L.2 Capítulo 43

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Aún recuerdo el día en el que te conocí, era un brillante día soleado, un marzo común y corriente, estaba solo en mi mundo aterrador, pero allí estabas tu, a tan solo unas cuadras de donde yo vivía.

Jugabas a patear un balón rojo en contra del muro de tu vecina, una mujer irritante que se quejaba de todo, siempre la observabas desafiante.

En ese momento me observaste fijamente y preguntaste: ¿por qué estás empapado?

Mi respuesta fue una sonrisa y unas palabras prohibidas: mi mamá dijo que no debo decirlo.

Su mirada rubí se veía triste de alguna forma, tal vez, lo supo en ese mismo instante y no lo dijo.

Ese mismo día lo nombré como Kacchan y se convirtió en mi mejor amigo, él lo proclamó a los minutos de jugar los dos a la pelota.

Huíamos de la vecina, nos ocultábamos entre risas.

Solo nosotros dos en contra del mundo.

No recuerdo como inició nuestra pasión por la pintura, pero sí como nos divertíamos y soñábamos con ser los mejores pintores del mundo.

Recuerdo nuestro primer día de clases, tenía miedo a lo desconocido, pero allí estabas tu dándome la mano con fuerza, descubrí que la escuela fue un buen refugio hasta cierto punto.

¿Cómo olvidar las emociones que sentía cuando celebrábamos nuestros cumpleaños y conocíamos el mundo pequeño en el que vivíamos?

Éramos los mejores amigos, muchos envidiaban nuestra amistad, porque nadie podía separarnos.

Duele recordar nuestro pasado, porque allí somos dos niños felices con un futuro por delante.

En otro mundo, tal vez, ambos nos habríamos escabullido para asistir a la prueba de Yuuei.

Tal vez, ahora seríamos dos adolescentes cargando nuestras maletas para ir a un nuevo destino, pero tu lo destruiste todo.

No extraño nuestra amistad, no deseo perdonarte y volver a ser iguales, las cicatrices no se borran.

No quiero perdonarte, no puedo, no soy tan maduro y fuerte como últimamente creen.

Soy una persona rencorosa que detesta a quienes lo lastimaron.

Te detesto Bakugo y nunca aceptaré tus disculpas.

Izuku Yagi
26/01/2019


Me sentía un poco culpable al no decirle la verdad a Shoto, él creía que solo estaría con Ochako en Yuuei, pero en serio deseaba sorprenderlos y por un momento deseaba ser egoísta…

Egoísta.

No me gustaba esa palabra, me daba miedo, sé que no es algo malo en el caso en el que nos encontramos, pero…

El egoísmo es malo.

Llegamos a un restaurante cercano al centro, casi no había visto la ciudad como tal, nos la pasábamos en locales donde vendían muebles, comíamos en un lugar y nada más, no había tiempo para conocer la ciudad y eso era triste, ya que el 4 estaríamos en el internado.

Shoto y yo podríamos fácilmente quedarnos en nuestros hogares y asistir a clases como en cualquier otra escuela, pero mi amigo prefería estar encerrado, él no quería tener tanta libertad, estar en el departamento todo el día, mientras Fuyumi no está, no le parece una buena idea. En cambio yo, deseo vivir toda la experiencia de ser un estudiante de Yuuei, ¿absurdo? Lo sé.

Rescataré tu sonrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora