De la casa de Manjiro a la estación de Chiba se tardaron aproximadamente una hora, sobre todo porque su novia le pedía que se detuviera para poder tomar fotos del paisaje. Y él se permitía embelesarse con su sonrisa.
Dejaron aparcada a Babbu en un estacionamiento con todas las medidas de seguridad posibles, a insistencias de (T/N).
—Hazme acuerdo de rellenar el tanque cuando nos vayamos.
—¡Yo pago!
—¿Eh? No es necesario...
—Siempre me estás llevando de un lado a otro, Manjiro, es lo mínimo que puedo hacer. Además, en este punto, ya estoy empezando a querer a Babbu y quiero mimarla... Cuando te descuides, tendremos una salida de chicas y la pintaré de un tono llamativo como fucsia o amarillo, ¡o fucsia y amarillo!
—¡No puedes tocar a mi chica! —Manjiro la empujó con suavidad por el hombro mientras ella reía.
Chiba era diferente a Tokio porque las calles eran más estrechas y los edificios tenían alturas decentes, sin afanes de tocar el cielo; además, había suficiente espacio para andar a pie.
Manjiro dio un traspié cuando su novia paró y se apoyó de él para ponerse de puntitas para divisar algo por encima de algunos edificios.
—¿Eso de ahí es...?
Manjiro curvó una ceja cuando se le iluminó la mirada y ella le sonrió con entusiasmo.
—¡Es un castillo! ¡Tenemos que ir!
Mikey se sorprendió cuando ella lo tiró con fuerza del brazo. A lo lejos, divisó la cafetería a la que se suponía que irían. Supuso que sus planes siempre podían adaptarse a sus caprichos. Aunque no lo entusiasmaba la idea de ir a un museo.
—¡Me aburro, (T/N)cchi! —se quejó.
La había estado acompañando al menos dos horas y no podía creer su fascinación por un montón de cosas de otras eras y por personas que habían muerto hacía años en circunstancias ridículas. A pesar de eso, se había enamorado un poquito más del brillo entusiasta de sus ojos y de la concentración de sus facciones, de cómo nunca dejó ir su mano.
—¡La historia es genial! Es recolectar los fragmentos del pasado para ver al presente y darnos cuenta de lo mucho que hemos avanzado como sociedad. Aunque... Bueno, está bien si no te interesa. ¡Es tu turno de elegir algo que hacer! Muchas gracias por acompañarme.
—No me lo agradezcas... —musitó Manjiro, tomado con la guardia baja—. ¡Pero ya sé lo que quiero hacer!
La joven aceptó y se dejó guiar por el por las calles de Chiba hasta llegar al parque central. Se detuvo en su sitio cuando se percató de la atracción a la que la llevaba. Manjiro le sonrió como un diablillo, sus ojos de obsidiana iluminándose con la potencia de mil constelaciones. Y ella se sonrojó cuando su abdomen revoloteó.
—¿Quieres escalar eso? —preguntó ella, dispuesta a animarlo desde tierra firme.
—Quiero que lo hagamos juntos.
Ella ni siquiera se sorprendió por la petición, pero era absurdo. No había manera en la que ella se uniera a él para trepar una pared de casi cinco metros de altura. Sin embargo, su convicción empezó a flaquear con una sola mirada de su novio, con su sonrisa tenue y la forma en la que acunaba su mano.
—Yo... no soy buena con las alturas.
—Estarás sujeta por un arnés de seguridad.
—Sí, pero podría romperse.
—No va a pasar. Las probabilidades son muy pocas.
—Pero no nulas.
—¡(T/N)cchi! Es lo justo, yo fui al museo por ti, ahora quiero que hagamos esto juntos.
Odiaba que tuviera razón, así que se dejó llevar hacia la pared de escalada. Manjiro pagó y el encargado les colocó los arneses mientras les explicaba el funcionamiento. Apenas concluyó, Manjiro se arrojó hacia la pared y empezó a escalar a una velocidad envidiable, tanto que el mismo encargado estaba impresionado. Ahora entendía cómo era que lograba escalar a la ventana de su habitación.
La chica suspiró, pero prefirió no quedarse atrás y empezar a escalar una presa a la vez. No podía creer que siguiera ascendiendo, pese a lo que su cuerpo temblaba. Ahogó un grito cuando Manjiro descendió hasta ella, valiéndose de los cables del arnés.
—Quiero que lleguemos juntos hasta arriba.
—Sí, bueno, con suerte lo haré en una media hora...
Manjiro resopló divertido y empezó a indicarle de dónde sería más fácil agarrarse para continuar. Sabía que su novia estaba en buena condición física porque entrenaba en el dojo y andaba en bicicleta, pero eso de que las alturas no se le daban empezaba a creerlo más y más por como temblaba; pero él no desistiría porque sabía que ella podía lograrlo.
Cuando llegaron al tope, Manjiro sonrió al escucharla celebrar, aunque estaba agitada. Se sentaron en el borde de la pared y Mikey tomó su mano.
—¿Sí ves que pudiste?
—Sí... Gracias. Fue más divertido de lo que creí.
—Bien, ahora viene la parte más divertida: ¡bajar en rapel!
—¿Eh? Espera, pero si aquí atrás hay unas escaleras.
Manjiro le sonrió de esa forma que tenía para decirle que no cambiaría de idea. Ella suspiró y escuchó las indicaciones que él le daba. Su descenso no fue tan prolijo como el de él, pero se alegró de tocar el suelo y poderse sacar el arnés. El encargado estaba impresionado por la agilidad de Mikey, y quizás sentía un poco de pena por ella por tener que seguirle el ritmo. Las personas, después de verlos, empezaron a acercarse para también usar la pared de escalada, así que el encargado les agradeció.
—Estás sudando —comentó Manjiro cuando le tomó la mano de regreso al restaurante.
—¡Lo siento! —Ella se soltó para secarse y Manjiro le recriminó con la mirada.
—No me importa, solo lo decía porque significa que realmente estabas asustada, pero lo superaste y me siento orgulloso. ¡Mi chica es la mejor!
—¿Eh? ¿Babbu?
—¡Hablo de ti!
El estamento la sorprendió, pero lo hizo más notar el rostro enrojecido de Manjiro. Se rio e igualó su paso. Ahora solo restaba escuchar lo que tenía que decirle.
Continuará...
¡Muchas gracias por leer!
N/A: Yo estoy aquí, cuestionándome si fue buena idea dividir este capítulo en dos, pero iba a quedar muy largo.
He hecho escalada una sola vez en mi vida y fue divertido, aunque no me he dado la oportunidad de hacerlo de nuevo...
¡Feliz Navidad! Espero que coman recalentado xD
¡Tengan un excelente día! >.<
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Destino fortuito || Manjiro Sano x Reader
FanfictionCuando (T/N) se encontró con Manjiro, salpicado de sangre, en mitad de un callejón y él le ofreció un aventón, jamás imaginó que lograría superar sus prejuicios para poder mantener una amistad con él, generando una cadena de sucesos que aunarán el p...