Capítulo XLV: Futuro (V)

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Fue como si el alma le regresara al cuerpo de golpe.

Cuando abrió los ojos, tuvo inhalar profundo en un intento de controlar su respiración agitada. Se sentía desorientada y pestañeó tantas veces como pudo hasta percatarse de que, una vez más, estaba en la habitación de colores sobrios y estética alienada de un hotel. La cabeza le dolía. No estaba segura si era porque le había ocurrido algo en el futuro o por la terrible jaqueca en el pasado previo a saltar en el tiempo.

Tuvo que correr al baño para vomitar y pedirle perdón a cualquier dios que la escuchara. Odiaba esa versión suya del futuro, siempre tan descuidada. No tuvo el valor de siquiera ver qué rayos había vomitado. Cuando las arcadas acabaron, solo dejando una ligera sensación de náuseas, fue al lavamanos para lavarse el rostro y cepillarse los dientes.

¿Qué demonios? ¡Tenía una ojeras horribles y estaba pálida!

No podía creer que esa versión suya del futuro se hubiera abandonado de ese modo. Aun así, le llamó la atención los rasgos de su cara, su rostro un poco más alargado y serio. Además, parecía que se había cambiado el color del cabello y no le quedaba tan mal como hubiera creído. Aunque, por muy exitosa que fuera, no le gustaba el brillo apagado de sus ojos. Había obtenido mucho, ¿pero a qué costo?

Respingó cuando escuchó el timbre de la habitación. Antes de ir a atender, se colocó el primer pantalón que encontró al descubrir que estaba en ropa interior de la cintura para abajo. Se apresuró a la entrada cuando volvieron a tocar, está vez con más insistencia.

Abrió con cuidado, pero se sorprendió cuando la persona del otro lado empujó la puerta. Lo siguiente que supo es que el cachete le dolía después de haber recibido la bofetada más fuerte que le habían propinado en toda su vida. Se le anegaron los ojos y se le escaparon un par de lágrimas. En serio, maldita sea, en esa vida parecía que cometía error tras error. Entre el nubarrón que era su visión, distinguió a una mujer ataviada con un jean y una blusa sencilla. La cartera le colgaba del brazo y llevaba el cabello naranja sujeto en una cola alta.

—¿Yuzuha? —La voz le salió tan frágil que la expresión amenazante de la mujer amainó solo un poco, mientras ella se sentía aliviada de que su amiga estuviera a salvo al menos.

—¡¿Qué mierda, (T/N)?! Si tan solo tu no hubieras terminado con Mikey en ese entonces, mi hermano seguiría vivo. ¡Maldita sea!

—¿Eh?

En esta ocasión, esquivó otro intento de abofetearla y reculó un par de pasos. Al parecer, esa versión suya del futuro no se había mantenido en buena forma porque sus reflejos eran deplorables.

—¡Espera, Yuzuha! Deberíamos hablarlo.

—¿Hoy sí? ¿Después de que ayer te comportaste como una perra desgraciada?

—¿D-Disculpa? —Bien, nunca habían usado ese insulto con ella y no pudo evitar sonrojarse mientras los ojos se le anegaban más—. En serio te digo que no entiendo qué es lo que...

Yuzuha entornó los ojos y la observó de arriba abajo como si toda su presencia la afrentara, pero relajó su postura un poco y espetó:

—¿Quién diablos eres? Ayer te comportabas como si no me conocieras y no tuvieras nada que ver con todo lo que pasó cuando éramos jóvenes, y hoy me ves como si apenas hubieran pasado un par de días después de salvarte el trasero.

(T/N) bajó la mirada y, sin querer, se le escaparon las lágrimas. Le dolía el golpe, estaba en ese terrible futuro donde todos parecían formar parte de Destino Final, y Yuzuha, quien siempre había sido cálida y confiable, la detestaba.

—¿Qué...? N-no llores... No puedo enojarme bien si empiezas a llorar. ¡Se supone que no tienes sentimientos!

—Lo siento...

Destino fortuito || Manjiro Sano x ReaderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora