L.2 Capítulo 23

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Tokoyami Fumikage


Un par de meses duró la mentira, Shoto me había visto la cara de tonto; me sentía engañado y a la vez idiota por ser tan inocente y confiar en él.

Que idiota soy, Shoto es un maldito adicto, obviamente no iba a ceder tan rápido sin ayuda, pero pequé de creer que yo sería suficiente.

Lo odio, pero también es mi mejor amigo.

En mi mente estúpida pasó la brillante idea de seguir con él para alejarlo de todo eso, tenía que salvar a mi preciado amigo.

No sé cómo y cuándo terminé en aquellos sucios callejones que se encontraban al otro extremo de mi hogar, en esa zona pobre y descuidada de la ciudad; todo por no querer que mi amigo vaya a recoger la droga solo alrededor gente peligrosa.

No soy fuerte, pero entre dos personas podíamos huir con mayor facilidad, ¿Cierto?

Tic tac, tic tac, tic tac…


31/10/2016

Estaba cansado de Shoto y sus malditas drogas, por lo tanto, fui a la aterradora mansión Todoroki para hacer una locura; estábamos en el dormitorio de Shoto jugando videojuegos mientras comíamos golosinas, todo era normal.

Cuando Shoto fue al baño, registré la caja donde guardaba la coca y el teléfono que usaba para comunicarse con esos contactos que le dio Neito; guardé la bolsita en mi pantalón rápidamente, me sentía como un ladrón, pero eran medidas desesperadas.

No entiendo que pasa por mi cabeza, creo que no estoy analizando lo estúpido que estoy siendo.

Envié un mensaje a ese maldito dealer llamado Kenji para reunirnos en ese usual callejón; cuando recibí el mensaje aceptando, lo borré para que no existiesen pruebas de lo que había hecho.

Soy un idiota.

Decidí marcharme cuando Shoto regresó, por lo tanto, éste me llevó junto con su conductor a mi hogar…
Intentaba repasar en mi mente ese estúpido plan que tenía, era más fácil y seguro en mi cabeza, lo importante es que mis padres no se enteraran que había vuelto.

Apenas llegamos bajé del vehículo, mis piernas estaban tiritando por el miedo, pero debía calmarme y respirar; Shoto como siempre esperaba a que entrase al jardín delantero de la mansión antes de irse, pero hice que se apurara para que fuese a ver el nuevo capítulo de la serie que tanto ama.

Se marchó y yo solo pude sonreír con nerviosismo, iba a cometer el peor error de mi vida, de eso estaba seguro.

Hoy tomaría un autobús solo por primera vez, ni siquiera con Shoto lo había subido, mis papás tienen sus propios automóviles y en caso de algún problema llamábamos a un taxi de confianza.

El viaje en autobús fue extraño, la gente me miraba cómo si fuese un bicho raro y la razón era obvia, mi ropa no era muy juvenil y tampoco sencilla, se notaba de lejos que yo pertenecía al otro lado de la ciudad.

¿Qué adolescente viste camisa blanca con suspensores, corbatín rojo, pantalones negros de vestir y botines negros de cuero bien lustrados? A menos que sea para una fiesta elegante o un funeral nadie escogería este atuendo como uso diario.

Rescataré tu sonrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora