De regreso a París, Betty y Jughead aún seguían con su maravilloso recorrido alrededor de la Torre Eiffel. Por más que tuvieran de aquella ciudad, no se cansaban nunca de ella.
Acababan de comer en un restaurante sencillo. No todo era lujo. A veces resultaba agradable comer un rico platillo francés al aire libre con el amor de tu vida.
Y como las horas en Estados Unidos y en Francia variaban muy significativamente, aún era temprano para ellos.
—La pasé muy bien hoy, Juggie— Admitió Betty, feliz, dando vueltas mientras caminaba. —Lo mejor es que en los últimos días que tendremos aquí no habrá tanto trabajo y el resto del día será para disfrutar—
Jughead sonrió, mirándola de manera enamorada; Nada lo hacía más feliz que verla así, tan plena, contenta y llena de vida. Los años han pasado, pero Betty mantenía esa niña interior y esa energía y entusiasmo por explorar y conocer todo.
Eso era algo que él amaba en ella.
—Tienes razón mi vida. Nada mejor que estar a solas en París, aunque me gustaría haber traído a los niños— Admitió el ojiazul, caminando a su lado.
—Si...— Lo apoyó Betty, caminando con el. —Lástima que el compromiso con la escuela no les permitió venir—
Jughead asintió, haciendo un breve silencio y mirando a su esposa. —Amor... ¿Crees que Emma esté haciendo alguna locura o travesura?—
Betty negó, mirándolo. —Ella nunca ha hecho nada malo estando al cuidado de mis padres, y mucho menos bajo el cuidado de los tuyos—
—Eso espero. Esa pequeña rebelde...— Dijo Jughead, recordando a su hija con una sonrisa para luego mirar a su mujer. —¿Y ahora?—
—Regresemos al hotel— Pidió Betty, mirándolo.
Jughead asintió, tomando su mano. —Como diga mi reyna—
Jughead fué a buscar el auto en dónde lo había dejado, y ambos subieron al deportivo negro y el ojiazul condujo hasta el hotel. Allá, en esa habitación de lujo, las llamas iban a arder cuerpo a cuerpo.
Jughead cargó a Betty en cuanto llegaron al hotel y la dejó sobre la cama; Le quitó lentamente el elegante vestido que traía, ese vestido negro con brillo, y ella no traía sostén, por lo que ella quedó sólo en bragas y él tuvo una magnífica vista de sus preciosos pechos.
Se quitó la camisa botón por botón mientras ella sólo observaba, complacida de ver cómo el dejaba su precioso cuerpo delgado fuera, y vió también cuando él se quitó los pantalones y se quedó sólo en ropa interior.
Entonces él se acercó a ella y besó su cuello, posicionándose encima, y entonces metió dos de sus dedos dentro de la entrada húmeda y estrecha de su mujer. Ella arqueó la espalda de inmediato y empezó a gemir mientras Jughead hacía movimientos circulares dentro de ella, bajando sus besos a los pechos de la chica.
Movía sus dedos ahí adentro, escuchando el dulce sonido de los gemidos de su esposa, hasta que la sintió temblorosa, resbalosa y lista para él penetrarla como le diera la gana.
Él volvió a subir a su boca para besar sus labios, y la miró con una sonrisa mientras sacaba sus dedos de ahí adentro.
—Te amo con todo lo que soy, Betty— Aseguró Jughead, sonriéndole. —¿Hacemos al bebé?—
Betty asintió, con una sonrisa. —Hagamos a nuestro bebé. Ahora mételo todo— Pidió, deseosa.
Jughead sonrió con superioridad y se bajó los bóxers, dejando esa gruesa erección al aire, y tomó a Betty, abriéndole las piernas, elevándolas y metiéndose entre ellas.
Él entró en ella sin piedad, sin previo aviso y sin nada de decencia y delicadeza, soltando un gemido profundo al sentirse en contacto directo con su interior, entrando muy fácil por lo mojada que su mujer ya estaba.
Y cómo ella lo pidió, lo metió todo dentro de ella, lo más profundo que pudo, y empezó a entrar y salir como un loco, como si la quisiera romper en dos, e hicieron temblar aquella cama como si de eso dependieran sus vidas.
Betty se aferraba con fuerza a la espalda de su esposo, muy excitada, gimiendo como loca, y él le abría más las piernas para tener mejor acceso, dándole más y más placer.
—Gime mi nombre para mí, preciosa... ¡Qué rica estás así, maldición!— Gruñó el ojiazul, dándole más y más duro, mucho más adentro.
Betty gemía y gemía más, cerrando los ojos con fuerza y con lágrimas afuera. —Ay... ¡Sí, Juggie! Más... Más rápido. ¡Ah!— Gimió, fuera de control.
Jughead la golpeaba con más fuerza y se hundía mucho más adentro, sintiendo que le iba a dar un infarto por tanto placer, y soltó todo ese fluido dentro de ella, viniéndose al mismo tiempo que ella se venía también, mojándose más.
Gemidos más fuertes hasta que el orgasmo terminó de golpearles, dejándolos tumbados en la cama, pegajosos y con sus respiraciones fuera de control.
Empezaron a reír y se miraron, besándose con cariño.
—Ese bebé ya debe estar hecho— Aseguró Jughead, divertido, mirándola.
—Fué increíble. Contigo siempre lo es— Admitió Betty, mirándolo con una sonrisa. —¿Te queda energía para más? Te la voy a sacar toda—
Jughead sonrió, pícaro. —Eres una chica mala, Betty—
—Yo te voy a enseñar lo que es una chica mala— Presumió Betty, posicionándose encima de él, justo encima de su miembro.
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En los Ángeles, los chicos salieron del cine y hablaban animadamente por el camino.
—No me gustan tanto ese tipo de peliculas— Se quejó Jeremy.
—Pero a nosotras si. ¿Verdad, Ángela?— Le preguntó Emma a la chica pelirroja de ojos cafés.
—Claro. Estuvo bonita— Aseguró Ángela, mirando a Ian. —¿Y tú, Ian?—
Ian se encogió de hombros. —Estuvo bien—
En un descuido, Emma agarró a Jeremy y se lo llevó detrás de unos arbustos, en donde se besaron con pasión, pero sin pasarse.
Pero Ángela e Ian los veían, y cuando Ángela miró al chico, vió la decepción y el resentimiento con el que miraba a su mejor amiga besarse con otro.
—Ian...— Lo llamó Ángela, mirándolo. —¿Emma te gusta?—
Ian asintió. —Desgraciadamente sí, Angie— Admitió.
¡Hola! ¿Teorías?
¿Les va gustando este rumbo de la historia?
Samy ❤️
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°Dulce Matrimonio° 'Bughead'
Fanfiction¿Qué pasaría si tuvieras que casarte por conveniencia?