Midoriya Izuku
Me sentía incómodo y extraño, no comprendía el sentido de vestirme de esta forma para ir a ese primer día de clases, en realidad, no quería asistir a la escuela, no me gustaba lo desconocido, pero como Kacchan iba a ir a la misma escuela, aquello me calmó, no estaba solo, tenía a mi mejor amigo.
-Izuku, no debes sacarte la corbata -señaló mi madre con una voz suave agachándose y arreglando la incómoda corbata.
-¿Él no irá? -pregunté deseoso por saber si su respuesta sería lo que deseaba oír.
-Lo siento cariño, pero papá no está de humor, para la próxima asistirá -dijo intentando calmarme, lo que ella no sabía era que yo saltaba de alegría en mi interior.
No iba a ir ese monstruo, solo mamá y yo.
Nunca había visto tantos niños, me sentía extraño al ver la alegría en ellos.
Me aferré de la pierna de mi madre por el miedo de separarme y perderme, pero me calmé al ver esos ojos rubí.
-¡Kacchan! -solté a mamá y fui hacia él, me sentía tan emocionado por no estar solo.
La maestra era agradable, a los otros niños y niñas también les encantaba jugar, pero de alguna forma no lograba encajar, mi timidez me hacía separarme del resto, era Kacchan quien me ayudaba a unirme a las personas.
Quería y a la vez no volver a casa con mamá.
A los meses descubrí que el kínder era mi refugio, estar allí significaba un tiempo libre de la violencia en casa.
Era un niño intentando crear sonrisas falsas para encajar, pero a la vez era un llorón y un cobarde, no me atrevía a nada que pudiese ser peligroso y cuando lo hacía salía lastimado y llorando.
A veces me quebraba y lloraba siendo consolado por Kacchan.
Un día la maestra en kínder se dio cuenta de mi brazo lastimado, era obvio lo ocurrido, pero prefirió preguntar.
-M-me caí de la es-escalera -tan obvio, pero ella me creyó o prefirió no meterse.
Nadie se metía, era tan obvio que ese niño era maltratado, pero los maestros preferían tener una venda en los ojos.
Los adultos son crueles e indiferentes.
Cada año escolar era divertido, con Kacchan y el resto jugábamos todo el tiempo, a veces los otros eran crueles con los demás niños, principalmente mi mejor amigo, pero conmigo estaba todo bien.
Era el protegido de Kacchan, eso todos lo sabían, estaba seguro de que no me molestaban solo porque era el mejor amigo del niño más intimidante de la escuela.
Intocable...
Mejores amigos por siempre.
En 4° grado, el año donde cumplía los grandiosos 10, me sentía tan grande y genial, aunque, como siempre sosteniendo la mano de mi madre antes de partir.
Ese año comenzó como cualquier otro, pero me empezó a interesar una niña bonita y por defenderla la tortura comenzó.
La escuela ya no era mi mundo de paz.
Meses de acoso me armaron de valor para decirle al maestro.-¿Has intentado hablar con ellos?, te lo recomiendo.
-Pero ya lo he intentado...
-Inténtalo de nuevo.
Al siguiente año continuaba el bullying, en mi primer día de clases se burlaron durante todo el recreo, no habían golpes, pero las palabras dolían.
Todo en mi mundo duele.
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Rescataré tu sonrisa
Hayran KurguVivir es una prisión, las cadenas me aprisionan en la oscuridad, los últimos rayos de luz se han marchado, junto con mis esperanzas hacia un futuro mejor. ¿Alguien puede rescatarme de este oscuro pozo sin salida? Este libro tiene incluida su 2° part...