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Jungkook


Jin, conduce lo más rápido que puede al puerto, antes de que la puerta del auto se abra guardo de manera rápida la agenda en el bolsillo interior de mi saco. Jin, se retira el cinturón y luego me da unos guantes de cuero los cuales reconozco al instante.

Los observo por unos segundos antes de colocármelos recordando a mi padre y las veces que estuve presente cuando él utilizaba sus guantes de cuero. La puerta se abre y de manera rápida me los coloco mientras salgo del auto con Jin a mi lado y otro chico guiándome hasta el enorme barco en el que Namjoon y Hoseok, se encuentran.

—¿Sabes algo de Yoon? —pregunto al chico que me guía.

—Está cambiando los contenedores con los conductores —responde mientras empezamos a subir una pequeña rampa de madera para subir al enorme barco.

Cuando llegamos a la superficie de arriba del barco, al fondo veo como Nam y Hoseok, se encuentran frente a dos hombres a simple vista japonese. Su maldita vestimenta y su rostro de no te metas conmigo los delata.

—Voy a matarlos, pero antes los hare hablar —camino a paso lento hacia ellos.

Hoseok y Namjoon, se colocan a un costado de los japoneses al observar que camino hacia ellos.

—¿Y quién hablará primero? — pregunto, observándolos retirándome mi saco.

—Nadie dirá nada —habla el más bajo.

—Eso es lo que tú piensas.

Camino hacia una mesa que contiene unos cuantos pescados y unos afilados cuchillos cerca de ellos.

—Creo que tomare este —digo, tomando un cuchillo mediano para luego observarlos. —Tráeme al pequeño —le ordeno a Hoseok.

Rápidamente, Hoseok, lleva una de sus manos a su cuello y la otra a una de sus manos para obligarlo a caminar hacia mí.

—Seré breve y espero que tú también lo seas. Sino respondes como se debe tendrás un castigo —le explico.

Veo el filo del cuchillo y luego al japonés frente a mí.

—Retira su camisa —ordeno.

Al instante, Hoseok, hace lo que le pido. Nam, hace lo mismo, observo a los dos tipos, todo su tórax completamente tatuado, su estómago, sus brazos inclusive su espalda.

—¿Para quién trabajan? —empiezo con las preguntas.

—No diré nada —dice molesto el japonés.

—Una lastima —alzo mi brazo con el cuchillo empuñado y paso el filo por su antebrazo derecho. —Tú turno —señalo al japonés más alto, mientras Namjoon lo acerca a mí.

—Si te digo morire —articula el tipo de avanzada edad.

—Sino lo haces también, así que habla —le guiño mi ojo derecho.

—No puedo —dice con voz temblorosa.

—Incorrecto —me acerco a él y paso el filo del cuchillo en su antebrazo izquierdo.

Alzo mi rostro y veo el costado derecho del cuello del tipo alto, tres números tatuados y bien remarcados. Ocho, nueve y tres.

—Ocho, nueve, tres —recito, para luego ver a Jin, el cual, al instante se acerca al tipo japonés y no solamente observa su cuello, sino también los números y el resto de sus tatuajes. —¿Son lo que pienso? —inquiero, dando dos pasos para acercarme al otro tipo.

—Son Yakuzas, Jungkook —comprueba Jin.

—Nombre de tu jefe, ahora —exijo al tipo, toscamente.

—¡Te dije que no diré nada! —grita.

Paso el cuchillo por su antebrazo derecho, me agacho ágilmente y lo paso por la parte trasera de su rodilla haciendo que caiga de rodillas mientras no para de sangrar.

—Más te vale que hables —me pongo de pie y camino hacia el tipo alto.

—Seizu —articula con voz temblorosa.

—¡Miente! —exclama el japonés más bajo.

—No soy tu juguete hijo de puta —espeto, pasando mi cuchillo en su antebrazo derecho.

The Black Angel FeatherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora