—Hola Betty— Saludó una voz muy conocida, detrás de ella. —Qué grande está tu bebé—
Emma tuvo miedo en cuanto escuchó esa voz y se escondió entre las piernas de su madre, y cuando Betty miró quién la saludó, se quedó helada.
Era el mismísimo Brett Weston Wallis. Después del incidente que ocurrió hace unos años, ella no lo volvió a ver desde entonces.—Brett...— Murmuró Betty, mirándolo con los ojos abiertos como platos. —Eres tú—
—El mismo— Contestó Brett, acercándose y fijando su mirada especialmente en la niña, quien se escondía detrás de su madre. —Te ví embarazada en una revista hace unos años. Me imagino que es ella tu hija—
—Si, ella es mi hija Emma, de dos años— Respondió Betty, rodeando a su pequeña con sus brazos.
—Se parece mucho a ti. Es hermosa, felicidades— La felicitó Brett, sin dejar de mirarla. —¿Aún estás casada con el papá de tu hija?—
Betty asintió. —Jughead y yo estamos felizmente casados y criando a nuestra pequeña. ¿Y tú? ¿Qué has hecho? Hace tiempo que no te veía—
La verdad es que Betty no le guardaba ningún tipo de sentimientos negativos a Brett. El cariño que le guardaba desde que se conocían aún seguía.
—Pues nada. El tiempo pasó y yo sólo me dediqué al trabajo— Confesó Brett. —¿Sabes? Veo a esa hermosa niña que tienes y no puedo evitar pensar que pudo ser de nosotros dos—
Betty suspiró, mirándolo. —Brett... Yo...
—¿Qué ocurre?— Preguntó Jughead, acercándose, serio. Su rostro cambió por completo cuando vió a Brett. —Oye... Yo te conozco—
—Papi— Lo llamó Emma, corriendo hacia él y abrazándose a sus piernas.
Jughead tomó a su hija en brazos y miró mal a Brett. —Aléjate de mi esposa y de mi hija, o sufrirás consecuencias—
—Jughead...— Lo llamó Betty en advertencia.
—Está bien, me voy— Aceptó Brett, encogiéndose de hombros. —Pero disfruta de tu mujer y tu hija. Nadie sabe lo que pueda pasar— Dijo, retirándose con una risa realmente aterradora.
Hubo un silencio bastante incómodo cuando Brett se fué; Jughead se aseguró de que él se había ido, aún con Emma en sus brazos, asustada.
A la niña no solían asustarle tanto los extraños.
—Jughead...— Lo llamó Betty, acercándose.
—Vámonos a casa— Exigió Jughead, mirando a Betty, sin soltar a su hija.
—Pero Jug... Brett no tiene por qué ser nuestro enemigo. ¿Por eso estás tan enojado?— Le preguntó la ojiverde.
—Parece que olvidaste lo que ese tipo te hizo cuando recién habíamos regresado de nuestra luna de miel— Le recordó Jughead, mirándola, serio. —Mira cómo asustó a nuestra hija—
—Los niños pequeños son tímidos con personas que no conocen. Jughead por favor... No es necesario tanto...
—Nos vamos a casa y es mi última palabra— Sentenció Jughead, firme, empezando a dirigirse al auto con su hija en brazos.
Betty rodó los ojos y no le quedó más opción que irse también al auto, para irse ya todos a casa. Durante el viaje a casa, todo estuvo en silencio, un silencio incómodo.
Al parecer, hasta la pequeña de dos años sentía esa tensión.
Al llegar a casa, aún sin dirigirse la palabra, Emma se acercó a su padre.
—Papi...— Lo llamó, extendiéndole los brazos.
Jughead la tomó en sus brazos y besó su mejilla, aferrándose a ella. —¿Qué ocurre amor? ¿Tienes sueñito?—
—Sueño papi— Afirmó Emma, aferrándose a él.
—Ya, bebita. Vamos a lavarte los dientes para que te duermas— Le dijo, dirigiéndose a las escaleras.
Jughead se dedicó a su hija, y no le prestó atención a Betty para nada, ni ella a él. Finalmente, una vez que la niña estuvo lista para dormir, Betty la llevó a su cama y se quedó con ella hasta que se durmió.
Ella veía a su hija dormir profundamente, y sonrió, arropándola y besando su frente. Ella nunca imaginó que iba a amar tanto a alguien hasta que nació su pequeña.
—¿Se durmió?— Le preguntó Jughead a Betty en voz baja, desde la puerta de la habitación de la niña.
Betty asintió, saliendo de la habitación y cerrando la puerta con cuidado para no hacer ruido.
—Perfecto, ahora puedo dormir tranquilo— Dijo Jughead, dándole la espalda a Betty para dirigirse a la habitación.
—Jug, detente— Lo llamó Betty, tomándolo de la mano, deteniéndolo. —Tenemos que hablar—
—No hay nada que hablar. Vamos a dormir— Exigió Jughead, volviendo a darle la espalda.
—No vamos a dormir hasta que hablemos, Jug— Se negó Betty, firme.
Jughead se giró a mirarla. —Ya te dije que no...
—¿Es por Brett?— Se atrevió a preguntar ella. —¿Por eso estás tan enojado?—
—Brett no me importa en lo más mínimo, Betty— Aseguró Jughead, dirigiéndose a la habitación.
—¿Entonces qué es lo que te molesta tanto?— Le preguntó Betty, siguiéndolo hasta la habitación. —¡Háblame!—
—¡Temo perderte!— Admitió Jughead, mirándola fijamente y tomando aire para calmarse. —Tengo miedo, Betty. Te amo de una manera tan inexplicable que a veces olvido que nos casamos por conveniencia. Entonces no sé si tú corazón realmente pertenezca a alguien más—
Betty lo miró con una sonrisa, y posó una mano en su mejilla. —Jug... Nunca conocí a un hombre mejor que tú— Admitió. —Buen esposo, buen padre y un gran hombre. Nunca me enamoraría de alguien que no fueras tú—
Jughead sonrió, y Betty se trepó encima de él, envolviendo sus piernas alrededor de la cintura del chico mientras empezaban a devorarse las bocas.
Jughead, aún con ella encima, fue a cerrar la puerta con seguro para después tirar a Betty a la cama, y ambos empezar a desvestirse.
—¿Reconciliación con sexo?— Preguntó Jughead, empezando a quitarse la camisa.
Betty asintió. —No conozco una mejor manera—
Jughead sonrió con picardía y se quitó la camisa, dejando su paradisíaco cuerpo al descubierto, y entonces fue a quitarle la remera y el sostén a su mujer.
Piel con piel, calor con calor, gemidos, besos, chupetones y todo lo que quisieron tocarse en ese momento.
Hacer temblar la cama, teniendo sexo salvaje sobre la misma... Nada como reconciliarse de esa manera después de una pelea.
Lo que no sabían aún, es que el mayor reto aún no llegaba.
No saben lo que viene... 🔥👀
Samy ❤️
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°Dulce Matrimonio° 'Bughead'
Fanfiction¿Qué pasaría si tuvieras que casarte por conveniencia?