A veces, cuando se tocaban por accidente por sus hombros desnudos por el intenso sol de finales de verano o el bamboleo casual de sus manos, (T/N) reparaba en lo fría que era la piel de Manjiro, y eran pocas las veces que, expuesto al sol, su nívea piel enrojecía. Cada vez que lo veía así y delineaba su nariz respingada, se convencía de cierta naturaleza mística y pétrea inexplicable.
Las vorágines que tenía por ojos se posaron sobre ella, esgrimiendo una leve sonrisa mientras jugaba a ser un funámbulo en el borde de una jardinera desgastada.
Estaban en el mismo parque de siempre, con el ocaso proyectando sus sombras sobre el suelo y la ligera brisa de verano agitando los columpios chirriantes.
—¿Ya terminaste?
—Con todo lo que te mueves...
—Te lo advertí —canturreó, saltando para acercarse a ella y echarle un vistazo al supuesto retrato que hacía de él—. Nada mal.
—Está terrible —negó—. Mira las proporciones y no he hecho tu rostro y... —Apretó los labios, negándose a admitir a viva voz una de las tantas veces que había pensado que poseía una belleza arrebatadora.
—Creo que eres muy dura contigo —comentó.
—Tú seguro también lo eres en algún aspecto.
Mikey parpadeó dos veces y esgrimió una sonrisa enigmática. Se dejó caer a su lado, más cerca de ella de lo usual, repantigándose a sus anchas mientras miraba al cielo con una expresión contemplativa. Ella intentó leer las palabras que susurraban sus insondables orbes, pero aún le faltaba mucho para poder dilucidar la personalidad de Manjiro. Sin pensarlo, lo había colocado como un desafío a desentrañar, un rompecabezas que estaba dispuesta a armar hasta ser capaz de ver todo el panorama.
—¿Sabes? Hace poco conocí a alguien que me recordó mucho a mi hermano —dijo sin más, su expresión tornándose lacónica.
—A... —Ella arrugó el entrecejo, confundida—. ¿A tu hermano?
—Sí. —Sonrió un poco y a ella le pareció que se forzó a hacerlo—. Shinichiro murió hace dos años.
La joven apretó los labios sin saber qué decir. Le parecían trilladas las disculpas y las condolencias banales, pero no hallaba ningún modo de deshacerse de la aprensión anudándose en su pecho. Sin embargo, se sorprendió cuando se descubrió extendiendo la mano hasta apenas tocar la de él, diciendo:
—¿Cómo te sientes?
Cuando escuchó las palabras brotar de sus labios, Mikey descompuso su expresión, pero volvió a sonreír, y (T/N) esperó que sus palabras no hubieran sonado llenas de curiosidad morbosa.
—Estoy tan bien como se puede estar —repuso con suavidad.
—B-bueno... Es que...
—A veces lo extraño y otras veces... —interrumpió Mikey al notar que su respuesta había sido vaga—. Otras veces lo odio por abandonarme. Es ridículo cuando lo pienso porque él era tan importante, era a lo que yo aspiraba a ser. Pero ambos somos distintos en muchos sentidos, él era patético en las peleas, pero atraía a las personas con facilidad y agradaba a todos; en cambio yo no soy bueno lidiando con los demás y tengo que establecer mi punto valiéndome de un falso sentido de poder.
—Lo admirabas mucho, entonces.
—Sí. Lo sigo admirando.
—Pero, Manjiro, creo que tú también tienes tus puntos positivos —aseguró mientras él la encaraba con interés—. Eres de confianza.
—¿De confianza? —repitió con un brillo juguetón en los ojos—. Creo que nuestro primer encuentro refuta totalmente tus palabras.
—¡Eso no cuenta! ¡Si el mismísimo Gandhi se me hubiera presentado en ese callejón, hubiera sospechado! Pero lo digo en serio, todos esos chicos te siguen por un motivo y es porque les das seguridad. Recuerda: «Uno para todos y todos para uno». Seguro sienten que cuando necesiten una mano, tú estarás allí para extendérsela. Ellos son capaces de confiarte sus vidas.
Manjiro alzó las cejas y esbozó una sonrisa suave, y a (T/N) le pareció que era la primera vez que le sacaba una sonrisa totalmente sincera. La expresión suave le sentaba muy bien, lo hacía lucir como un adolescente normal y no como el jefe de una pandilla que en el futuro aterrorizaría a la sociedad. No comprendía cómo era que alguien como Manjiro construiría algo de semejante naturaleza inquina, aunque tampoco sabía si creer en ese sueño profético tan extraño.
Permanecieron así por varios minutos más mientras hablaban de trivialidades de la cotidianidad, comentando las experiencias ajenas y riendo tontamente por las situaciones inverosímiles en las que se veían inmiscuidos. Fue así como ninguno se percató de que sus manos seguían aunadas, una sobre otra en un tacto natural. Sin embargo, cuando Mikey iba de regreso a casa, rememoró la suavidad de su piel y llevó la mano a su pecho, sumergiéndose en el agradable palpitar acelerado de su corazón.
Continuará...
¡Muchas gracias por leer!
N/A: No era mi intención, pero siento que esto está siendo un "he fell first and harder" xD
He descubierto que me gusta mucho indagar en las inseguridades de Mikey porque casi no se ven a lo largo de la historia.
Espero que tengan un gran inicio de semana.
¡No olviden lavar sus manos! >.<
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Destino fortuito || Manjiro Sano x Reader
FanficCuando (T/N) se encontró con Manjiro, salpicado de sangre, en mitad de un callejón y él le ofreció un aventón, jamás imaginó que lograría superar sus prejuicios para poder mantener una amistad con él, generando una cadena de sucesos que aunarán el p...