Tenía el brazo inmovilizado y tiritaba por el frío, pero en cuanto sus miradas se cruzaron, ella se puso de pie como un resorte y se acercó a él. Extendió una mano y, por un segundo, creyó que le daría un puñetazo, pero se sorprendió cuando ella lo haló por el cuello del suéter y le dio un leve cabezazo.
—¡¿En qué demonios piensas, Manjiro?! ¡Te estuve esperando y esperando! ¡Y nunca fuiste! ¡Y no has ido a ver a Emma! Y... —Su voz se entrecortó y lo dejó ir. Notó que sus labios temblaron, pero se fijó en el golpe en su mejilla—. Cuando tu abuelo me dio permiso para golpearte y me dijo que él ya lo había hecho, no pensé que hubiera sido tan fuerte.
Acarició su mejilla y Manjiro sintió que su corazón lo traicionaba por el brinco que dio. Respingó cuando ella le pinchó la mejilla.
—Y eres un tonto porque tampoco respondes mis mensajes ni llamadas. —Arrugó el entrecejo—. ¡Me tuve que escapar del hotel para venir a verte!
—No sé dónde metí el celular... —Manjiro se sintió un poco estúpido por pensar que esas eran las primeras palabras que le decía, aunque sintió que su vida peligraba con tan solo ver cómo sus ojos se entornaron—. Y lo siento, yo solo...
—Te consumías en la culpa, ¿no? —Ella bufó, pero continuó acariciando su rostro con cuidado—. No fue tu culpa. Yo solo actúe por impulso y me lastimé... Solo quería proteger a Emma.
—Pero no fue solo eso. También sé que Sanzu fue a buscarte a tu casa. Y si no fueras tan perspicaz, no sé qué podría haber ocurrido. No sé por qué no te lo dije, por qué me obsesioné con mantenerte alejada cuando estabas tan involucrada conmigo y con ToMan.
—Pero no pasó nada, Manjiro. No me iba a subir en la moto ni en el carro de nadie que no conociera. ¡Es la regla número uno para sobrevivir en Tokio!
Manjiro rio entre dientes y dio un paso hacia ella. Agradeciendo que estaba allí con él, sonriéndole, que seguía mirándolo como si lo quisiera. Quizás era cierto que sus miedos eran infundados. Sin embargo, ella desvió la mirada brevemente y separó los labios para después cerrarlos.
Eso significaba que había algo más que había ido a decirle. Y su cerebro le arrojó la respuesta sin tener que pensarlo demasiado.
—Espera, ¿cómo que te escapaste del hotel? ¿La señora Matsuda se enojó tanto que...?
Manjiro se quedó con las palabras en los labios cuando ella se arrojó entre sus brazos, hundiendo el rostro en su cuello. Se quedó muy quieta y él solo atinó a envolverla con los brazos. No se había percatado de lo fríos que estaban hasta que empezaron a brindarse un poco de calidez. Cuando pensó que habían pasado más segundos de lo normal en un abrazo, se percató de que su novia se aferraba a él, inhalaba profundo, controlaba el ligero temblor de sus hombros.
—¿Ocurrió algo? —susurró Manjiro, decidiendo que él tampoco quería dejarla ir, que si fuera por él podían quedarse así una eternidad.
Sintió su respiración contra el cuello. Sus labios rozaron apenas su piel sin querer, aunque Manjiro se estremeció y se alejó un poco para al fin poder ver la contradicción y tristeza que embargaban su rostro.
—Dime qué pasa.
—... —Ella apretó los labios y los ojos se le anegaron, pasó saliva y dijo—: Voy a tener que regresar a mi país. Mamá terminó el contrato de mi beca por mutuo acuerdo.
—¿Qué?
—Y no quiero... No quiero que se acabe tan pronto, pero no sabes lo asustada y molesta que estaba mamá, y no pude decirle nada porque he hecho demasiadas cosas que la harían sentirse decepcionada y...
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Destino fortuito || Manjiro Sano x Reader
Hayran KurguCuando (T/N) se encontró con Manjiro, salpicado de sangre, en mitad de un callejón y él le ofreció un aventón, jamás imaginó que lograría superar sus prejuicios para poder mantener una amistad con él, generando una cadena de sucesos que aunarán el p...