Mientras tanto, Betty y Jughead ya estaban en el hospital; El ojiazul la trajo desde que ella le avisó que ya había roto fuente, y el muy duro proceso apenas estaba empezando.
Mientras Betty pasaba por fuertes contracciones sobre aquella camilla en esa habitación, Jughead no se iba de su lado, nunca. Nunca la dejaba sola y se aseguraba de hacerle saber eso.
—Hola, hermosa— La saludó, entrando a la habitación y acostándose a su lado en la camilla, abrazándola. —¿Cómo vas?—
Ella lo miró mal mientras tomaba una profunda respiración. —¿Tú qué crees? Estoy por tener a tu bebé—
Jughead sonrió y besó su cabeza, sin dejar de abrazarla. —Ya, nena. Sé que es difícil y ahora mismo sientes mucho dolor. Pero quiero que recuerdes que ya pasaste por ésto dos veces. Me has dado dos hijos perfectos y sanos y sé que puedes también con éste. Te amo muchísimo. ¿Lo sabías?— Preguntó, dejando otro beso sobre su cabeza sudorosa.
—Te odio y también te amo cuando te pones así— Admitió Betty, empezando a hiperventilar.
—Wow nena... Cálmate, respira por favor — Le pidió el ojiazul, preocupado, acariciando su rostro.
Betty negó, con la respiración forzada. —Es que... Es que no puedo...— Musitó.
—Oh no... Eso no pasó con los partos anteriores, no es normal—Dijo Jughead, alarmado, levantándose de la camilla en dónde estaba con su esposa. —Voy a... Voy a llamar a la doctora, no te asustes—
Jughead corrió hacia la doctora y le explicó lo que pasaba, muy alarmado, y aquella habitación en la que Betty estaba en plena labor de parto se llenó de otros doctores y enfermeros.
No era nada bueno lo que estaba ocurriendo.
—Señor Jones... Debe salir— Exigió un doctor, acercándose a él.
Jughead negó, con lágrimas descendiendo por sus mejillas. —No lo haré, ella me necesita. Las dos—
—Lo lamento mucho señor Jones, pero tiene que salir ya. Estamos ante una emergencia médica y después tendrá novedades— Aseguró el doctor, obligándolo a salir de la habitación.
Lamentablemente Jughead no podía hacer nada por el momento. No tenía muy claro qué era lo que estaba pasando en esa habitación, y parecía ser algo muy serio.
La vida de su verdadero amor estaba en peligro una vez más, y ahora la vida de la bebé que aún no nacía también.
En la mansión Jones... Emma estaba con su hermano y con su perro en la sala de cine viendo una película, pero la adolescente rubia presentía que algo no andaba bien.
—Emma... Quiero más jugo— Le pidió Cody, mirándola con sus grandes ojos verdes.
Emma rodó los ojos, mirando a su hermano. —¿Y pretendes que yo valla a buscarlo?—
—Hermanita por favor...— Suplicó el niño, juntando ambas manos.
Emma suspiró y se puso de pie. —De acuerdo, enano. Pero no te acostumbres—
—Te quiero hermanita— Respondió Cody, con una sonrisa.
Emma sonrió con diversión y se retiró de la sala de cine de la mansión de sus abuelos con Milo tras ella, rumbo a la cocina.
Pero rumbo a la cocina, antes tenía que atravesar la sala y ahí se topó con una conversación que la preocupó más.
Fp hablaba por teléfono y se veía afligido. —Jug... ¿Qué pasó con Betty y con mi nieta? ¿Qué? ¿Por qué? Oh cielo santo...— Murmuró, pasándose una mano sobre el rostro. —Pero no es nada serio... ¿Oh sí? Diablos... Ya hijo, tranquilo. Todo saldrá bien. Los niños no sabrán nada, están viendo una película. Ellos están bien. No te preocupes. Te amo hijo, adiós y llámame por favor— Colgó.
En eso se le acercó Gladys y lo abrazó, y Fp era un manojo de lágrimas. Emma tuvo aún más miedo, porque evidentemente algo andaba muy mal.
—Tranquilo, querido. ¿Qué te dijo nuestro hijo?— Preguntó Gladys, separándose del abrazo. —Yo te lo dije, tenía un mal presentimiento, algo no anda bien—
Fp se limpió las lágrimas rápido y miró a su mujer. —Todo se complicó, Gladys. Jughead me respondió la llamada y estaba muy nervioso. Lo sacaron de la habitación en la que estaba Betty porque... — Sollozó.
—Ya, Forsythe— Lo tranquilizó Gladys, abrazándolo nuevamente. —Betty es fuerte. Se que todo estará bien, ojalá—
Fp estaba realmente asustado, y eso significaba que algo no andaba bien con el parto de Betty. Emma sintió una presión en su pecho al ver a sus abuelos tan preocupados, que no llegó a la cocina y volvió a la sala de cine con Milo de compañía.
Cody miró a su hermana con los ojos bien abiertos, con la esperanza de que llevara el jugo que pidió, pero al ver que no era así, frunció el ceño.
—¿Dónde está el jugo?— Preguntó con molestia el niño.
Emma tomó aire, reprimiendo las lágrimas que quería dejar salir, y se sentó al lado de su hermanito. —Escucha... Iba a pasar por la sala y escuché al abuelo hablar con papá. Creo que... Creo que algo anda mal con nuestra mamá y nuestra hermanita—
El miedo se hizo evidente en los ojos de Cody, mirando atentamente a su hermana. —¿Qué pasa? ¿Le va a pasar algo malo a mamá y al bebé?— Preguntó, asustado.
—No lo sé. Pero el abuelo está asustado y papá también. Y la abuela. Pero... Pero no tengas miedo, Cody— Intentó animar Emma a su hermano, despeinando su cabellera.
En el hospital, la tortura y la desesperación seguía para Jughead; Después de haberlo sacado de donde estaba su esposa embarazada y en trabajo de parto, no le dieron noticias por casi tres horas. Los Cooper ya estaban enterados, pero como estaban de viaje, debían regresar a los Ángeles primero.
Eso fué hasta que se le acercó uno de los doctores que lo sacó de la habitación, y Jughead se puso de pie, prestándole especial atención.
—¿Qué pasó, doctor?— Preguntó Jughead, con miedo, desesperado.
El doctor tomó aire, mirándolo. —Su esposa sufrió un episodio de eclampsia intraparto. Es cuando la presión arterial está elevada, pero por suerte logramos estabilizarla. Ahora vamos a suministrarle oxitocina para acelerar el parto—
Jughead respiró, aliviado, y miró al doctor. —Gracias Doc. ¿Yo puedo verla? Ella me necesita y quiero estar ahí para cuando nazca mi hija— Pidió.
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Les dí un susto.... ¿Verdad? 👀
Ahora a darle seguimiento al nacimiento de la tercera hija Jones Cooper 👶
