Era viernes y los niños ya no estaban en la escuela, porque su día académico ya había acabado y los Jones los fueron a recoger; Después de su escapada, Emma regresó sigilosamente a la casa Cooper como si nada, sin que nadie se diera cuenta.
Y planeaba hacer exactamente eso mismo ésta noche.
En el chat grupal...
❤️Emm❤️ ¡Hola! ¿Listos para la fiesta de ésta noche?
🤤Jere 🤤 Sí a todo 🔥
Ángela ❣️ Cuenten conmigo 👌
✨Ian ✨ Yo no quiero ir ya
❤️Emm❤️ No seas tontito O vas o te voy a buscar La fiesta será en el antro que está frente a la plaza
🤤Jere 🤤 Pasaré por cada uno de ustedes en mi auto
❤️Emm❤️ ¡Perfecto! Ya saben A las ocho
—Emma— Lo llamó su hermano, acercándose.
Emma dejó su celular y miró al niño. —Hola enano. ¿Qué ocurre?—
—Los abuelos te están buscando para que vallamos al zoológico juntos, los cuatro. ¿Qué estás haciendo?— Le preguntó el pelinegro mas pequeño a su hermana.
—Nada que te importe, niño. Vamos— Le respondió la rubia adolescente, tomándolo de la mano para dirigirse al jardín de la mansión al encuentro de sus abuelos paternos.
En París, Betty y Jughead ya habían agotado la agenda de hoy, e iban saliendo del edificio, tomados de las manos.
Jughead se detuvo cuando un mensaje llegó a su celular, y era su padre, que había enviado una foto. Cuando él entró al chat y abrió la foto, sonrió.
—Nuestros hijos...— Murmuró Jughead, mirando la foto con una sonrisa. Eran Emma y Cody en el zoológico con Gladys.
Betty sonrió mientras también miraba su celular. —Tu papá me envió la foto a mi también. Están preciosos mis niños. ¿Ves? Emma se está portando bien—
Jughead suspiró, guardando su celular nuevamente. —Eso parece. Más le vale. Y de Cody ni hablar. Es un buen niño—
—La que heredó tu carácter fue Emma— Bromeó Betty, mirándolo con diversión.
Jughead negó, divertido, y sacó su cámara, mirando a su esposa.—¿Qué te parece si te tomo unas fotos antes de que te crezca una linda pancita?—
Betty sonrió y se acoloró levemente al recordar toda la acción de anoche. —Está bien—
Jughead sonrió y caminaron un poco hasta llegar a la Torre Eiffel, y Jughead empezó a sacarle fotos a otro nivel con ese bello vestido azul oscuro con círculos blancos por dónde quiera, el cuál se ajustaba a su estupendo cuerpo. Seguía teniendo un cuerpo muy bello a pesar de haber tenido dos partos hasta ahora.
Jughead empezó a mirar las fotos una por una con su esposa al lado y con una sonrisa. —En realidad no se qué fué lo que hice para merecer a una esposa tan hermosa como tu— Admitió, mirándola.
Betty se sonrojó al instante. —¡Jug!— Protestó.
—Sólo dije la verdad mi amor. Aún no puedo creer que todavía te sonrojes cuando te hago un cumplido. Yo creo que te pongo nerviosa— Dijo Jughead, acercándose.
Betty sonrió y dejó un beso corto sobre sus labios. —Tengo hambre—
Jughead soltó una risa y la tomó de la mano. —Debes empezar a comer por dos, hermosa. Vamos al hotel—
En los Ángeles, el auto de Jeremy se detuvo justo frente a Emma en una esquina fuera del terreno de sus abuelos paternos. Ya todos estaban y solo faltaba ella, quien subió al asiento del copiloto al lado de Jeremy, mientras Ian iba atrás junto a Ángela.
Llegaron al antro y Jeremy consiguió reconocimientos falsos en dónde decía que ellos eran mayores de edad, y no era así. El mayor era él y tenia diecisiete.
—No creo que ésto sea buena idea— Le dijo Ian a su mejor amiga, acercándose.
—Shh... Relájate Ian. Estaremos bien y vamos a divertirnos mucho— Aseguró ella, guiñándole un ojo.
Estaban ya dentro del antro y tenía muchas luces de colores, alcohol, bailarinas y una música que retumbaba en tus oídos.
En eso, Jeremy se llevó a Emma a una esquina del antro y la besó con desesperación, pegándola a la pared, y el chico Ian sólo miraba, quemándole por dentro esa escena.
Ángela se le acercó y posó una mano en su hombro. —Debes ser sincero con ella, Ian—
Ian suspiró, mirándola. —Su corazón ya pertenece a alguien más—
—¡Hey, ustedes!— Les gritó un guardia de seguridad, acercándose con otros dos detrás. —¡Son menores, no pueden estar aquí!—
En el continente Europeo, la pasión, el fuego y las ganas inundaban la habitación de Betty y Jughead en el lujoso hotel de París.
Ella estaba en cuatro, con sus rodillas y sus brazos manteniéndola en aquella posición, totalmente desnuda, y él estaba justo detrás, penetrándola tan brutalmente que la cama estaba temblando, sus manos estaban sujetas a los pechos de su mujer mientras seguía taladrandola con fuerza y los gemidos eran fuertes y profundos.
Tanto placer los enloquecía.
—Ay Juggie...— Gimió ella, tan perdida en el placer que apenas podía hablar.
—¿Te está gustando, preciosa? ¿Así?— Preguntó Jughead con voz ronca, apretando un poco más sus pechos mientras se hundía más, con más fuerza y desesperación.
Un par de golpes más, y los dos se vinieron junto al delicioso sonido de sus gemidos descontrolados; Habían hecho el amor al menos seis veces consecutivas desde que llegaron y no se cansaban.
Cayeron en la cama, exhaustos, cansados y ya sin poder más. Betty se quedó encima del pecho desnudo de su esposo mientras ambos recuperaban el aliento.
Jughead empezó a acariciar la mejilla empapada de su mujer mientras ella permanecía abrazada a él, con la respiración agitada y los ojos cerrados. Sentía su corazón latir con tanta fuerza que pensó que le daría un infarto.
—¿Estás bien?— Le preguntó Jughead, limpiando los rastros de lágrimas de su esposa.
Betty asintió, tomando una última profunda respiración y mirándolo con sus ojos cansados. —Estoy bien. Es que... Seguimos y seguimos sin parar y estoy exhausta— Admitió, divertida.
Jughead sonrió y besó su sudorosa frente, pegándola más a él. —Ya nena. Ahora sí, descansemos—
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