Capítulo XLIX: Valentín

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Cuando su espalda impactó con el suelo, se quedó viendo el techo del dojo, perdida en sus pensamientos.

—¿Estás bien? ¿Te lastimé? —lloriqueó Sosuke.

—Sí, sí, estoy bien. Es solo que mi cabeza está en otra parte —dijo ella, aceptando la mano que le tendía para que se levantara.

—Me di cuenta, pero no quise mencionarlo. —Sosuke le regaló una leve sonrisa.

Era el día de San Valentín y había quedado con Manjiro para verse en la noche. Sin embargo, su mente no dejaba de especular en todo lo que podía salir mal en los próximos días. Para colmo, soñaba más veces de lo que creía justo con Izana y sus manos rodeándole el cuello. Era fuerte, sin escrúpulos y no quería imaginar cómo era en la actualidad como para tener a su novio preocupado.

—(T/N), ¡aquí estás! —saludó el profesor Takeda que había pedido llegar un poco más tarde por asuntos de la universidad.

—Buenas tardes —saludaron ambos.

—¡Te tengo buenas noticias!

Sosuke sonrió y se apartó para ir a practicar con otro compañero. Por su lado, a Takeda le brillaban los ojos con entusiasmo.

—Pronto realizaremos nuestro examen de cinturón en taekwondo y creo que podríamos saltarte un nivel. ¡Has mejorado mucho en poco tiempo!

—No creo que...

—No te inhibas. —Takeda curvó los labios, sin querer desperdiciar el potencial que brillaba en ella; a veces se lamentaba de que no hubiera iniciado en las artes marciales desde más joven—. Te sabes la teoría de todo lo que te he enseñado y creo que te iría mejor en el taekwondo que en el karate... Aunque en el jiu-jitsu también eres buena...

—Eso... No sé, no creo tener suficiente dinero como para...

(T/N) soltó un chillido cuando sintió las piernas flaquearle. Alguien le había dado una ligera patada en la fosa poplítea.

—¡Nada de eso!

—¡Gran maestro! ¿Cómo ha estado? —Takeda le sonrió al señor Sano mientras realizaba una rápida reverencia—. ¡Convénzala de que tome el examen, por favor!

—Eres de la familia, señorita, no te preocupes por nimiedades.

—¡Pero, señor Sano...! —Intentó reclamar, pero el anciano carraspeó, lanzándole una mirada de reproche muy parecida a la de su nieto. Ella se sonrojó y musitó—. A-abuelo, no puedo simplemente... Quiero decir, ya me está dando clases gratuitas, más esto sería un abuso de mi parte.

—Eres una buena chica —dijo Mansaku—. Siempre te veo estudiando y eres amiga de mis nietos pese a ser tan distintos, esto es solo una muestra de agradecimiento. Además, no puedo dejar que tu talento se pierda por sandeces como el dinero.

La chica se ruborizó un poco más, apenas despertando de su admiración por cómo Takeda la agitó amistosamente por los hombros.

—¡Entonces, te pondré en la lista! Son cosas muy básicas que ya dominas, así que no te preocupes.

—B-bueno... —Ella alzó la mirada solo un poco—. ¡Me esforzaré!

—Siempre lo haces. —Mansaku le sonrió y, sin mediar más palabras, fue a evaluar cómo le estaba yendo a sus otros compañeros.

—El Gran Maestro te tiene en muy alta estima —felicitó Takeda—. ¡Y le doy toda la razón! Te subestimas demasiado, pero basta de hablar que ya has terminado tu sesión de hoy. ¡Descansa!

—Muchas gracias...

Takeda le hizo señas para que no se preocupara y se unió a otros estudiantes de rango más alto. ¿En serio era tan buena como ellos decían? Había podido liberarse de Baji, aunque él jamás la hubiera lastimado, y luego lo hizo de los sujetos de Tenjiku; pero frente a Izana había estado indefensa. Sin embargo, si miraba en retrospectiva, cuando recién había llegado no se hubiera podido defender de ninguno, si Manjiro no hubiera sido bueno y con la parálisis por el miedo que la asedió, no sabía que habría pasado. Sí, era un poco más fuerte y se sentía más segura de sí misma, aunque eso no quitaba que siguiera pensando que la situación la superaba.

Destino fortuito || Manjiro Sano x ReaderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora