Capítulo V: Hermanos

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Emma se desplomó sobre el suelo, disfrutando del pálido sol bañando su piel. (T/N), a su lado, seguía pintando con acuarelas, siseando por lo bajo cuando el dibujo era más un manchón inconexo que el árbol que se suponía que quería hacer.

—No deberías arrugar tanto la frente, se te terminarán haciendo arrugas precoces —bromeó Emma, poniéndose de panza para echar un vistazo al lienzo.

La otra chica estiró la mano y acomodó su falda para que no expusiera más piel de la debida. No ignoraba las miradas libidinosas que los chicos de grados superiores le lanzaban a Emma, mientras ella decidía no prestarles atención o no se daba cuenta. Emma se lo agradeció desinteresadamente, armándose de una sonrisa pícara mientras decía:

—Píntame como a una de tus chicas francesas.

(T/N) tardó un poco en captar la referencia, pero prorrumpió en carcajadas, divertida. Agitó la cabeza y dijo:

—Con esta técnica, no podría capturar lo linda que eres.

—No soy tan linda. —Se sonrojó, jugando con las puntas de su cabello—. Yo creo que tú lo eres más.

Emma sonrió cuando la chica se encendió como un fósforo, pero sin perder la concentración en su dibujo. A pesar de que su amiga no era de las más bonitas del salón, el simple hecho de que la tratara como a un ser humano, hacía que Emma apreciara la belleza de su alma. Tener una amiga y poder llegar a casa para contarle a su abuelo sobre lo bien que se la pasaba con ella la hacía feliz de una forma inimaginable.

—¿Qué tal te fue en matemáticas? —preguntó (T/N).

—Terrible. —Hizo un mohín que a su amiga le pareció familiar de alguien—. ¿Y qué tal te fue a ti en literatura?

—Terrible —lloriqueó —. Pinches kanjis.

—¿Acabas de insultar en español? —Alzó las cejas de forma graciosa.

—Qué va...

—Uy, sí, esa no me la creo. —Rio Emma—. Me hace gracia que seas toda una mal hablada en español.

—No que no sepa insultos en japonés.

—Creo que tendrías que estar muy molesta para insultar a alguien en japonés...

—Probablemente —cedió y agitó la cabeza—, pero no cambies el tema. Tengo entendido que tu regreso al colegio tenía ciertas condiciones académicas... Si te fue mal en matemáticas...

—Alcancé lo mínimo para pasar. Es solo que las matemáticas no son lo mío. Es estúpido, sin afán de ofender.

—No, no te preocupes. Sé que las matemáticas son un dolor de cabeza para muchas personas, pero es que es fascinante que sea como un idioma universal.

—Un idioma universal... —Emma la miró, recordando cómo su rostro cambiaba totalmente cuando estaba resolviendo un ejercicio—. Hagamos un trato.

—¿Un trato?

—Sí. Un pacto de sangre —agregó oscuramente y su interlocutora rio.

—Sabes que no estoy de acuerdo con compartir fluidos de ese modo.

—Es figurado —añadió, sentándose delicadamente—. Yo te enseño literatura y tú me vuelvas una cerebrito de las matemáticas.

—Eso último lo veo difícil —rio cuando Emma la codeó amistosamente—, ¡pero acepto tu propuesta indecente!

—Te parece que nos quedemos en la biblioteca un poco más los... —Emma se detuvo unos instantes a pensar, llevándose un dedo a los labios, y concluyó—: Creo que martes y jueves estaría bien.

Destino fortuito || Manjiro Sano x ReaderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora