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Dos días han pasado, Jimin, está en la transición de cómo controlar el dolor debido a la pérdida de su tío.

En todo momento Jungkook está a su lado, no se separa, ni cierra sus ojos ya que tiene miedo de caer dormido por completo y no estar para su rubio.

El cansancio lo ha vencido, dos días y dos noches completas sin dormir, su cuerpo no puede más y se queda completamente dormido abrazando el cuerpo de Jimin.

El rubio se remueve y siente los brazos del pelinegro, sonríe levemente al saber que está a su lado, acaricia sus brazos con las yemas de sus dedos y pequeños recuerdos vienen a su mente de los momentos que ha vivido junto a Jungkook, y del amor que ambos se tienen cuando no están cegados por el enojo, y la ira se apodera de los dos.

Después de unos momentos sintiendo el cuerpo de su esposo cerca, Jimin se levanta de la cama siendo cuidadoso de no despertar a su pelinegro.

Se coloca la bata color negro con decoración japonesa, se calza unas pantuflas color blanco. Antes de salir de la habitación observa a Jungkook, deja un beso sobre la sien de su pareja y luego abandona la habitación.

Ravi lo ve y sabe que es momento de hablar, ya que Jimin debe volver a Kobe y continuar con su liderazgo.

—Estoy bien —habla Jimin, rompiendo el silencio, para evitar preguntas tediosas por parte de Ravi, que no está dispuesto a responder.

—Estoy a tus órdenes —dice Ravi a su amigo de infancia.

—Lo sé —susurra el rubio, desviando su mirada. —Debes tomar el liderazgo de Tokio —inmediatamente Ravi observa confuso a Jimin.

—Pero Tokio te pertenece —le recuerda Ravi.

—No es necesario que me digas algo que ya sé, Ravi. Solo haz lo que te pido —el rubio gira su rostro y observa a su amigo—. Por ahora lidera Tokio, necesito asegurarme de algo antes de decidir liderar lo que realmente me pertenece.

Ravi decide no indagar más ya que, sabe que puede molestar a Jimin, y no es eso lo que busca.

—Como digas —accede su amigo.

—¿Dónde está, Ryuu? —pregunta el rubio, cruzandose de brazos.

—En el patio de enfrente —responde uno de los Yakuza.

—Encárgate de todo —es lo último que dice Jimin, para luego salir por la puerta delantera en busca de su mano derecha y su confidente.

El rubio inhala el aire puro y lo deja salir lentamente, el japonés se gira al escuchar un sonido y observa a Jimin que suavemente abre sus ojos.

—Despertaste —dice Ryuu.

Camina hacia Jimin, llevando sus manos hasta su espalda baja, sosteniendo una con la otra.

—Eso parece —el rubio baja su mirada—. Le pedí a Ravi que lidere Tokio, pero si me dices lo contrario, cambio la orden.

Ryuu se detiene cuando está frente a Jimin, a unos tres o cuatro pasos de distancia entre ambos.

—Déjalo así, rubio —contesta breve el japonés—. Llamé al número, me atendieron. Tenemos un encuentro para mañana, pedí ver en persona al maldito que mató a Tsubasa.

El aburrimiento que Jimin siente se desvanece luego de escuchar lo que su mano derecha le informa.

—Luego de eso regresaremos a Kobe, tengo un maldito mal presentimiento —confiesa Jimin.

—Todo depende de mañana, rubio. Podemos descubrir y revelar a lo que le temes.

El rubio le da una mirada en desacuerdo y molesta a su amigo.

—No sabes a lo que le temo, así que no hagas suposiciones —le pide Jimin.

—Lo descubrí hace dos días —le hace saber Ryuu, sin temor alguno del enojo que podía llegar a provocar el en rubio frente a él.

—Cállate —reprocha el chico, intentando girarse.

The Black Angel FeatherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora