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Jeon, sale del motel del placer arrastrando al chico rubio, ignorando todas y cada una de sus palabras.

—Déjame, suéltame —repite el rubio una y otra vez—. ¡Oye! ¿No escuchas? ¡Suéltame!

Jimin, hace su rígido su cuerpo para evitar que el pelinegro lo continúe arrastrando, pero el mayor tira de él provocando que choque contra su espalda.

—Cállate —le ordena de manera tosca, para luego proseguir su camino.

El rubio no es alguien que se deje maltratar o de los que disfruta que le alcen la voz, no cuando su tío le enseñó cómo utilizar una Katana y como defenderse con artes marciales. Pero es que cuando el tipo alto lo jalonea, logra ver un arma ceñida a su cinturón, así que prefiere hacer lo que le pide. Guardar silencio y dejar que lo continúe arrastrando.

—¿Dónde vives? —pregunta con voz ronca y fuerte, Jeon. El cual, no recibe respuesta. —Te pregunté ¿Dónde vives? — repite. —Cuando yo pregunto, tú contestas —específica.

Se detiene colocándose frente al rubio, atemorizando de esa manera al contrario, el chico traga grueso y decide alzar su rostro un poco para poder observar donde se encuentran.

—Tengo un cuarto en el motel —menciona Jimin, alzando su mano para señalar el motel que Jeon, conoce a la perfección—. Pero...

—Solo hablarás cuando te pregunte algo —lo interrumpe el pelinegro, para luego continuar arrastrándolo hacia el motel.

Al llegar la encargada está a punto de correr a Jimin de nuevo, pero cuando observa a Jeon a su lado, se detiene y se queda oculta en su caseta.

—¿Cuál? —indaga el mayor, observando todos los cuartos.

Jimin, alza su rostro, localiza el cuarto que alquila junto a su padre y lo señala. El último de todos en una esquina.

—Pero...

—Silencio —le ordena el pelinegro, impidiendo que hable nuevamente mientras lo lleva hasta la puerta de su cuarto. —Abre —exige Jeon.

Park, se aferra a su bolsón y simplemente se limita a ver al tipo alto y apuesto frente a él.

—No me gusta repetir las cosas, rubio. Abre —balbucea de mala gana.

—No puedo —susurra Jimin.

—No logro escucharte, habla más fuerte, rubio —le pide Jeon, sin acercarse a él.

—No puedo abrir —habla el menor, luego de aclararse la garganta.

—¿Por qué? —lo cuestiona, acercándose a él.

—Porque no he pagado el alquiler —responde, apegándose a la puerta de su cuarto al observar que el pelinegro se acerca a él.

Jungkook se aleja del chico y camina hacia la caseta de la encargada, desde la puerta de su cuarto puede observar al tipo alto y apuesto señalándolo y luego de forma rápida lo ve caminar hacia él.

El mayor lo atrae hacia para alejarlo de la puerta, introduce la llave en la cerradura y abre el cuarto de par en par. Busca la luz con la mano que se encuentra a un costado para iluminar el pequeño cuarto, Jeon toma a Park, y lo empuja hacia dentro del cuarto y seguido entra él, cerrando la puerta de un solo azote.

Jimin, no tiene idea en lo que se ha metido y mucho menos sabe porque ese tipo hace lo que hace.

—Entonces, rubio —canturrea Jeon, observando el cuarto.

Solo hay una cama, un sillón, un televisor pequeño blanco y negro, una refrigeradora pequeña y una cocina de dos quemadores de mesa. Jungkook, no es quien, para juzgar al chico, pero está claro que no se ira de ese cuarto sin hacer lo que su mente y su pene le piden a gritos.

—¿Por qué te negaste a revolcarte con el cerdo? —indaga referiéndose al tipo que ha tocado y besado a Jimin, momentos atrás.

El rubio no responde, recuerda como lo ha callado y no quiere que el tipo ese le alce la voz porque no sabe cómo responderá.

—Contesta —demanda Jeon, observándolo.

El menor continúa sin responder, Jungkook, camina hacia él tomando su bolsón para luego dejarlo caer al suelo, divisa el sillón y camina sosteniendo el antebrazo izquierdo del rubio, fuertemente.

The Black Angel FeatherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora