Capítulo XII: Festival

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La mano era más pequeña y suave, pero su mirada parecía colmada de una fortaleza arrolladora. Esas fueron sus primeras impresiones de Hinata Tachibana.

Se cruzaron por casualidad en la calle, en el cruce en el que Emma y ella siempre separaban sus caminos cuando iban a casa. Hina y Emma vestían unos yukatas preciosos y parecían felices de haber obtenido una cita con Takemichi y Draken, aunque (T/N) ponía en duda que el último comprendiera realmente el significado de esa salida.

Cuando ambas prestaron atención a lo que decía Draken, no dudo en darle una patada a Takemichi en las pantorrillas, por encima de la tela del pantalón.

—Deberías aprender a cuidar a tu novia. Con lo linda que es, dudo que puedas conseguirte a un mejor partido.

—Eso... —Takemichi rio nerviosamente y enderezó la espalda—. Fue un error.

—Ya, bueno, que no se repita. Tampoco quiero que lastimes a Emma.

—No sé qué pensaba. —Agitó la cabeza con una risita nerviosa.

—No pensabas —dictaminó ella.

—¿Qué cuchichean? —cuestionó Emma, seguido de un asentimiento de la cabeza por parte de Hina.

—Nada importante —balbuceó Takemichi.

—Como sea —interrumpió (T/N) antes de que las otras dos chicas insistieran en el asunto—. ¡Espero que pasen una gran velada! Seguro que el festival estará genial.

—¿No quieres venir con nosotros? —ofreció Hina, no muy segura de dejarla sola a esas horas de la noche.

—No, tengo que ir a comprar unas cosas. Pero gracias.

—¿Segura? —insistió Draken, viendo a todos lados—. No es buena idea que salgas sola y menos a estas horas.

—No te preocupes, Draken —negó—. Solo voy a la tienda de conveniencia de la esquina.

—Bueno... —dijo, no muy convencido—. Cuídate y, si pasa algo, llámanos.

(T/N) sonrió y le mostró su celular con el número de emergencia al alcance de un solo botón.

—Al menos para que me escuchen si me están matando —bromeó, pero el gesto serio de ambos chicos la hicieron forzar un acceso de tos—. En fin, estaré bien. Ustedes también cuídense y disfruten del festival.

Sin prolongar más las despedidas, (T/N) emprendió su camino a la estación del metro. Lo cierto era que le había mentido a Draken descaradamente porque no iría a la tienda, sino a la librería porque había terminado de leer el último tomo de Naruto que tenía la señora Matsuda en la casa y quería ir a comprar los siguientes. Pero creía que, si le hubiera dicho eso a Draken, no hubiera permitido que se marchara sola, y no quería arruinar la cita de Emma de ese modo.

Pese a las advertencias de Draken, el festival tenía las calles concurridas y el metro, en otras ocasiones vacío, era ocupado con una cantidad moderada de personas. El viaje a la librería fue tranquilo y en todo el trayecto se sintió acompañada por la solidaridad de las manadas. Esperaba que el retorno fuera igual de apacible.

Bajo las luces de colores de la ciudad, obnubilando la noche estrellada, y el ruido de los transeúntes, ataviados en yukatas coloridos con diversos diseños burbujeantes y florales, reconoció un rugido familiar, como un trueno capaz de cortar con la parsimonia de la ciudad. Ladeó el rostro hacia una calle empinada y curvó los labios cuando confirmó que se trataba de la motocicleta de Mikey. Él, con el visor del casco levantado, la reconoció entre la multitud y disminuyó la velocidad hasta aparcarse frente a ella.

Destino fortuito || Manjiro Sano x ReaderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora