35

249 39 3
                                    

Tokio/Japón


Aproximadamente siete días son los que faltan para que por fin el enfrentamiento entre el clan de Kobe y de Tokio se lleve a cabo.

Por un lado, el clan de un Shiromatsu y por el otro el clan de un Seizu.

Si de algo está seguro Tsubasa es de que su clan tiene sucesor si él muere, y ese será su sobrino.
Faltan pocos días para la lucha entre clanes asi que iba siendo momento de ser sincero con Jimin y dejar las cosas en claro.

Entre los dos clanes lo único de lo que se habla es del enfrentamiento, por las noches y mañanas los mejores hombres entrenan, y muestran a sus jefes sus cualidades con la Katana o arma.

Es una guerra, no habrá compasión se peleará contra todo y contra todos los enemigos.

Tsubasa se encuentra en la sala de entrenamiento, Jimin puede escuchar a través del celular algunos sonidos de Katanas, gritos y respiraciones aceleradas.

—Es todo por hoy —se dirige Tsubasa a sus hombres.

Hacen una reverencia y empiezan abandonar la sala de entrenamiento, dejando solo a Tsubasa.

—Bebe agua —le recuerda su sobrino.

—Gracias.

Toma la botella llena de agua, la abre y bebe hasta dejarla a la mitad.

—Debo decirte algo —habla Tsubasa.

—Ok, eso significa que el tema es serio —comenta el rubio.

—¿Por qué lo dices? —cuestiona curioso el japonés.

—Jungkook, siempre dice eso cuando quiere discutir algún tema serio conmigo —le explica su sobrino.

—Entiendo.

Tsubasa, guarda su Katana.

—Te escucho tío.

—Es sobre el enfrentamiento —empieza el mayor. —Si muero —hace una pausa breve. —Si muero quiero que te hagas cargo de Tokio, no importa si Seizu gana, Jimin-San. No debes dar por perdido lo que mi padre y tu abuelo construyó se vaya a la mierda —le pide Tsubasa.

—Yo... —Jimin no sabe que decir, pero en el fondo él sabe que eso sucederá. —Yo, claro que lo haré, no soy experto en dirigir un clan, pero le diré a Jungkook y a Yoongi que me ayuden —articula con nerviosismo, el rubio.

—No debes temer, Jiminie. Mi padre te dejó algo y él sabe el por qué, no debes temer, a mi padre lo escogieron y él te escogió a ti —comenta el japonés.

—No mueras, por favor —suplica el menor por la línea telefónica.

—Lucharé para no morir, pero quiero saber que estás dispuesto a luchar por Tokio si muero.

Tsubasa se pone de pie, toma el celular y sale de la sala de entrenamiento.

—Sí, lo haré tío —dice con voz segura, Jimin.

—Eso quería escuchar —sonríe satisfecho.

Camina por los pasillos de su casa mientras escucha como Dai empieza a decir más palabras y como Jimin le dice las travesuras que el pequeño empieza hacer.

Dos de sus hombres traen a alguien escoltado, el tipo se remueve y forcejea contra ellos.

—Debo dejarte —musita Tsubasa, intentando observar bien el rostro del tipo. —Yuto —pronuncia.

—¿Ha llegado? —pregunta el rubio, curioso.

—Voy a matarlo —espeta su tío.

—Lo sé —susurra Jimin.

—Te llamaré pronto, Jiminie —culmina la llamada.

—A mi oficina —les ordena. —Pero antes —se detiene frente a Yuto—. Coloquen bolsa en el piso, no quiero que la alfombra se manche de sangre.

Los hombres asienten y se alejan con Yuto.

Mientras unos colocan plástico transparente para cubrir la alfombra, otro alista un cuchillo y lo coloca sobre el escritorio enorme de Tsubasa. De igual forma coloca una de las Katanas que Osamu le ha dejado antes de morir.

Tsubasa la observa y recuerda lo que su padre le ha dicho, sirve para decapitar y es justo lo que hará con Yuto.

Cuando todo está listo, dos de sus hombres le hacen saber que todo está preparado. Tsubasa entra, toma asiento en su silla detrás del escritorio y ordena a sus hombres que hagan pasar a Yuto.

—Tsubasa —balbucea Yuto, cuando los hombres lo sostienen fuertemente de sus brazos.

—Si tienes algo que decir Yuto. Dilo, antes que las ganas de quitarte la vida se apoderen de mí por completo —se expresa Tsubasa, rechinando sus dientes.

—Diles que me suelten —ruega, observando a los hombres que lo sostienen.

—Háganlo —dá la orden el líder.

Ambos lo sueltan al instante y dan un paso hacia atrás, dejando a Yuto frente a Tsubasa.

—Escúchame —suplica.

Tsubasa coloca su codo sobre el escritorio y sostiene su rostro con su mano.

—No quise hacerlo —recita Yuto.

—Sabes que no te creo —comenta Tsubasa. —Pero prosigue —le pide.

—No quise lastimar a Jimin, solo quería estar cerca de Dai. Sabes lo que me une al pequeño —Yuto se acerca más al escritorio, los hombres de Tsubasa se ponen alerta por si intenta algo más.

—Me has traicionado, te dejé la vida de mi sobrino y tu hijo en tus manos, y me traicionas y encima te atreviste a golpearlo.

Tsubasa se aleja del escritorio aún sentado en su cómoda silla.

Yuto, desesperado toma el afilado cuchillo que se encuentra sobre una bandeja, lo observa fijamente y sin dudarlo corta su dedo.

—Eso no será suficiente —asevera Tsubasa.

Yuto coloca el dedo sobre la bandeja de igual manera que deja el cuchillo en el mismo lugar, solo que esta vez lleno de su sangre.

Tsubasa observa como Yuto se retira su saco y trata de hacer que la sangre pare.

—¿Algo más que decir? —se pone de pie, Tsubasa.

—Tu hermana, Aiko —suelta.

—¿Qué con ella? —lo cuestiona con voz autoritaria su líder.

—Se encuentra en Hakone.

Los dos hombres lo toman de los brazos de nuevo e inclinan su cabeza.
Tsubasa toma su Katana con ambas manos, y ve el cuello de Yuto.

—Esto es por traicionarme —habla Tsubasa, alzando su brillosa Katana.

—Jiminie, está en peligro —es lo último que dice Yuto.

Tsubasa corta su cabeza, ambos hombres que sostienen a Yuto dejan caer el cuerpo del fallecido al suelo en el momento que sienten como la sangre salpica sus rostros.

—Limpien está mierda —ordena Tsubasa, dejando la Katana sobre el escritorio. —Quiero que los rastreadores vayan a Hakone y busquen a mi hermana —demanda molesto. —Los demás a entrenar y a cuidar Tokio —entra a su habitación y entra directo en el baño.

Aún con su ropa puesta enciende la ducha y entra en esta, deja que al agua totalmente fría empape su ropa y su cuerpo, cierra sus ojos y alza su rostro.

En su cabeza solo tiene algo en mente y ese algo es la lucha de clanes que tendrá que enfrentar junto a sus hombres y los de Jeon dentro de siete días.

Cualquiera diría que es un simple territorio, una simple ciudad, pero cuando es tu deber proteger todo aquello que tú padre construyó, todos esos pensamientos no existen en la cabeza de un hijo o familiar de un Yakuza.

The Black Angel FeatherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora