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Hakone/Japón


Las pisadas fuertes sobre la madera barnizada y rechinante alertan a los japoneses que quien los dirige se acerca.
Y por las fuertes pisadas con sus zapatos pueden darse por enterados que no está de buen humor.

—Los quiero a todos fuera de mi despacho —ordena a uno de sus encargados.

Se detiene y espera que todos salgan.

—Estúpidos —espeta con su mirada hacia el techo. —Que vayan a la sala y me esperen ahí —indica.

Camina hacia su despacho, uno de sus guardaespaldas ágilmente abre la puerta. Entra y lo primero que hace es lanzar una carpeta llena de fotografías sobre el escritorio. Toma el teléfono y marca, suena y suena hasta que atiende.

—Hola, como...

—Dejemos el tradicionalismo, Yuto. Me aburre —interrumpe. —Mentiste con la dirección de vivienda de Jimin —agrega entrando de lleno a su tema de interés.

—No mentí, me aseguré de que viviera en ese lugar. Lo juro.

—Mis hombres fueron al apartamento. ¿Y adivina qué?— hace una pausa.

Toma un cigarrillo, uno de sus hombres entra y le ayuda a encenderlo.

—Jiminie, no estaba allí, ni siquiera el pequeño —dice, dejando escapar la nicotina por su boca.

—Pero está viviendo en ese lugar —asegura de nuevo, Yuto.

—Que parte de que no vive en ese puto departamento no has entendido —alza su voz molesta. —Me asusté tanto que mis hombres pensaron que alguien los había raptado —miente. —Escúchame y escúchame bien. Quiero la dirección de Jiminie y el pequeño, los necesito —habla con voz más relajada.

—Hare lo que pueda, pero desde que Ravi vino me han alejado de todo —informa Yuto.

—Pues has que te unan de nuevo —le ordena con parsimonia.

—Lo intentare —balbucea Yuto.

—No necesito que lo intentes, Yuto, necesito que lo hagas, quiero hechos no palabras. Tú también quieres al pequeño tanto como yo, ahora haz lo que te ordeno y seremos felices —hace una pausa y apaga el cigarrillo en el momento que lo deja caer en la taza llena de café. —No quiero que me llames a menos que yo lo haga, y si llamas más vale que sea con la dirección del maldito de Jimin —cancela la llamada.

Coloca el teléfono en su lugar y sale de su despacho con la carpeta en sus manos.

Se dirige a pasos firmes hasta la sala con su cabeza en alto, sintiéndose obviamente superior a sus hombres.

—Ryuu, está aquí —le informa una de sus sirvientas.

—Gracias —pronuncia.

Continúa con su camino hasta que llega a la sala.

—Es impresionante como no pueden hacer algo bien —todos observan a su superior. —No encontraron al inútil de Jimin y al pequeño —abre la carpeta y saca las fotografías.
—Uno ha sido capturado por quién sabe quiénes —hace una pausa y se detiene a observar a todos sus hombres. —Lo doy por muerto —verbaliza y luego sonríe. —Vean esto —empieza a lanzar fotografías al piso. —Nada, solo ropa. ¡Son unos inútiles! —grita—. Desde ahora, Ryuu será su jefe harán lo que les ordene y sí su orden es que se lancen de un puente, ustedes lo hacen.

Todos observan al ante mencionado.
Ryuu, uno de los mejores asesinos y ex jefe del clan Yakuza de Hakone.

—Él tiene una orden, y su orden es traerme a Jimin junto al pequeño con vida —ahora observa a Ryuu. —Son todos tuyos —extiende sus manos y sonríe como si no le importasen sus hombres.

The Black Angel FeatherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora