Llegó un nuevo día, y por suerte era sábado. Por eso, Betty y Jughead no iban a trabajar hoy. Ellos despertaron juntos, abrazados, y se miraron a los ojos con una sonrisa.
—Buenos días, amor— Saludó el ojiazul, sonriéndole y besando su frente.
—Buenos días— Respondió Betty, acariciando su rostro mientras también lo miraba fijamente.
—Si el pequeño terremoto no ha despertado, no tardará en hacerlo. Será mejor que nos levantemos— Sugirió Jughead, levantándose de la cama y dándole la espalda a su esposa.
Betty lo miró con los ojos abiertos como platos, porque su espalda desnuda estaba llena de rasguños que casi sangraban.
—¡Oh por Dios Jug!— Exclamó Betty, poniéndose rápidamente de pie, pero se detuvo en cuanto sintió un ardor y molestias entre sus piernas, las cuáles estaban aún temblorosas.
Jughead se acercó a ella, preocupado. —Oh no. ¿Esto es por lo de anoche? Perdón... Fui una bestia, lo lamento—
Betty le sonrió levemente. —Está bien, lo de anoche fue increíble y quisiera que lo repitieramos pronto. Tu tienes unos feos rasguños en la espalda y es mi culpa. Perdon—
Jughead alzó una ceja y cuando se miró al espejo, vió aquella marcas que cuando se tocó, le ardieron.
—Cielos nena...— Dijo Jughead, mirándola con los ojos abiertos como platos. —Sí que perdiste el control anoche—
—Ambos lo perdimos— Aseguró Betty, soltando un suspiro.
—¿Y no te duele?— Preguntó Jughead, preocupado, posando una mano en su mejilla.
—Es sólo una molestia. Si seguimos así, creo que me dejarás en silla de ruedas— Admitió Betty, divertida.
—Tú me vas a deshacer la espalda— Contestó el ojiazul, con diversión.
—Vamos a bañarnos y te pondré una crema en esos rasguños después— Dijo Betty. —A bañarnos sin hacer nada. Ya sabes...
—Tengo la espalda rasguñada y tú apenas puedes caminar. Eso es seguro mi amor— Aseguró Jughead, divertido, dejando un beso en la frente de su esposa.
Eso hicieron; Tomaron un baño juntos, sin intentar nada más, y después de vestirse, bajaron juntos a la cocina hasta que escucharon a su pequeña llamarlos.
Betty fué a la habitación de su hija, la tomó en sus brazos y luego las dos bajaron hasta la cocina, en dónde estaba el ojiazul empezando a preparar el desayuno.
Sus ojos brillaron al ver a su hija, como siempre brillaban al verla a ella o a Betty, y la tomó en sus brazos, llenándole la cara de besos.
—Buenos días princesa de papi— Le habló el pelinegro a su hija, dejándola sobre la encimera de la cocina. —¿Qué ocurre? ¿Por qué tan callada, amor?—
—Debe tener hambre. El desayuno está casi listo mi vida— Le avisó Betty a su pequeña, besando su frente.
Pronto, los tres ya estaban en la mesa, desayunando juntos entre risas por las travesuras de Emma. Los tres, una familia que funcionaba muy bien, con mucho amor.
Eso era lo más importante.
—Chicas— Les habló Jughead a su esposa e hija, mirándolas. —¿Por qué no salimos? Hoy es sábado, mañana no hay trabajo. Hagamos algo divertido—
Betty asintió. —Estoy de acuerdo. Pero... ¿A dónde?—
—No lo sé. Bueno... Hay una pizzería en donde también tienen helado y un área para niños, con juegos. Podemos ir por una pizza y Emma tendrá dónde jugar. ¿Estás de acuerdo?— Le preguntó Jughead a su esposa.
ESTÁS LEYENDO
°Dulce Matrimonio° 'Bughead'
أدب الهواة¿Qué pasaría si tuvieras que casarte por conveniencia?