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Hakone/Japón.


En la entrada de la ciudad de Hakone. Una semana después, Yuto había logrado dar con el paradero de su jefe, lo enfrentaría, claro que si lo haría, olvidaría su amor, olvidaría todo lo que siente, trataría de que recapacitara, intentaria hacerlo entrar en razón y que dejara en paz a Jimin y a Dai.

Quería hacerle entender que se estaba excediendo, que había perdido el sentido de la cordura y estaba haciendo que todo se le saliera de las manos.

Mientras tanto, el jefe que había recibido un corto informe por parte de Ryuu desde Corea, sabia que luego de la llamada de Yuto este buscaría la manera para dar con su paradero. Por lo tanto, les había informado a sus hombres que no lastimaran a Yuto, aún tenía sentimientos hacia él, por ende, no desearía ver como sus hombres lo apresaban y lo maltrataban.

Yuto ha llagado hasta Hakone por medio de los soplones, realmente agradecía que Tsubasa no realizará un decreto contra él, pero también sabía que, aunque el decreto no existiera, él era hombre muerto desde que había decidido traicionar al líder de su clan.

Decidido a intentar por última vez para hacer entrar en razón a la persona de la cual, se había enamorado, decidió entrar a la casa llena de japoneses, todos tatuados al igual que él.
Yakuzas, pero de distinto clan, ninguno de los hombres le dijo algo y mucho menos le impidió llegar a la habitación en la que se encontraba el jefe de todos.

—Sino te odiara en estos momentos, te follaría —habla Yuto, entrando a la habitación para luego cerrar la puerta con pestillo detrás de él.

—Entonces olvida que me odias y fóllame —se gira, sentándose sobre el ropero abriéndose de piernas.

—Eso no pasara —se niega, Yuto.

—¿Entonces a que has venido? —lo cuestiona su jefe.

—A tratar de hacer que entres en razón, Aiko —habla calmado, Yuto.

—Pierdes tu tiempo —alza su voz.

—Son tus hijos —le recalca frente a frente, Yuto.

—Jimin, no es mi hijo —suelta con odio la mujer soltando su cabellera negra.

—No digas eso.

—¿Por qué no? —lo cuestiona Aiko—. ¿Por qué te gusta el bastardo? ¿Por qué querías algo con él cuando decías amarme y lograr conseguir a Dai y Jimin para que fuéramos felices?

Yuto niega.

—Voy a conseguir a Jimin y a Dai, tomare lo que necesito y luego me deshare de ambos —le asegura la mujer.

—Si se te ocurre maltratar a mi hijo, Aiko, juro por tu padre que te cortaré en pedazos —le adivierte.

Yuto toma el antebrazo de la mujer fuertemente, pero esta no se queja, ella solo ríe como loca ante el accionar de su pareja.

—Nunca quise tener otro hijo —confiesa entre risas, Aiko.

—Si llegas a lastimar a Dai, declárate muerta. Te lo juro por todo el puto amor que un día jure tenerte —Yuto, la aleja.

—No te atrevas a amenazarme —se acerca Aiko, molesta hasta donde Yuto se encuentra.

—¿Qué harás? ¿matarme? —la cuestiona Yuto, molesto—. Vas a ordenar que me maten cuando he sido el único que te ha amado tal y como eres, después de todo lo que he tenido que soportarte y verme involucrado.

Aiko se aferra a Yuto, pero este ni siquiera la toca.

—Estoy muerto gracias a ti, Aiko —susurra Yuto en la oreja de la mujer—. Pero antes de morir haré las cosas bien.

—No lo hagas, Yuto. Por favor —suplica la mujer.

—Podemos ser felices los cuatro juntos —finge cambiar de parecer.

Y es que eso solo le confirmaba a Yuto que Aiko había quedado loca de tanto crack.

The Black Angel FeatherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora