida y luego a Betty. —Quiero que me hagas un favor—
—Claro, el que quieras— Aceptó Betty, quitándole el pecho a su hija para dejar su cabecita sobre su hombro.
—Ahora que la bebé se quedó dormida... Por favor descansa, Betty. Descansa— Suplicó el ojiazul.
—Juggie... Sabes que no puedo hacerlo, no ahora— Se negó, sonriéndole con dulzura. —Debo estar pendiente de la bebé, de los niños... Tengo que hacer muchas cosas—
—Pero amor... Por los niños no te preocupes. Me encargo yo o enviamos a nuestro chofer por ellos a la escuela. Lola también ayuda y los chicos pueden irse un rato con sus abuelos— Le recordó Jughead.
—Claro que no, Jughead. Mis hijos necesitan a su madre. Como su madre, ellos son mi responsabilidad, Juggie— Dijo Betty.
—Y también mia— Contestó el ojiazul. —Betts... Casi moriste en el parto, por Dios. Haz dormido poco desde que diste a luz. Mira... Sé que no te gusta que te ayuden, pero no está de más pedir ayuda de vez en cuando. Siempre quieres hacer todo tú sola y eso no es justo. Tus hijos también son mis hijos y tengo la misma responsabilidad que tú. Si no te cuidas ni te mantienes bien, no podrás estar para tus hijos Betty. Entiéndelo. Dame a la bebé, la dejo en su cuna y tú descansas—
—Pero Jug...
—Pero nada, amor— La interrumpió, tomando en brazos a su hija con mucho cuidado y poniéndose de pie, mirando a su esposa. —Descansa ahora, Betty—
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