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—Ve por Dai —le pide el rubio a su esposo, el cual, carga una bandeja de plata con tres platos con panqueques.

El mayor, sale de la casa, divisa al pequeño jugando con su enorme pista de autos junto a Hoseok.

—¡Enano! —alza su voz Jeon, para llamar la atención de su hijo.

El pequeño, alza su vista y observa con una gran sonrisa a Jungkook

—Hora de comer.

El niño se pone de pie, deja sus juguetes tirados y corre hasta su padre.

—Vonvere -?—se dirige el pequeño a su tío Hoseok.

—Esperaré por ti

—Vamos.

Jungkook toma la mano de su hijo.
Antes de ir al comedor lava las manos de su hijo, lo carga sobre sus hombros y luego ambos atraviesan el comedor, mientras ríen.

Jimin los ve a ambos sonriendo, mientras los espera sentado sobre una silla.

—¡Papá! —grita, divertido el pequeño entre risas.

—Basta, es hora de comer.

El pelinegro baja al pequeño para luego colocarlo en su respectiva silla, en medio de sus padres.

Park se encarga de colocarle un babero a Dai para evitar que ensucie su ropa, le entrega el cubierto con la caricatura de Bob Esponja y deja que el niño tome por sí solo los trozos de panqueques que ha cortado anticipadamente.

—¿Empacaste lo necesario? —pregunta Jimin a su esposo, tomando su cubierto.

—Sí. Sobre el equipo pesado se encargará, Yoon —contesta Jungkook.

—Debes ser cuidadoso —le recuerda el rubio, hablando con la boca llena.

—Lo sé, ayer hablamos todo el día sobre eso —le recuerda el mayor.

—Si ves algo fuera de lugar o inusual...

—Rubio, basta. Detente cariño —lo interrumpe Jeon, para luego dirigir su mirada a Dai, el cual, se alimenta por sí sólo.

—Lo siento —se disculpa en voz baja el menor.

—¿Está delicioso, Dai? —cuestiona Jeon, divertido viendo al pequeño, entretenido devorando cada trozo de panquee lleno de miel.

—Shi, papá —responde eufórico el pequeño.

—Debe ir a la escuela ¿verdad? —se dirige Jung a su esposo.

—Sí, aún no logra hablar bien.

—Tranquilo, lo hará a su tiempo. Tú madre jamás tuvo intención de enseñarle hablar.

—Lo sé —dice cabizbajo, Park. —¿Qué opinas de un maestro en casa? —pregunta el rubio.

—No, no sería conveniente para nosotros —contesta de forma rápida el pelinegro. —En la posición en la que nos encontramos debemos desconfiar de cualquiera. Así que esa opción queda descartada —agrega.

—No puedo enviarlo a la escuela, sabrán que es mi hijo —dice el menor, dejando de comer para retirarle el babero a Dai.

—No lo sabrán a menos que tú lo digas, cariño.

Jimin, limpia las manos y boca del pequeño con una servilleta, para luego bajarlo de la silla.

—Esconde todos los registros que existan sobre la adopción y nuestro matrimonio y dirás que es tu hermano. Cosa que es cierta —Jeon, toma la jarra que contiene jugo de naranja, para servirse un poco.

The Black Angel FeatherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora