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Ryuu se encuentra sentado en una silla de cuero, recarga su brazo en la posadera derecha. Encoge su brazo y lleva su mano a su sien, con su dedo índice, medio y pulgar comienza a masajear el puente de su nariz ascendiendo hasta su frente.

Jimin mantiene su mirada fija en la pantalla de la tableta, la cual, le muestra algunos vídeos de los saqueos que van en aumento en sólo horas.

—Maldita sea —masculla el rubio, luego de haber terminado de ver las imágenes.

—Empieza ha salirse de control —dice el japonés, tomando la tableta.

—Aún no.

Ryuu mira sorprendido a Jimin, alzando ambas cejas.

—No lo dirás en serio —el japonés se pone de pie.

—Sabes que si —responde el rubio, poniéndose de pie.

—Jimin. Mierda, sé que te dije que no debíamos precipitarnos, pero en serio piensas que esto no empieza a salirse de control —lo confronta su mano derecha.

—Ryuu, creo que aún no es un caos.

—Yo creo que comienza el caos, y que debes llamar a los líderes —le aconseja el japonés.

—Estas siendo paranoico ¿no lo crees?

—Está bien, ya entendí. No diré más nada.

Ryuu camina hacia la puerta, la abre y sale del estudio de reunión dejando solo a Jimin.

Park se queda de pie, cierra sus ojos y se concentra en el silencio del estudio, una imagen del rostro de su tío llega a su mente, y siente como algo dentro de él duele.

Quizás está bajando la guardia, pero no puede vivir siempre a la defensiva. Sí, le importa toda esa gente que es saqueada por posiblemente Yakuzas al igual que él, pero debe pensar en su familia.

Y quizás sí, está siendo egoísta, porque su familia está con bien, pero necesita un respiro. Necesita ser normal al menos por un día, en lo que dura el cumpleaños de su mejor amigo.

—Appi —escucha lo vocecita de Dai.

Abre sus ojos y mira al pequeño de pie sobre el marco de la puerta, vestido solo con su ropa interior y calcetas.

—Dai —Jimin dirige sus pasos hasta donde su pequeño se encuentra. —Ven acá —carga al niño en brazos y lo observa fijamente. —Porque siempre debes hacer un escándalo para vestirte —cierra la puerta del estudio y camina a pasos lentos cargando a Dai en brazos.

—Mira, mira —dice emocionado el pequeño, señalando algunos globos.

—Dai, voy a castigarte —lo reta el rubio, cautivando la atención de su hijo.

—Pero... —el niño forma un puchero con sus labios.

—Pero nada, no vas hacer que cambie de opinión, esta vez no —entran a la habitación más grande.

Se detiene frente a la enorme cama, y deja al pequeño sobre esta.

—Sin salidas con Ryuu, desde ahora.

Dai niega con su rostro triste.

—Es muy escurridizo —se escucha la voz de Jeon.

El rubio gira un poco su cuerpo y observa al pelinegro entrando a su habitación con la ropa de Dai en sus manos.

—Y tú, muy lento y dominado —se burla, Jimin.

—Haré como que no escuche lo que  cabas de decir —se acerca Jung a su lindo esposo.

The Black Angel FeatherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora